Periodismo

Exilio, censura y envenenamiento a la sombra de Putin: “Ahora mismo Rusia es un enorme punto ciego”

La periodista rusa Elena Kostyuchenko, exiliada y amenazada de muerte por su cobertura de la guerra de Ucrania, reúne reportajes y apuntes autobiográficos en 'El meu país estimat. Cròniques d'un país perdut'

Marc Marginedas: “Rusia es un país gobernado por monstruos”

La periodista rusa Elena Kostyuchenko publica el libro 'El meu país estimat'

La periodista rusa Elena Kostyuchenko publica el libro 'El meu país estimat' / Macarena Pérez / EPC

David Morán

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Barcelona
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La periodista rusa Elena Kostyuchenko (Yaroslavl, 1987) fue la primera en escribir sobre Pussy Riot y, que se sepa, una de las últimas a la que el régimen ruso intentó borrar del mapa por la vía del envenenamiento. Una relación causa-efecto de manual que explica, entre otras cosas, que Kostyuchenko, una de las firmas más destacadas del semidesaparecido ‘Nóvaya Gazeta’, haya tenido que dar forma a ‘El meu estimat país. Cròniques d’un país perdut’ (La Segona Perifèria) desde el exilio. Escondida en Praga. O en Berlín. O en Múnich, donde en octubre de 2022 empezó a encontrarse francamente mal tras pasar por el consulado para gestionar un visado. “Estaba muy mareada, la cabeza me daba vueltas y vomitaba. Sudaba mucho, y mi sudor olía como a fruta podrida”, recuerda.

Al principio, asegura, creyó que podía ser covid, pero no tardó en darse cuenta de que era algo mucho más serio. Peor. “Los médicos empezaron a investigar mi salud y, después de dos meses y medio de pruebas, sólo tenían un diagnóstico: envenenamiento”, explica. A la vuelta de la esquina, una larga lista de envenenados y represaliados, de opositores críticos y periodistas incómodos, que esquivó por poco.  

Poco antes de aquello, en primavera, Kostyuchenko estaba en Ucrania cubriendo la guerra cuando recibió un inquietante mensaje de su editor. "Sé que quieres volver a Rusia, pero no puedes. Te matarán", le advirtió. Los soldados rusos, le dijo, habían recibido órdenes de fusilarla. “El fascismo no aparece como un simple golpe, sino que crece lentamente, como un cáncer. Y contiene muchas decisiones, miedos y esperanzas diferentes de personas muy distintas", reflexiona ahora Kostyuchenko en un intento por comprender, si es que tal cosa es posible, cómo se ha llegado hasta aquí.

“Quería explicar cómo Rusia se convirtió en un país fascista; cómo el fascismo crece en nuestras almas y florece con la guerra”, añade la reportera, de paso por Barcelona para participar en el ciclo del CCCB ‘Rusia: voces silenciadas’ y presentar un libro en el que mezcla reportajes publicados entre 2008 y 2022 en ‘Nóvaya Gazeta’ y apuntes autobiográficos desde el exilio.  “Si escribo sobre el fascismo en mi país no puedo excluirme; no puedo esconderme detrás de mis personajes, como siempre hice como periodista”, asegura.

Control y poder

El “país perdido” al que se refiere Kostyuchenko en el subtítulo se hace carne aquí a través de adolescentes que malviven en hospitales abandonados, personas recluidas en instituciones mentales y mujeres que buscan los cuerpos de sus maridos muertos en el Donbás. Entre crímenes medioambientales, orfanatos aterradores y corrupción sistemática. “Las historias más impactantes son las que nunca se han contado, porque son un punto ciego en la imagen común del mundo”, defiende la periodista.

El título, por cierto, no tiene ni un ápice de ironía. “Cuando digo que amo a mi país, me refiero a mi gente -asegura-. El estado no tiene nada que ver con el amor; tiene que ver con el control y el poder”. También, o sobre todo, con el miedo. “Antes de Putin, tuvimos los años 90, que fueron una época de pobreza, corrupción y delincuencia, y fueron tiempos realmente malos. Y, antes de eso, la Unión Soviética. En Rusia, la gente tiene una profunda experiencia familiar: si uno va en contra del Estado, en el mejor de los casos, acaba en la cárcel; en el peor, en la tumba”, explica.

Barcelona, 20 de marzo de 2025. Entrevista en el CCCB con la periodista rusa Elena Kostyuchenko, que publica el libro 'El meu país estimat'

Elena Kostyuchenko posa en le patio del CCCB / Macarena Pérez / EPC

Para Kostyuchenko, no hay mejor ejemplo de todo esto que el hecho de que su madre, su propia madre, fuese partidaria de Putin y defendiese la invasión de Ucrania. “Así de sólido y sofisticado es el sistema de propaganda ruso”, lamenta. No la culpa. Al contrario. “La telerrealidad es muy hermosa y placentera: es más fácil creer que luchamos en Ucrania porque protegemos a los ciudadanos rusos que descubrir que nos han estado engañando durante décadas”, dice. Otra cosa, añade, es que esté dispuesta a sacrificar la relación con su madre por culpa de los desmanes del  estado. “La propaganda ha destrozado muchas familias, pero yo no quería renunciar a mi madre, no quería dársela a Putin. Así que seguimos en contacto. No hace mucho me llamó y me dijo que ya no apoya esta guerra. No ve por qué la necesitamos y quiere que termine ya”, desvela. 

El fascismo no aparece como un simple golpe, sino que crece lentamente, como un cáncer. Y contiene muchas decisiones, miedos y esperanzas diferentes de personas muy distintas"

La resistencia periodística

Abducida por el periodismo desde que descubrió a Anna Politkóvskaya y decidió que acabaría trabajando en ‘Nóvaya Gazeta’, lamenta Kostyuchenko que, ahora mismo, “Rusia es un enorme punto ciego”; un agujero informativo en el que sólo los periodistas que siguen trabajando saben lo que está pasando. “Son héroes, y entre ellos está mi hermana pequeña, que ahora es reportera de investigación de ‘Nóvaya Gazeta’”, anuncia con orgullo. Porque, por más que el Kremlin prohibiese la publicación del periódico ruso poco después de que le diesen el Nobel de la Paz y muchos de sus periodistas acabasen saliendo del país, el 'Nóvaya Gazeta' ha resurgido de forma harto peculiar: en el exilio, con el 'Nóvaya Gazeta Europa', y en Rusia, difundiendo información a través de Telegram y en formato PDF.  “Básicamente, puedes descargar un PDF en tu ordenador e imprimir tu propia versión del periódico”, celebra. Algo parecido ocurre con su libro, prohibido en su país por razones evidentes pero que ya ha empezado a moverse con soltura por el mercado negro. 

Barcelona, 20 de marzo de 2025. Entrevista en el CCCB con la periodista rusa Elena Kostyuchenko, que publica el libro 'El meu país estimat'

Elena Kostyuchenko publica el libro 'El meu país estimat' / Macarena Pérez / EPC

Se mantiene así el altavoz, aunque no siempre se preste demasiada atención al mensaje. “En 'Nóvaya Gazeta' hemos informado durante todos estos años sobre violaciones de derechos humanos, pero de alguna manera los países europeos y el mundo en general se han convencido de que era un problema interno. Pero si un estado no respeta los derechos de sus propios ciudadanos, tampoco respetará los derechos de sus vecinos”, deplora. De aquellos polvos, los lodos tóxicos del siglo XXI. “¿Qué puedo decir? Era rentable ser amigo de Putin, ¿verdad? Gas, petróleo, minerales...", ironiza. Ahora, añade, "Trump y Putin son como hermanos de mente". "Comparten valores y perspectivas del mundo. A los dos les encanta adular y saben hacerlo, así que se caen muy bien. Es triste que ambos sean heterosexuales; creo que harían una gran pareja", asegura.

Lo que ya no tiene tan claro Kostyuchenko es que el presidente estadounidense vaya a conseguir mediar de forma efectiva entre Rusia y Ucrania y logre un alto al fuego realmente duradero. “Putin no cumple sus promesas, y eso es algo que Trump probablemente no entiende del todo”, zanja.

'El meu país estimat'

Elena Kostyuchenko

Traducción de Miquel Cabal Guarro

La Segona Perifèria

504 páginas

23,90 euros