El gran apagón

El apagón en una librería: "Cogí dos bolsas y las llené de libros por si se alargaba demasiado"

La librera de Cervantes y Compañía explica su experiencia durante el apagón y los libros que se llevó a casa por si la avería se alargaba demasiado

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Interior de la librería Cervantes y Compañía

Interior de la librería Cervantes y Compañía / EPC

David Morán

David Morán

Barcelona
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De día histórico en día histórico, a la escritora y librera Marina Sanmartín el apagón le pilló lejos de Cervantes y Compañía, la librería que regenta junto a otros tres socios en el centro de Madrid, pero en cuanto se esfumó la luz y quedó claro que aquello iba para largo, decidió volver a la librería. Minutos después salió de ahí cargada de libros. Por si las moscas. Por si la luz tardaba en volver.

"Cogí dos bolsas y las llené de libros por si se alargaba demasiado", recuerda ahora Sanmartín. Junto a ella, María Felices, otra trabajadora de la librería, repitió la operación. Manos a las estanterías y Libros al zurrón, no vaya a ser que se acabe el mundo y nos pille sin lectura a mano. "Fue un impulso un poco 'random', buscar en los libros una especie de refugio", relata la también autora de 'Las manos tan pequeñas'.

¿Su elección? Un poco de todo: una copia de 'Orbital', de Samantha Harvey; 'El volumen del tiempo II', de Solvej Balle ("el primero me encantó", asegura) y un clásico chino de envergadura como 'Viaje al Oeste', tótem que inspiró 'Dragon Ball'. También, fiel por su faceta de devota (y crítica) de novela negra, un thriller reciente: 'El espía', de Jorge Díaz. Libros que, bromea, se han quedado en su casa este martes cuando ha vuelto la normalidad, la librería ha recobrado poco a poco la actividad y su compañera ha devuelto los libros que se había llevado.

El día D, mientras andaban atareadas llenando bolsas y buscando libros para iluminar el apagón, Marina y María también ejercieron de libreras de emergencia para una vecina del barrio de entró preguntando si sabían qué pasaba y salió de ahí con un ejemplar de 'Todo empieza con la sangre', de Aixa de la Cruz. 'Le dijimos que se llevase un libro ella también", explica.

Por la tarde, explica Sanmartín, y después de un par de viajes de ida y vuelta un tanto nerviosos por no haber podido bajar la persiana de la librería, los bares y restaurantes de la zona empezaron a sacar a la calle comida. No debían querer que se estropease, sopesa la librera, que justo en aquel momento, mientras estaba en la calle Lope de Vega, vio cómo se hizo la luz y se iluminó de pronto el interior de Cervantes y Compañía. "Todo el mundo empezó a aplaudir", cuenta.

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