Entrevista |
Marina Perezagua, escritora: “Nueva York no es que sea decadente, es que ya es el tercer mundo, por no decir el cuarto"
La escritora sevillana publica 'Luna Park', colección de cuentos con la que se despide de la ciudad en la que ha vivido durante dos décadas
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Marina Perezagua, fotografiada en Madrid / LISBETH SALAS


David Morán
David MoránPeriodista
Periodista de la sección de cultura.
Marina Perezagua (Sevilla, 1978), autora de las novelas ‘Don Quijote en Manhattan’ y ‘Seis formas de morir en Texas’ y profesora en la State University of New York y la New York University, regresa al cuento con ‘Luna Park’ (Páginas de Espuma), colección de relatos con la que se despide de la Gran Manzana y aprovecha el deambular por la que ha sido su ciudad durante los últimos veinte años para asomarse a ese gigantesco agujero de cemento y hormigón que primero succiona y luego escupe. “Esa ciudad es una recompensa por todo lo que te permitirá alcanzar y un castigo por todos los delitos que te forzará a cometer”, que se arranca la sevillana citando al colosal Colson Whitehead.
¿Es ‘Luna Park’ el diario de una despedida?
El otro día en una presentación alguien me preguntó si iba a escribir un libro sobre Nueva York. Fue entonces cuando me dije que ya lo había escrito. Y, sí, es una despedida.
¿Por qué ahora?
Mira, justo una amiga del barrio, de un barrio que siempre ha sido seguro, me ha enviado un vídeo de cuatro policías tiroteando a un indigente que tenía un cuchillo. Así está Nueva York ahora. Es invivible. Hay asesinatos todos los días, suicidios... Tengo amigos que dicen que no, que Nueva York es maravilloso, pero a mí no me compensa.
En las bibliotecas de Estados Unidos, tú entras y ves que cada vez hay menos libros. Es que los retiran, realmente"
De 'Luna Park' dice que "es ficción y no ficción al mismo tiempo; lo que sea no importa demasiado". ¿Qué es entonces lo que importa?
Cuando me pongo a escribir, lo realmente importante es divertirme, ya que si no, no lo haría. Luego, aunque no sea algo preparado, me gusta hablar de temas sociales, porque siempre me ha rondado esa idea de para qué sirve lo que hago. Y seguramente no sirve de nada, pero me gusta la temática social.
En los cuentos esto se traduce en temas como el racismo, la enfermedad mental o la soledad, pero también en el miedo, una de las constantes que conecta todos los cuentos.
Antes de la pandemia yo pensaba que el mundo no podía estar peor, pero me equivoqué. Llego aquí y parece que está todo mejor, pero en Estados Unidos hay muchísimo miedo; estamos viviendo cosas que yo nunca pensé que iba a ver, como salir a la calle y encontrarte con grupos de policías pidiendo identificaciones. Hay miedo también por lo que va a pasar con el medio ambiente, ya que en un planeta que se va a militarizar cada vez más es algo que no va a tener cabida en los próximos años. Siento que el mundo, evidentemente, va a cambiar a peor. No quiero ser tan pesimista, pero es lo que parece.
Al final a mí no me pagaban por enseñar literatura, me pagaban por politizar. Es lo que nos ha traído, en cierta manera, Trump"
Otro de los temas que atraviesa ‘Lunar Park’ es la maternidad pero, asegura, este no es un libro sobre maternidades.
Yo ya tenía una novela [‘La playa’, publicada en 2024] que sí que tenía que ver con el tema. Surgió porque fui madre en ese momento, además con una experiencia muy traumática, pero después el tema la idea de maternidad se fue bifurcando y se convirtió en el eje para hablar de otras cosas.
Cuestiona la idea de ‘madres arrepentidas’.
Es que nunca llegué muy bien a entender el concepto. Si me lo dice una adolescente de 15 años, vale, pero que mujeres de 35 o de 40 digan que no sabían lo que era tener un bebé… Yo siempre he sabido que un bebé no te va a dejar dormir, que la vida te cambia... La sensación que yo tengo al leer este tipo de libros es que ni ellas se lo creen. “He buscado un embarazo y una maternidad y ahora, oh, no sabía lo que era”. Me parece, además, un problema muy privilegiado, ¿no? Porque los problemas son otros.

Marina Perezagua / Lisbeth Salas
Luna Park, el parque de atracciones de Coney Island, es en el libro símbolo de “un mundo que continúa funcionando aunque ya no exista”.
Es muy difícil quitarle a la gente la idea de esa Nueva York idealizada, esa ciudad de cine que ni siquiera en sus mejores momentos ha existido. De hecho, las películas de Woody Allen que supuestamente suceden en Brooklyn o Manhattan se ruedan en realidad en Queens. Ahora ya no es que Nueva York sea decadente, es que es el tercer mundo, por no decir el cuarto.
Ahora con Trump dicen que no se puede hablar. Y es cierto. Pero es que antes tampoco se podía hablar con Biden. Lo que pasa es que no se puede hablar de temas distintos"
Y ahora, encima, Trump.
Si a mí me escucha Trump, me quita la ciudadanía. Ayer me dijeron que quería meter a delincuentes estadounidenses en cárceles de El Salvador. Una locura. A este hombre, aparte de ser el demonio, hay que reconocerle que tiene imaginación.
¿Por qué esa necesidad de llevar el cuento al terreno de lo autobiográfico?
Si dijera que todo es ficción también colaría, pero al ser una despedida, necesariamente tenía que ser más apegado a mi realidad, más personal.
En Nueva York, escribe, “el mundo académico que conocí, respeté y que contribuyó a mi crecimiento, está desapareciendo de manera gradual (lo están haciendo desaparecer)”.
Al final a mí no me pagaban por enseñar literatura, me pagaban por politizar. Es lo que nos ha traído en cierta manera Trump, porque como ya había salido y podía volver a salir, se han dedicado a teorizar sobre cosas que ni siquiera les importaban. El caso es que ahora con Trump dicen que no se puede hablar. Y es cierto. Pero es que antes tampoco se podía hablar con Biden. Lo que pasa es que no se puede hablar de temas distintos. Cuando yo llegué a Nueva York la academia era un sitio maravilloso, donde todo el mundo podía tener opiniones distintas. En el doctorado todos éramos de lugares diferentes, teníamos ideología diferentes. Y no había roces. Pero después la academia ha ido degenerando en censura.
¿Hay alguna reacción ante este declive?
A mí lo que me da vergüenza ajena es la impostura de toda esta línea 'woke', con la que estoy de acuerdo en teoría, pero que es como una farsa. Fíjate en Columbia, que ahora está comiendo de la manita de Trump, porque si no le cortan el presupuesto. Palestina ya no. Se han desenmascarado, porque todo son cuestiones económicas. Entonces agachan la cabeza. Dame el presupuesto para la universidad y aquí no se habla de Palestina.
No hace mucho escribió un artículo sobre ‘El odio’ en el que alertaba del peligro de educar en el miedo a las palabras.
Me da mucho miedo esto. Vamos a ver, en las bibliotecas de Estados Unidos, tú entras y ves que cada vez hay menos libros. Es que los retiran, realmente. Cuando salió lo de ‘El odio’, yo como madre pues seguramente habría actuado como la madre. Pero es que ese no es mi papel. Como víctima, seguramente habría ido a Anagrama y habría dicho, ‘oye, cuidado’, porque lo respeto profundamente, lo entiendo profundamente y me solidarizo profundamente. Otra cosa es la libertad de creación. La literatura es algo muy subjetivo que tiene una lectura muy polifónica.

'Luna Park'
Marina Perezagua
Páginas de Espuma
128 páginas
16,35 euros