Montserrat milenaria (1)
Montserrat y el Barça: una Moreneta junto al túnel de vestuarios
Con la represión franquista, el santuario mariano y el club de fútbol se convirtieron en herramientas de expresión de la catalanidad

Frank Rijkaard y Joan Laporta, con los niños de la Escolania de Montserrat y el trofeo de Liga, en 2005. / Josep Garcia


Rafael Tapounet
Rafael TapounetPeriodista
Este artículo es una republicación con motivo del milenario de Montserrat que se celebra a lo largo de 2025.
Los países que carecen de poder administrativo real se ven obligados a construir centros de poder simbólico para reforzar la cohesión y alimentar una cierta idea de continuidad histórica. En la Catalunya sojuzgada por el franquismo, las instituciones que desempeñaron ese papel con mayor eficacia fueron el monasterio benedictino de Montserrat y el Futbol Club Barcelona. La represión desplegada por la dictadura convirtió a un santuario mariano y a un equipo de balompié fundado por protestantes en las más útiles herramientas de expresión de la catalanidad y el catalanismo, y en ese trance se forjó un estrecho y duradero vínculo entre ambos (relación que tal vez debió de escamar un poco a la Virgen de la Mercè, que al fin y al cabo es la patrona de la ciudad que, como decía Josep Lluís Núñez, lleva el nombre del club).
El primer documento en el que se señala que el Futbol Club Barcelona se halla bajo la advocación de la Moreneta data de 1955. Se sabe, sin embargo, que el club ya había donado una lámpara votiva al monasterio en abril de 1947, con ocasión de las fiestas de la Entronización de la Virgen de Montserrat, una celebración que hoy está considerada como el primer gran acto de reivindicación de la identidad catalana tras la guerra civil. Los lazos quedaron consolidados bajo la presidencia de Francesc Miró-Sans, cuando una réplica de la Moreneta encargada a los monjes de la abadía y sufragada por suscripción popular (a seis pesetas el boleto) presidió el acto de inauguración del Camp Nou el 24 de septiembre de 1957 (festividad de la Mercè, ya ven qué lío).
Una vuelta a hombros
La talla de la Virgen había sido presentada poco antes en Montserrat, en una romería en la que participaron centenares de hinchas barcelonistas. El día de la inauguración del nuevo estadio, la imagen fue entronizada en una misa impartida por el arzobispo Gregorio Modrego Casaus (primo de Nicolau Casaus, que más adelante sería vicepresidente del club), dio la vuelta al campo a hombros de un grupo de aficionados y acabó instalada sobre un pedestal de roca extraída de la montaña santa en un espacio habilitado junto al túnel de vestuarios.
Con el tiempo, ese habitáculo se convirtió en un almacén de trastos viejos, hasta que los miembros de la Penya Solera (todo un poder fáctico en el Barça de aquella época) obtuvieron el permiso para transformarlo en una pequeña capilla montserratina en la que durante décadas se celebró una misa de inicio de temporada con la asistencia de los jugadores del primer equipo y en la que, por ejemplo, se velaron los restos mortales del legendario Josep Samitier en mayo de 1972.

La capilla montserratina en el Camp Nou, antes de las obras / FCB
Pero la relación entre el FC Barcelona y la patrona de Catalunya no quedó circunscrita al reducido espacio del oratorio del Camp Nou. Apenas dos meses después de la muerte de Samitier, el santuario de Montserrat en Monistrol acogió el primer encuentro de peñas barcelonistas. Más multitudinario aún fue el ‘aplec’ de socios ‘culers’ celebrado en el complejo monástico el 17 de noviembre de 1974 en el marco de los festejos del 75 aniversario del club, excursión que fue aprovechada por varias decenas de políticos catalanistas encabezados por Jordi Pujol para, camuflados de peñistas del Barça, montar una reunión clandestina en las dependencias del templo y fundar Convergència Democràtica de Catalunya.

'Aplec' barcelonista en Montserrat para celebrar el 75 aniversario del club, en 1974. / Archivo
Escalada ciclista
A partir de ese momento, lo de subir a la montaña santa para ofrecerle a la Virgen Negra los trofeos obtenidos se convirtió en un ritual inexcusable en el mundo barcelonista. En años de penuria deportiva, las peregrinaciones de los directivos y el cuerpo técnico a la abadía constituían, por infrecuentes, todo un acontecimiento. Tras una larga sequía liguera, en la temporada 1984-85 los jugadores se comprometieron a subir en bicicleta a Montserrat si ganaban el título. Y así lo hicieron, en una histórica escalada en la que el alemán Bernd Schuster se impuso con insultante autoridad a sus ‘coéquipiers’. La plantilla azulgrana repitió la gesta en 1992 después de conquistar la Copa de Europa. Los jugadores completaron la dura etapa con la ayuda de ciclistas profesionales como Perico Delgado, Melcior Mauri y Laudelino Cubino y el apoyo de miles de seguidores. Albert Ferrer, que llegó a la meta en octava posición, fue declarado ganador después de que los siete futbolistas que le habían precedido fueran descalificados por hacer parte del recorrido agarrados a un coche.
En la actualidad, la réplica ‘culer’ de la Moreneta está guardada en una caja, a la espera de ser restituida en su capilla cuando concluyan las obras del nuevo Camp Nou.
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