Crítica

La ONE deja el listón muy alto con la 'Sexta' de Mahler

La visita al Auditori de la Orquesta Nacional de España, liderada por David Afkham, impone un sonido suntuoso, calurosamente recompensado por el público catalán

La Orquestra Nacional de España, liderada por David Afkham

La Orquestra Nacional de España, liderada por David Afkham / El Periódico

Pablo Meléndez-Haddad

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Barcelona
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El enriquecedor intercambio que realiza la Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya (OBC) y la Orquesta Nacional de España (ONE) brinda este fin de semana nuevos frutos; mientras el conjunto catalán lleva obras de Ravel, Gerhard, Parra y Mussorgsky al ciclo sinfónico madrileño de la ONE, esta última ha traído al Auditori la ‘Sinfonía Nº 6 en La menor’ de Mahler, mal llamada ‘Trágica’. La obra, de dimensiones colosales (en enero se interpretó en el Liceu), contó en el podio con un David Afkham que comienza a despedirse de la orquesta, ya que le sucederá, a partir de septiembre de 2026, el gran Kent Nagano: sale un maestro nacido en 1982 y entra uno de 1951.

Afkham conoce bien a la ONE, de la que es titular desde 2019 y con la que debutó en 2011, por lo que la sintonía con sus músicos regala notables resultados. Así se apreció en el concierto del viernes, con una lectura cincelada al milímetro por el maestro y ante unos músicos entregados y motivados, sacando partido del talento de todos intérpretes y de la calidad de los instrumentos que posee la orquesta. Los primeros atriles de las diferentes familias destacaron casi como si fueran solistas en esta sinfonía sin voz que Mahler dejó cargada de interrogantes, como la ubicación del ‘Scherzo’, que en esta ocasión se ha interpretado como un clásico tercer movimiento, aunque el compositor, en algún momento, lo quiso poner después del imponente ‘Allegro energico, ma non troppo’ del comienzo (por cierto, tal y como hizo Josep Pons en enero en el Liceu).

En este caso el ‘Andante moderato’ precedió al ‘Scherzo’ respondiendo a algo así como una lógica interna que prepara el ánimo para el monumental ‘Finale’ –con solo dos golpes de martillo– que la ONE dibujó en un 'crescendo' de fascinante intensidad. Cuerdas sonoras, transparentes y empastadas, con una excelente Valerie Steenken como concertino, espléndidos metales (¡vaya 9 trompas!), madera suntuosa y percusión impecable. Una ONE brillante para una lectura plenamente convincente.

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