'Corteo' vuela alto en el Sant Jordi

El Cirque du Soleil sigue su idilio con el público barcelonés. Espectadores de edades muy diferentes han disfrutado este jueves del estreno en el Palau Sant Jordi de ‘Corteo’, un homenaje al mundo del circo con toques 'fellinianos' con sabia puesta en escena de Daniele Finzi Pasca, creador también de otro espectáculo de la compañía canadiense, 'Lucia' (2016). Una calurosa ovación ha despedido el 'show' que casi ha llenado su primera función que, al coincidir con el partido del Barça, ha complicado la llegada y salida del recinto.

El director ha adaptado el aclamado espectáculo diseñado para carpa a grandes pabellones intentando captar la misma magia que se producía en bajo la lona del circo tradicional. Los personajes de ‘Corteo’ tienen aroma de circo de otra época. No solo por el vestuario y el bello telón pintado, lo primero que sorprende al espectador.

La historia de Mauro, un gran protagonista capaz de improvisar y hablar varios idiomas, y los recuerdos de su vida antes de subir al cielo son el hilo conductor de este espectáculo donde aparecen desde el Payaso Blanco, que camina del revés por el aire a varios metros de altura, y un gigante de más de dos metros que contrasta con el diminuto tamaño de una pareja de enanos, Anita y Victor. No estamos acostumbrados a verlos ya en espectáculos pero son una de las bazas de esta producción donde uno de los números más comentados por el público tiene como protagonista a Anita, una valiente artista de pequeño tamaño que sobrevuela la platea sujeta a grandes globos impulsada por los espectadores que, con mayor o menor habilidad, levantan los brazos para poder empujarla hacia las alturas con un ligero empujón a sus delicados pies. Después de toda la polémica surgida con los enanitos digitales de la última versión cinematográfica de 'Blancanieves', uno valora ver actuar a gente de carne y hueso que sale de la norma en un espectáculo de gran calidad. Da que pensar.

'Corteo' tiene momentos de todo tipo pero es uno de los espectáculos con más diálogo y números aéreos del Cirque du Soleil. Muy teatral. Hay desde la ternura de los juegos de infancia hasta los desafíos de la juventud y también sensualidad en el número en el que Mauro recuerda a sus amantes que aparecen colgadas de grandes lámparas antiguas con acróbatas en lencería fina. Sorpresas, humor, climática música en directo y mucha adrenalina se combinan en una producción donde destaca el ensamblaje de un fantástico conjunto de artistas sólidos y bien compenetrados. Basta ver el exigente número con numerosas ruedas Cyr o el número final.

El más difícil todavía el inicio llegó sobre todo en la segunda parte, con números de aéreos impresionantes. El primero, el único con red, permitió disfrutar de auténticas filigranas tan complejas como bellas. Otro aplaudido número fue el romántico dúo de 'straps' o cintas donde brillaron la japonesa Hilomi Kinokuniya y el ucraniano Oleksandr Kunytskyl donde se la fuerza, la gracia, el riesgo y las horas de ensayo se dejaban notar. Uno de los números estrella de la noche, aunque no el único.