Libros con swing
El jazz según Murakami: el eterno candidato al Nobel se mide con Chet Baker, Billie Holiday y Frank Sinatra
El escritor japonés reúne en 'Retratos de jazz' perfiles de músicos y artistas favoritos ilustrados por Makoto Wada
El saxofonista Marshall Allen, líder de la Sun Ra Arkestra, publica su disco de debut en solitario a los 100 años

Murakami, junto a su colección de discos / Tusquets


David Morán
David MoránPeriodista
Periodista de la sección de cultura.
Antes de asaltar el estrellato literario y coronarse como fabulador supremo de las últimas décadas, antes incluso de empezar a convertir sus novelas en campos minados de referencias pop con guiños a los Beatles, Curtis Fuller o The Dells, por citar unos pocos, Haruki Murakami (Fushimi-ku, Kioto, 1949) tuvo una primera gran revelación al ver en directo a Art Blakey y sus Jazz Messengers. El japonés, poco más que un quinceañero en aquel momento, se coló en el jazz por la puerta grande y de la mano del portentoso batería estadounidense y ya nunca más quiso salir de ahí.
“Supongo que aquella noche no llegué a entender apenas nada de la música que estaba escuchando. Desde luego, era una música de una complejidad extraordinaria para alguien como yo, que se limitaba a escuchar rock and roll en la radio o en discos que compraba, y a cuyos oídos llegaba, de vez en cuando, como mucho, alguien como Nat King Cole; aún me encontraba, sin duda, a otro nivel musical”, evoca Murakami, eterno candidato al Nobel de literatura y melómano premium, en ‘Retratos de jazz’ (Tusquets), su mano a mano con medio centenar de titanes del género a partir de otras tantas ilustraciones de Makoto Wada.

Detalle de las ilustraciones de Makoto Wada en la cubierta de 'Retrats en jazz', edición en catalán publicada por Empúries / EPC
Tras aquel primer flechazo con los Jazz Messengers y sus versiones de ‘It’s Only A Paper Moon’ y ‘Three Blind Mice’, la pasión jazzística del autor de ‘1Q84’ no hizo más que crecer y multiplicarse: a mediados de los años 70 abrió junto a su mujer un diminuto local de jazz, el Peter Cat, y pasaba las horas pinchando vinilos de los años 50 de su colección personal. Su forma de escribir, como él mismo ha reconocido, también tiene mucho que ver con la cadencia rítmica del swing y el be bop. «Más que aprender técnicas de escritura a partir de otros autores, tiendo a prestar atención al ritmo, las armonías, la improvisación libre y ese tipo de cosas», aseguró hace años.
Ilustrar con palabras
La aventura del Peter Cat apenas duró cinco años, pero la colección de discos de Murakami siguió creciendo a tal ritmo que, cuando le propusieron “ilustrar con palabras” los 55 retratos de músicos en los que estaba trabajando Makoto Wada, lo realmente difícil debió ser escoger sólo un disco de cada artista. Porque eso es precisamente lo que hace Murakami en ‘Retratos de jazz’, volumen publicado originalmente en 1997 y recuperado ahora por Tusquets en el que se aproxima a figuras como Chet Baker, Stan Getz, Cab Calloway, Ella Fitzgerald, Count Basie, Glenn Miller o Louis Armstrong, entre muchos otros, a través de un LP significativo para la carrera del músico o para el propio Murakami. De Charlie Parker, por ejemplo, escoge ‘Bird and Diz’ para, acto seguido, dedicar toda la entrada no al malogrado saxofonista, sino a la excéntrica batería de Buddy Rich.
"Le pido al lector que sea comprensivo con mi punto de vista, en caso de no compartirlo, y que no le dé mayor importancia de la que merece, que es escasa, porque mi principal propósito como melómano es divertirme escuchando música y pasarlo bien escribiendo unas líneas acerca de eso que tanto me gusta", aclara el propio Murakami en un breve prefacio tras el que se intuyen los "viejos y enormes" altavoces JBL modelo Black Loaded Horn en los que suenan los discos de su vida.
A continuación, una decena de pinceladas 'murakamianas' sobre otros tantos titantes del jazz.
“No me viene a la cabeza ningún otro cantante con semejante convicción y seguridad en sí mismo. Obviamente, su condición de estrella le proporcionó muchos de sus caprichos, pero una carrera como la suya solo es posible si se tiene una convicción de acero, y eso, en mi opinión, merece todo mi respeto y mi aplauso”.
“Conmueve, sin duda, nuestros corazones. Y no es una cuestión de profundidad. No hay que bucear demasiado. Simplemente reconocemos en nosotros algo que hay en él, algo que quizás también hayamos vivido. Algo que duele”.
“Si alguien me preguntase cuál es la mejor cantante blanca de jazz, después de Billie Holiday, enseguida me vendría el nombre de Anita O’Day, sin por ello desmerecer la calidad de Chris Connor, June Christy o Helen Merrill. El talento de todas ellas es obvio, pero personalmente me quedo con O’Day”.
"En aquel concierto sentí , sin embargo, algo especial, algo que me impresionó y me conmovió. No entiendo bien qué es esto que estoy presenciando, pero se trata de una forma artística llena de nuevas posibilidades”.
“El mundo del swing bailaba con ella y hasta la Tierra misma se estremecía a su son. No exagero. Lo suyo no era arte, era magia. Además de ella, el único músico capaz de concitar a voluntad semejante magia fue, en mi opinión, Charlie Parker”.
"Cuando trato de seleccionar uno solo de sus discos de entre su enorme discografía, siento una abrumadora impotencia, como si yo mismo fuera un bárbaro que se da de bruces con la Gran Muralla China".
"En la música de Gil Evans hay una esencia cristalina que me recuerda la luz de los países nórdicos y me lleva a preguntarme si eso tiene algo que ver con el hecho de haber nacido en Canadá o si es solo una cuestión de carácter".
"Sonó 'Walkin'', que es el tema más duro y agresivo de entre todos los que grabó, y mientras lo escuchaba me di cuenta de que nada me afligía, de que no sentía ningún dolor. Al menos, en los minutos que duraba 'Walkin'' y mientras Miles Davis se afanaba en despedazar cosas, una tras otra, como poseido por un espíritu, yo permanecí inmóvil, insensibilizado a todo estímulo, inmune a toda angustia. Pedí otro bourbon".
"Trataré de explicarlo de la manera más sencilla posible: en aquellos tiempos en que el jazz era el rey indiscutible en las ciudades, hubo un músico que destacó por su elegancia y que elevó el saxo tenor a unos niveles de refinamiento y de estilización inéditos hasta la fecha. Me estoy refiriendo a Sonny Rollins".
"Con su oído excepcional y una coordinación asombrosa crearía una senda seguida durante mucho tiempo por muchos otros baterías posteriores".

'Retratos de jazz'
Haruki Murakami y Makoto Wada
Tusquets / Empúries
241 páginas
20,90 euros
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