Discos de la semana

Bon Iver vuelve desde la niebla con 'SABLE, fABLE'

Justin Vernon recupera su voz más humana para entregar un álbum atmosférico y esperanzador

Los nuevos elepés de Will Stratton y Valerie June, también reseñados

Justin Vernon, alias Bon Iver, en concierto.

Justin Vernon, alias Bon Iver, en concierto. / ANETTE KARLSEN / EFE

Patri Di Filippo
Rafael Tapounet
Jordi Bianciotto
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'SABLE, fABLE'

Bon Iver

Jagjaguwar

Alternativa

★★★

Tras dos discos tan densos como crípticos, Bon Iver baja el volumen. Seis años después de ‘i,iy alguno más desde22, A Million’, Justin Vernon, el ermitaño de Wisconsin con alma de ciervo herido, ha vuelto. Y lo ha hecho en su forma más frágil y humana desde ‘For Emma, Forever Ago,’ abandonando los juegos de distorsión vocal, los títulos indescifrables y las estructuras deconstruidas en pos de una atmósfera, de un sentimiento. Es la calma de aquel que, después de tantos años en el bosque (metafórica y literalmente), se conforma con mirar el paisaje desde su porche.

Divide aquí Vernon ‘SABLE, fABLE’ en dos partes no por simetría, sino por desarrollo temático. ‘SABLE’, que corresponde por entero al EP del mismo nombre ya publicado el año pasado, funciona casi como un prólogo, con sus tres canciones melancólicas y de corte folk. Sencillas (que no simples) en su estrucutura, permiten a Bon Iver hacer brillar así esa voz tan poderosa e íntima a la vez que le valió el título de 'Rey de los indies tristes'.

La primavera llega también a Wisconsin

Conectadas por la misma nota, la última canción de la primera parte (‘AWARDS SEASON’) y la primera de la segunda parte, (‘Short Story’), no podrían en realidad ser más diferentes. Vernon nos invita a dar un paso adelante, a dejar atrás las sombras de 'SABLE' y abrazar lo nuevo, y es ‘Short Story’ la que marca el punto de inflexión. Un tema con una vibración alegre, casi festiva, que roza el góspel y nos recuerda que las emociones también pueden ser ligeras, que el amor no siempre es sufrimiento.

A partir de ahí, ‘SABLE, fABLE’ se convierte en un festival de sonidos y colores, en los que Vernon florece de la mano del R&B (‘Everything is Peaceful Love’, ‘Day One’, en colaboración con la cantautora Flock of Dimes) y de la mismísima Danielle Haim. Precisamente ‘If I Only Could Wait’ es uno de los cortes más estimulantes y conseguidos del disco. Un temón pop esperanzador y atmosférico (concretamente: atmósfera celestial), que recuerda al mejor disco de amor en clave ambient jamás hecho: ‘Three Love Songs’, del también americano Ricky Eat Acid.

La penúltima pista, ‘There’s A Rhythm’, resume la sensación de liberación que recorre ‘fABLE’. La percusión tribal y el 'groove' nos empujan hacia adelante, invitándonos a dejar atrás la incertidumbre y abrazar el flujo de la vida. El álbum se cierra con ‘Au Revoir’, una composición instrumental que actúa como una reflexión final sobre el viaje emocional recorrido. Es una despedida suave, una nota de cierre que nos deja con la sensación de haber presenciado algo profundo y transformador. ‘SABLE, fABLE’ quizá no sea recordado como el mejor disco que nos deja Bon Iver en su catálogo, pero siempre es de agradecer cuando un artista tan establecido y tan admirado por un estilo muy concreto se atreve a explorar otros caminos. Patri Di Filippo

Otros discos de la semana

Points of origin’

Will Stratton

Bella Union

Canción de autor

★★★★

Cada vez más alejado de la sombra de Nick Drake que lo acompañó en sus inicios, el cantautor afincado en el valle del Hudson alcanza la plenitud en unas canciones de alto vuelo literario que recrean en primera persona diversas estampas de la vida en su estado natal de California. Arropado por unos arreglos exquisitos, el sonido se mueve entre la ensoñación y la calidez y brilla tanto en los momentos más delicados (‘Higher and drier’) como en los más compactos (‘Temple Bar’). Rafael Tapounet

‘Owls, omens and oracles’

Valerie June

June Tunes Music-Concord- Music As Usual

Rock-folk-gospel

★★★★

Reconfortante andanada de música mestiza, un canto a la vida desde su desacomplejada apertura (‘Joy, joy!’), en el que esta artista de Tennessee encara la confusión y el desánimo con exquisitas compañías: producción de M. Ward, las voces amigas de Norah Jones y The Blind Boys of Alabama. Guitarrazos ácidos y ecos ‘sixties’, el influjo de Nueva Orleans y del country, pero más allá de la ensalada de géneros, el disco conquista por las hechuras amorosas de sus canciones. Jordi Bianciotto