La cultura, también a oscuras
Los museos, ante el gran apagón: "Funcionamos con filosofía de hospital, como si las obras de arte fueran enfermos"
Equipos electrógenos y generadores de seguridad han ayudado a equipamientos culturales a preservar la integridad de las obras de arte
Última hora del apagón en España, en directo: causa del corte de luz y estado de la red eléctrica
Red Eléctrica sospecha de una desconexión masiva de plantas solares antes del apagón total

La sala del pantocrátor de Taüll, en el MNAC / Ferran Nadeu / EPC


David Morán
David MoránPeriodista
Periodista de la sección de cultura.
Se fue la luz, se quedó toda España a oscuras y ahí seguía el pantocrátor de Taüll del Museu Nacional d' Art de Catalunya, con la mirada clavada en el horizonte, una humedad relativa del 60% y una temperatura en la sala de entre los 23 y los 24 grados. Sin luz, sí, pero con los generadores de emergencia a pleno rendimiento en la montaña de Montjuïc. Tan ricamente.
Dos equipos electrógenos con combustible suficiente como para funcionar durante 48 horas y un día "óptimo" que permitió aprovechar hasta la última gota de energía. Por suerte, señalan desde el museo barcelonés a EL PERIÓDICO, el lunes era día de cierre y no había visitantes que evacuar, así que la única preocupación de la jornada era que no se acabara el combustible para alimentar los generadores.
No sería la primera vez. Según recoge el Getty Conservation Institute en su guía para la Creación de un Plan de Emergencia para Museos y otras instituciones culturales, un gran apagón en noviembre de 1994 en el centro de Seattle a punto estuvo de afectar seriamente a la colección del Museo de Arte de la ciudad por un error de cálculo. “El generador de emergencia tenía poco combustible diesel y muy pronto el museo tendría que funcionar sin él. El personal tuvo que conseguir un suministro de combustible de emergencia a primera hora del sábado por la mañana, pero fue entonces que se dieron cuenta de que no tenían dinero en efectivo ni acceso a una tarjeta de crédito de la institución para pagar el combustible”, relata la subdirectora del centro en aquel momento, Gail Joice.
“Funcionamos con filosofía de hospital”, explican ahora desde el MNAC. “Podría decirse que tratamos las obras de arte como si fueran enfermos”. Sobre el papel, esto se traduce en una retaguardia formada por dos grupos electrógenos con combustible suficiente como para funcionar durante dos días y “garantizar la seguridad de las obras de arte, el clima y la protección contra incendios”. Horas después, añaden desde el museo barcelonés, todo ha salido según lo previsto. "Todos los sistemas de seguridad, cámaras y sistemas anti intrusión han funcionado perfectamente", aseguran.
Teléfono vía satélite y 350 litros de combustible
En el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB), el apagón les pilló el pleno montaje de la exposición 'En l'aire commogut' y, según explica la gerente del centro, Pilar Soldevila, les ha servido para evaluar sus protocolos de seguridad y detectar alguna que otra laguna. "Incluso nos estamos planteando comprar un teléfono vía satélite", asegura Soldevila.
En un primer momento, explica, siguieron trabajando como si nada, convencidos de que la luz volvería en breve, pero cuando se hicieron con una radio y entendieron que el apagón iba para largo, cerrado la sala en la que se estaba montando la exposición para preservar la integridad de las obras y pusieron en marcha un generadora de emergencia con capacidad para 350 litros. “Hemos consumido muy poco, ya que redujimos la actividad al mínimo”, relata Soldevila.
Por la tarde, el centro debía acoger un encuentro con los activistas por la paz Bassam Aramin y Rami Elhanan, actividad que se intentó evitar suspender a toda costa (“uno de ellos ha tardado cuatro día en llegar a Barcelona”, apunta la gerente) pero que finalmente no quedó más remedio que suspender. A pesar de que a esa hora, a las seis y media de la tarde, Barcelona estaba patas arriba, a la no charla se presentaron hasta diez personas que confiaban en asistir a la conversación entre el israelí y el palestino.
Test de estrés
“La crisis superó cualquier posible plan, fue un test de estrés para todos nuestros centros”, apuntan desde La Fundació La Caixa, que en el momento del apagón tenía en funcionamiento todos sus Caixaforum y el Cosmocaixa de Barcelona. También aquí la solución fue echar manos de grupos electrógenos para alimentar la electricidad y una suspensión de las actividades de manera “paulatina”. “En Cosmocaixa, por ejemplo, podía haber diez colegios. No puedes cerrarlo todo de golpe”, señalan.
"Lo normal es que el grupo electrógeno lo pongas en marcha solo dos veces al año y para hacer pruebas. Media hora, todo funciona y listos. Lo mismo ocurre con los simulacros de evacuación, pero ayer fue como hacer diez evacuaciones a la vez”, apuntan desde la entidad a la hora de calibrar la magnitud de lo ocurrido.
A diferentes centros, además, distintas escalas: mientras que Cosmocaixa dispone de infraestructura y combustible para funcionar durante diez horas sin necesidad de recargar el depósito, otros centros más pequeños como el Caixaforum Girona tienen una autonomía de un par de horas. A la hora de preservar las obras y mantener las condiciones óptimas de los objetos expuestos, la solución pasó por cerrar las salas y crear una suerte de vacío atmosférico.
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