Arte
En el taller de Mercè Riba, la encargada de crear la escultura de Sant Josep Oriol para la Sagrada Família
La escultora Mercè Riba vive y tiene el taller a Llampàies desde hace décadas, donde ha imaginado y creado el Sant Josep Oriol y cuatro relevos que formarán parte de la capilla de l'Assumpta, dedicada a la Virgen María
El púbico ya puede ver de cerca el Cordero que se colocará en la torre de Jesús de la Sagrada Família

Mercè Riba trabajando en los relieves de la escultura. / Eduard Martí
Cristina Vilà Bartis
La Sagrada Família de Antoni Gaudí es una obra en la cual participan muchos artistas, artesanos, técnicos y profesionales que restan en el anonimato, pero, por primera vez, se ha impulsado un concurso para construir la capilla de l'Assumpta, a medio camino del claustro y paralelo a la calle Provença, dedicada a la Virgen María. De planta cuadrada y altura de treinta metros, fue diseñada en el 1920 por el mismo Gaudí quién hizo los planos originales y toda la simbología, como el manto de la Virgen María sostenido por cuatro ángeles de piedra inspirado en el baldaquino de Lluís Bonifàs Massó de la Catedral de Girona.
Después de un proceso de selección, de ofrecimiento y aceptación de los proyectos presentados, tres han sido las escultoras escogidas: Teresa Riba; Béatrice Bizot y la ampurdanesa Mercè Riba, quien da forma en piedra a Sant Josep Oriol, que se instalará en uno de los dos portales de acceso y los cuatro relevos interiores de la capilla explicando la vida de la madre de Dios. La idea es que la capilla se inaugure el 2026 por el centenario de la muerte de Gaudí.
Herencia familiar
Cuando le ofrecieron que se presentara al concurso, Riba no dudó. Quizás porque Antoni Riba, su bisabuelo, padre del poeta Carles Riba, empezó siendo escultor y trabajando con los hermanos Vallmitjana cuando estaban haciendo el pórtico del nacimiento de la Sagrada Família. Todavía recuerda cuando, de pequeña, iba con su padre a ver "todo aquel pedregal": "Era la época de los talleres. Los escultores, que tenían el nombre y a los que se les hacían los encargos, daban las órdenes y los otros cortaban".
Que la comisión, de alcance internacional, la haya escogido, a ella y a su trabajo, la ilusiona. Añade que, en ningún momento, ha sentido presión: "Tengo claro que me han escogido y que he ganado el concurso con mi propuesta". La única duda interior que podría tener es si esta "era la que quería hacer o no, pero he llegado por mí misma sin perder de vista que es un encargo" y que había que respetar la iconografía definida por la comisión teológica. Asegura "haber aprendido muchas cosas" y "sentirse reconocida" porque, cuando era joven, hacer figurativo era como ir a contracorriente.
Acercar el arte al público
Del proyecto inicial al resultado final hay un largo camino. Algunas propuestas de los cuatro relevos -escenas que ilustran la presentación de María al templo de Jerusalén, la boda de Caná, la muerte de José y la dormición de María- los descartó y los repitió de nuevo. "Siempre he buscado los mínimos elementos para explicar la historia", comenta Riba quien tiene un conocimiento profundo del texto bíblico y ha profundizado en la obra de Gaudí para entenderla mejor.
Así ha querido que, quién los contemplen, profesen la fe que profesen, entiendan perfectamente qué explica la escena, les conecte con sus emociones a partir de un mundo próximo: "No quiero que la gente piense que son obras de otro tiempo sino que vean situaciones que quizás ellos también han vivido". Ha sido necesario, sin embargo, casarlo con las directrices de la comisión eclesiástica. En el caso, del relevo dedicado a la dormición de la Virgen María, se le sugirió que tenía que aparecer Cristo muerto recibiendo el alma de la madre, representada, en este caso, como "una niña pequeña". Para resolverlo, la escultora ha optado por que "las manos de Cristo recojan un bebé envuelto".
Un santo próximo y humano
Respecto a Sant Josep Oriol (1650-1702), Mercè Riba explica que era un cura de profunda espiritualidad que vivía volcado totalmente en los pobres. El santo de Mercè Riba llevará, en el hombro izquierdo, un oriol, un pájaro, un disparo poético y simbólico que, dice la escultora, "quizás alguien reconoce o le recordará el santo". Conocido como el santo del pan y el agua, la escultora, para conectarlo con el tiempo actual, lo ha imaginado con un cante en los pies, "un elemento muy mediterráneo, de refrigeración natural". También lo presenta descalzo, símbolo "de pobreza" y con las mangas remangadas porque "era un trabajador". La escultora no ha querido hacer un Sant Josep Oriol elegantemente vestido, como se lo muestra a menudo, sino que ha buscado su humanidad. Así, lo presenta, en posición inclinada, cortando un trozo de pan que parece ofrecer al visitante.
Hace poco, unos técnicos se desplazaron al taller de Riba, escanearon el molde original del santo en barro y los relevos en yeso para poder generar una pieza virtual tres veces más grande que se ha retocado para adaptarla a la arquitectura. Esta versión virtual se envió al productor que hizo cortar la piedra con una máquina y, a continuación, pasó en manos de un tallador artesanal que lo esculpe. Ahora, para cerrar, Mercè Riba da el tono final a la pieza para sentirla cómo propia.
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