Crítica de 'Weltschmerz (títol provisional)'
Contra la angustia existencial, petanca: la sorpresa de la temporada teatral está en la Brossa del Born
El nuevo espectáculo de Ferran Dordal da la espalda a un presente acelerado, ejercicio escénico singular que ejemplifica el buen momento artístico de la nueva sala Brossa.

Ferran Dordal, Marc Salicrú, Clara Aguilar y Albert Pérez Hidalgo en 'Weltschmerz (títol provisional)'. / César Font


Manuel Pérez i Muñoz
Manuel Pérez i MuñozPeriodista.
Es la sorpresa de la temporada: el Centre de les Arts Lliures, la Brossa del Born, ha salido de su letargo con una nueva dirección colegiada. En artes escénicas, la gestora Georgina Oliva ha trasformado la sala en un templo del teatro menos previsible. Ejemplo de ello, el nuevo espectáculo de Ferran Dordal Lalueza, corredor de fondo y forma, pieza fundamental en puzzles tan dispares como Agrupación Señor Serrano o en las dramaturgias de Carlota Subirós. Su última creación en solitario nos invita a presenciar un partido de petanca y, aunque no suene muy dinámico, el resultado se aventura tan redondo como las bolas en juego.
'Weltschmerz (títol provisional)' hace referencia al dolor del mundo, noción romántica y germanófila que Dordal reviste de una fina capa de ironía muy posmoderna. Se trata de un proceso de escritura financiado con una de aquellas becas que no cubre ni el salario mínimo, y su montaje, para más sarcasmo, acaba como una digresión sobre la pereza creativa, práctica de las complicaciones del oficio escénico. El texto aparece proyectado, locutado y más tarde leído por los performers, un magma discursivo que divaga entre la filosofía y la cotidianidad. En la oscilación se abraza un tranquilo desasosiego personal, pero también colectivo, un artista perplejo que se enfrenta a sus contradicciones como individuo que consume, que agrava la crisis energética a cada consulta en el móvil. Dudas compartidas como un bote salvavidas que no conduce a ninguna parte.

Albert Pérez Hidalgo, Marc Salicrú, Clara Aguilar y Ferran Dordal en 'Weltschmerz (títol provisional)'. / César Font
Disociada del texto, la puesta en escena se articula entorno a una partida de petanca. El Conde de Torrefiel ya practicó el azar del deporte como alternativa a la repetición del teatro. La pista, las jugadas y el marcador hacen de cada función un ritual único. Los cuatro integrantes del equipo artístico compiten en un diálogo entre cuerpo y pensamiento. El actor Albert Pérez Hidalgo nos explica normas y curiosidades de la disciplina. La compositora Clara Aguilar ameniza los descansos con música, mientras el escenógrafo Marc Salicrú rastrilla la arena para integrar una calma de jardín zen.
Tal vez algunos encuentren la obra demasiado discursiva o incluso hermética, pero su fuerza radica en la singular manera en que combina inteligencia, humor y fragilidad. Frente a la trepidación del presente, 'Weltschmerz' aboga por la reflexión a juego lento. Un intento de dar forma al vértigo contemporáneo con un boliche como horizonte y lanzamientos siempre imprevisibles. Deben existir espacios para que creadores heterodoxos como Dordal puedan presentar sus proyectos. Esperemos que los gestores políticos también lo crean y asistan como deben el giro de la nueva sala Brossa.
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