Nuevos equipamientos musicales en el horizonte
Barcelona renovará y ampliará sus escenarios de grandes conciertos: de una potenciada Anella Olímpica al Hall Zero de la Fira de Barcelona

Concierto de Nick Cave & The Bad Seeds en el Palau Sant Jordi, el 24 de octubre de 2024. / Ferran Sendra


Jordi Bianciotto
Jordi BianciottoPeriodista
La música en directo crece y avanza la percepción de que Barcelona debe dar un empujón a su mapa de escenarios para dar cabida a tanta oferta y reforzar su posición en el circuito internacional en tiempos de rivalidades crecientes. Infraestructuras que se crearon en otros tiempos se van a poner al día y se vislumbran otras que cobrarán forma en el horizonte de los próximos años: de las reformas del Palau Sant Jordi y un remodelado Sant Jordi Club a la recuperación del viejo Palau d’Esports de Montjuïc, y de ahí al Circuit de Barcelona-Catalunya y a espacios futuros que se prevé que incorporen un uso musical, como el Hall Zero de la Fira de Barcelona, el Catalunya Media City de las Tres Xemeneies y el Palau Blaugrana que sustituirá al actual.
Para los promotores, se trata de buenas noticias, dado que los actuales espacios para la música en Barcelona tienden a la saturación, coinciden todos. “Hay una carencia de locales, y giras que no pueden recalar en la ciudad por falta de fechas. El Palau Sant Jordi esta superocupado”, explica a este diario Neo Sala, presidente de Doctor Music. Para Tito Ramoneda, presidente de The Project, “es muy positivo que el gobierno municipal apueste por la música en directo como seña de identidad cultural de la ciudad”, ya que “hay que pensar en el futuro y en la atracción enorme que genera Barcelona en los artistas y los espectadores de toda Europa”.
Crecimiento de aforo
En la Anella Olímpica, el quilómetro cero barcelonés de la música en vivo de gran formato, se concentran algunas de las actuaciones de mayor impacto. Al Palau Sant Jordi (18.360 espectadores como techo actual), inaugurado en 1990, le toca actualizar aspectos técnicos y acústicos, y en el anexo Sant Jordi Club la transformación se prevé radical, con una nueva edificación que hará crecer el aforo, de los 4.500 asistentes actuales hasta los 8.000. Operaciones ambas enmarcadas en los cambios que experimentará Montjuïc en torno al centenario de la Expo de 1929.

Amaia arranca su gira 'Si abro los ojos no es real' en el Sant Jordi Club de Barcelona / Manu Mitru
Hay conciencia de lo que se juega Barcelona como plaza fuerte de conciertos y festivales, ya que “existen fuertes amenazas para mantener un posicionamiento de referencia”, se admite desde BSM, la empresa municipal que gestiona la Anella Olímpica. “Los desafíos de futuro son enormes y hay que darles respuesta en los próximos años”. BSM añade que en la actualidad está en “un proceso de escucha activa de todos los agentes implicados: promotores, productores, ‘partners’… para construir un buen proyecto”.
Espacios polivalentes
Se acerca la hora, por fin, del viejo Palau d’Esports, un edificio de 1955, protegido, que, tras su conversión última en Barcelona Teatre Musical, lleva desde 2014 cerrado a cal y canto. Se presagia un espacio de uso híbrido, para deporte y conciertos. “Por razones jurídicas y de planificación es muy difícil que el Palau deje de ser de deportes, pero puede tener también usos musicales”, apunta Xavier Marcé, concejal de Cultura i Indústries Creatives. El propósito consistorial es, añade, “trabajar con espacios que tengan la máxima polivalencia”. Esta remodelación se enfoca también para 2029, “o quizá 2030 o 2031, pero no más allá”. Se prevé que recupere su aforo tradicional, entre 6.000 y 7.000 espectadores.

Bruce Springsteen, durante su primer concierto en Barcelona, en el Palau d'Esports el 21 de abril de 1981. / Francesc Fàbregas
El uso polivalente se impone en otros recintos, caso de la sala que se esboza en el seno del gigante conocido como las Tres Xemeneies, en Sant Adrià del Besòs. El futuro Catalunya Media City Park, impulsado por Cultura, de la Generalitat, contendrá ese espacio singular, de 5.600 metros cuadrados y 17 metros de altura, con un aforo situado entre las 4.000 y 4.500 personas. Para su apertura en 2028.
De Les Corts a L’Hospitalet
Sin fecha precisada, pero con un proyecto en curso, está el Palau Blaugrana destinado a sustituir al actual, que se inauguró en 1971. Un pabellón para el básquet azulgrana y sus secciones que contempla el uso musical, con un aforo de 18.000 personas para los conciertos. Desde el Barça se informa que “el proyecto se ha redefinido” y que esperan “poder presentarlo pronto”.

Simulación de una actuación en la sala noble Catalunya Media City, en las Tres Xemeneies. / GdSB / Marvel
Y hay que hablar del Hall Zero, la nueva construcción, ya en curso, de la Fira de Barcelona en la Gran Via de L’Hospitalet. Una edificación que incluirá un gran pabellón de dos plantas, con un espacio diáfano, sin columnas, en la superior que se abrirá a usos no solo feriales sino relativos a eventos y conciertos. Son 15.000 metros cuadrados, con un aforo para 10.000 personas, y su finalización se sitúa en 2027.
La Fira gestiona desde enero el Circuit de Barcelona-Catalunya, en Montmeló, y allí está previsto “diversificar la actividad más allá del motor” y acoger “actividades de ocio y cultura, incluyendo conciertos”, revelan fuentes de la institución. Recinto con capacidad para 50.000 personas, donde el año pasado se celebró el Reggaeton Beach Festival y el mes que viene tendrá lugar el electrónico y 'sensorial' Afterlife Festival. La movilidad aparece ahí como un escollo, si bien desde la Fira apuntan a “habilitar trenes y autobuses-lanzadera” e incluso a “estudiar la construcción de un bajador en el mismo circuito”.

El futuro Hall Zero de la Fira de Barcelona en el que se prevé acoger conciertos. / Fira de Barcelona
Apuntar a L’Hospitalet, Sant Adrià y Montmeló significa abrir la noción de Barcelona a su dimensión metropolitana, una perspectiva obligada, señala Xavier Marcé. “La ciudad de Barcelona es difícil que dé mas de si cuando se trata de espacios para 5.000 personas o más. Hay que empezar a abrir melones metropolitanos”, indica. Más aún si habláramos de crear un estadio musical (para 60.000 o 80.000 asistentes) como el que el pasado lunes reclamaba en este diario Jordi Herreruela, director del Cruïlla, con la vista puesta más allá del perímetro municipal. “En efecto, eso en Barcelona ya es imposible. Pero el área metropolitana es también muy densa”, observa Marcé. “Cuesta imaginar algo así que no sea para un evento puntual”.
Recintos con capital privado
La posibilidad de la entrada del capital privado para crear infraestructuras flota en el ambiente y Marcé la ve pertinente “cuando hablamos de espacios grandes, con una dimensión económica”. Una promotora que está por la labor es Barcelona Events Musicals, responsable del Cruïlla, que desde el pasado octubre gestiona El Molino y que actualmente está en un proceso de búsqueda de un escenario más grande. “En la cultura tenemos problemas en este país en la relación de sector público y privado. La vocación pública es de protección, pero la oferta musical comercial debería quedar fuera”, considera Jordi Herreruela, que se muestra crítico con los proyectos de salas de uso mixto y ve el Palau d’Esports como un “lugar maravilloso” en el que “la inversión privada estaría dispuesta a entrar”. Para Tito Ramoneda, “bienvenida sea” esta, “siempre acompañada de la administración”.

La cubierta del vetusto Palau d'Esports, desde el mirador del MNAC. / FERRAN NADEU
Los nuevos y futuribles espacios se mueven en una franja de aforos muy deseada por los promotores, actualmente cubierta a duras penas por el Sant Jordi Club. “El formato entre 4.000 y 8.000 espectadores está muy huérfano”, hace notar Neo Sala. Ya no se cuenta con el Velòdrom d’Horta, donde, en otros tiempos, vivieron noches de gloria artistas como Dire Straits, Paul Simon o Peret, con cifras de asistencia de hasta 10.000 personas. Un espacio hoy consagrado al 100% al ciclismo y otras actividades deportivas cuya capacidad actual es de 3.500. “Un sitio difícil, con pendiente, y hace años no genera interés en los promotores. Está fuera del mapa”, explica Xavier Marcé. Tres cuartos de lo mismo para el Palau Olímpic de la Vall d’Hebron, donde la rebaja de su aforo, por seguridad, de 5.000 a 2.500 asistentes, le restó interés en el sector.
Pero los promotores recuerdan que las cifras de capacidad no lo son todo y reclaman que todo nuevo equipamiento que contemple un uso musical tenga en cuenta algo tan palmario como un buen tratamiento acústico. Vistos los precedentes, no es una reclamación retórica. “Históricamente no nos han consultado nunca, o lo han hecho cuando ya estaba todo decidido”, revela Neo Sala. Por la parte (municipal) que le toca, Xavier Marcé asegura que “las remodelaciones en camino tienen mucho que ver con la calidad infraestructural y del sonido”. El momento es crucial y las decisiones de ahora tal vez duren décadas. A los operadores les corresponde confiar en los responsables, como apunta Sala. “Soy optimista y quiero pensar que las cosas cambiarán”.
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