Literatura
Vargas Llosa y Barcelona: el 'boom', la conexión con Carmen Balcells y su vida "espartana" en Sarrià
En los años que vivió en Barcelona, el mito del escritor se hizo fuerte y aquí nació ‘la catalana’, su hija Jimena Wanda Morgana
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El jurado del premio "Biblioteca Breve" de novela formado por los escritores García Hortelano, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa y José María Castellet, en Barcelona. / EFE


Ricardo Baixeras
Ricardo BaixerasCrítico literario
Doctor en Humanidades (Teoría de la Literatura y Literatura Comparada). Autor de 'Tres tristes tigres y la poética de Guillermo Cabrera Infante' (Universidad de Valladolid)
Barcelona ya había dado muestras de ser una ciudad acogedora con escritores latinoamericanos antes de que dos de los escritores más influyentes para las generaciones futuras, Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez, llegaran a la ciudad condal. Julio Cortázar, Pablo Neruda o José Donoso ya habían pasado por Barcelona paseando por las calles del Ensanche. Pero fue Vargas Llosa el que convirtió ‘la ciudad de los prodigios’ en una Meca a la que llegar como si se aterrizara en el corazón de Europa: estar en Barcelona significaba también poder viajar a Roma, a París o a Londres.
Y con todo Barcelona se convirtió en uno de los corazones palpitantes de la obra creativa del escritor peruano. Y sí, es cierto: cuando llegó a Barcelona en 1970 con 34 años ya era el autor de tres novelas grandiosas: 'La ciudad y los perros' (1963), 'La Casa Verde' (1965) y 'Conversación en La Catedral' (1969). Pero es aquí donde su altura como novelista y ensayista toma una proyección internacional que ya no tuvo vuelta atrás. Es aquí donde entrará en contacto con un mundo cultural que significaba muchas cosas pero que tomaría bajo el sintagma de la ‘gauche divine’ carta de navegación. Son los años que no solo se está expandiendo la vida bajo los últimos estertores del franquismo: hasta la geografía editorial toma otras directrices con la fundación de Anagrama, Tusquets o La Gaya Ciencia.

El escritor Mario Vargas Llosa (dcha), y el escritor israelí Amos Oz en el Festival Internacional de Literatura Kosmopolis, en el CCCB. / Mediterraneo / EFE
En el caso de Vargas Llosa hay dos figuras inexcusables ligadas a su ciudad condal: Carlos Barral, su editor (del que decía en 1970: “En lo que se refiere a su difusión, mis libros probablemente le deben tanto o más que a mí a Carlos Barral. Si no fuera por él, a lo mejor yo sería todavía un escritor inédito o publicaría en ediciones de mil ejemplares, que demorarían diez años en agotarse”) y Carmen Balcells, “Superagente Literario 009”, como la llamó Manuel Vázquez Montalbán, y que defendió a capa y espada, literalmente, la vida y la obra del escritor peruano. También en 1970 acabaría confesando a Robert Saladrigas en la revista 'Destino' que es Barcelona “el único lugar donde se puede trabajar a gusto. No, no hay cuidado que me molesten [...] Es la primera vez que consigo escribir sin agobios, sin pensar en otra cosa”. Y claro. Es en Barcelona donde obtiene la distancia y la perspectiva necesarias para poder dedicarse en cuerpo y alma a una pasión excluyente que, muchos años después, vería recompensada con la gloria del Premio Nobel.

El escritor Mario Vargas Llosa, su pareja Isabel Preysler (2-i), la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau (2-d), y el historiador Ferran Mascarell (d) al término del homenaje a la agente literaria Carmen Balcells, fallecida en septiembre, en un acto celebrado en el Palau de la Música en el que se ha proyectado un documental con imágenes inéditas realizado por Leopoldo Pomés. / EFE
Y es aquí también donde coincide con aquel otro monstruo, un tal García Márquez, que vive a pocos pasos, Caponata número 6, de la casa que encuentra Vargas Llosa en la calle Osio número 50, en Sarriá, donde se instala con su familia. Y es aquí donde Vargas Llosa se encierra con su innegociable actitud espartana para corregir un trabajo que tituló ‘García Márquez. Historia de un deicidio’: lo que había sido su tesis doctoral se convirtió en el mejor estudio jamás escrito sobre la obra de un colombiano que había incendiado años antes el panorama de la literatura con ‘Cien años de soledad’.
Y es en Barcelona donde da clases en la Universidad Autónoma de Bellaterra, corrige sus propios textos, lee ensayos como 'La inspiración y el estilo' de Juan Benet, prologa 'El verdadero Barba Azul' y 'La tragedia de Gilles de Rais' de Georges Bataille, regresa una vez más a su querido Joanot Martorell del que ya se había ocupado en “Carta de Batalla por Tirant lo Blanc” y se sumerge en las cartas de Flaubert que dará como resultado un estudio excepcional: 'La orgía perpetua'.
Fue en estos años donde el mito del escritor se hizo fuerte y donde nació ‘la catalana’ hija (Jimena Wanda Morgana). En julio de 1974 y en casa de Carmen Balcells Barcelona despedía, tras cuatro años de intensa relación, a un escritor que se había ausentado durante 16 años de Perú. García Márquez, Jorge Edwards, José Donoso, Ricardo Muñoz Suay y él posaban en una histórica fotografía que daba cuenta de uno de los episodios literarios y editoriales más extraordinarios de la literatura del siglo XX. Lo habían llamado ‘el boom’ y Vargas Llosa fue uno de sus más ilustres representantes.

El premio Nobel Mario Vargas Llosa interviene al final de la manifestación convocada por Societat Civil Catalana hoy en Barcelona en defensa de la unidad de España bajo el lema "Basta! Recuperemos la sensatez" acompañado del socialista Josep Borell y el presidente de SCC Mariano Gomá. / Quique García / EFE
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