Industria musical
Jordi Herreruela: “En Barcelona hace falta un escenario de 60.000 o 80.000 espectadores diseñado para la música”
El director del Cruïlla cree que la ciudad debería actualizar sus infraestructuras, abriéndose al capital privado, para proteger la iniciativa local y competir en el cambiante paisaje global de la música en directo

Jordi Herreruela, director del Festival Cruïlla y presidente del Barcelona Music Lab, fotografiado en sus oficinas del 22@. / JORDI COTRINA


Jordi Bianciotto
Jordi BianciottoPeriodista
La música suele atraparnos por el registro grabado, pero hay otra vía: el directo, como hace notar Jordi Herreruela. “El efecto del artista que rompe la barrera del escenario es mágico y hace muchos años me di cuenta de que a mí me hacía muy feliz”, explica. “La música en vivo es el nuevo fútbol. La gran celebración colectiva. Hasta ahora, era cosa de melómanos, pero ahora alcanza a un público masivo. Es para todos”. ¿Y ya no lo es un Barça-Madrid? “El fútbol no acaba de actualizar sus valores”, opina. “Le está costando hacer la transición, incorporando público femenino, por ejemplo, como sí ha hecho la música”.
Las advertencias cíclicas de que la música en directo vive en una burbuja a punto de estallar le parecen cordialmente marcianas al creador, propietario y director del Cruïlla, festival que este mes de julio celebrará su 15ª edición. “La escucha de música grabada está en niveles del 90% de la ciudadanía, y la asistencia a conciertos no llega al 30%. Puede crecer mucho más”, razona. Así es en Barcelona, una ciudad que ha desarrollado una especialización en festivales (de iniciativa autóctona) y escenarios que son parada de las grandes giras. Pero Jordi Herreruela cree que conviene dar nuevos pasos para no perder posiciones en el mapa global.

Jordi Herreruela dirige una de las grandes promotoras independientes de la ciudad. / JORDI COTRINA / EPC
Promotoras y festivales están abocados a crecer, porque les conviene poder ofrecer a los artistas más de una fecha de gira, al mismo tiempo captar a las estrellas es más y más competitivo porque estas tienden a concentrar sus conciertos en menos ciudades, y ahora están esas residencias en escenarios selectos, como el Sphere, de Las Vegas (20.000 asistentes), u otros creados para el evento, como el de Adele el verano pasado en Múnich (73.000). Es crucial mover pieza, considera Herreruela, porque “la creatividad y el intercambio social representan la identidad de Barcelona”, que “si perdiera eso, lo perdería todo".
Faltan en la capital catalana recintos creados específicamente para la música, ahí está su mensaje de alerta. “Si queremos estar en el circuito de Beyoncé, que este año solo actúa en dos ciudades de Europa, nos toca actualizar infraestructuras. ¿Cuántas veces hemos ido al Estadi o al Sant Jordi y el concierto no ha sonado bien?”, razona. “Toca tomar decisiones, porque cuando haya otras ciudades con esas infraestructuras ya no habrá espacio para más. Hace falta un escenario de 60.000 o 80.000 personas diseñado para la música, cubierto o no. Y locales para 4.000, 6.000, 10.000 espectadores”. En esas franjas se manejan proyectos en el antiguo Palau d’Esports y en el Sant Jordi Club, que se prevén remodelar. “Su uso debería ser solo musical, no híbrido con deporte”.

Jordi Herreruela, director del Festival Cruïlla y presidente del Barcelona Music Lab, fotografiado en sus oficinas del 22@. / JORDI COTRINA / EPC
Bien, ¿y todo esto quién lo paga?, podemos preguntarnos invocando al sabio Josep Pla. Ahí, Herreruela apunta al entendimiento entre el sector público y el privado. Las administraciones “deben proteger a la industria local para que no acabe en manos de multinacionales o de fondos de inversión”, estima. “Y apoyar la gestión de recintos”. Recuerda que Barcelona Events Musicals, la sociedad que organiza el Cruïlla, es de las (muy pocas) grandes promotoras independientes de la ciudad, y afirma que se postula al respecto apuntando a “locales de todas las capacidades”, ya sea presentándose a un eventual concurso para una “concesión a largo plazo” o a través de una inversión privada “que se debería poder explotar sin muchas limitaciones”.

Jordi Herreruela, director del Festival Cruïlla y presidente del Barcelona Music Lab, fotografiado en sus oficinas del 22@. / JORDI COTRINA / EPC
Ese recinto de gran capacidad debería situarse en el área metropolitana, lejos de núcleos vecinales, aun considerando que “actualmente tenemos ahí un problema de movilidad”. ¿Respondería la demanda a tanto concierto de gran formato? “En el Bernabéu, antes del parón, tenían programados más de 40. Si diéramos con el recinto adecuado, aquí se podrían celebrar. Habría inversión para hacerlo posible, y las entradas se venderían”, pronostica Jordi Herreruela, que ve en la vocación musical una señal de identidad muy enraizada en la capital catalana. “El esfuerzo que ha habido que hacer para captar el Mobile, el ISE, la Fórmula 1, la Copa América…, en la música no ha hecho falta, porque ha habido emprendedores locales que han creado eventos referenciales en todo el mundo. Que, cuando han crecido, alguien les ha hecho una oferta y la han cogido. La ciudad debería protegerlos”.
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