Crítica de serie

'La residencia': Shonda Rhimes nos trae una comedia sin risas y un misterio sin gancho

Ni siquiera la siempre excelente Uzo Aduba, tres veces ganadora del Emmy, consigue salvar esta comedia de misterio sobre un asesinato en la Casa Blanca

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Uzo Aduba (abajo, en el centro) como la detective Cordelia Cupp, acompañada por otros miembros del reparto de 'La residencia'

Uzo Aduba (abajo, en el centro) como la detective Cordelia Cupp, acompañada por otros miembros del reparto de 'La residencia' / Netflix

Juan Manuel Freire

Juan Manuel Freire

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'La residencia'

Creador: Paul William Davies 

Dirección: Liza Johnson 

Reparto: Uzo Aduba, Giancarlo Esposito, Susan Kelechi Watson, Jason Lee

País: Estados Unidos

Duración: entre 47 y 67 min. (8 episodios)

Año: 2025

Género: Comedia de misterio

Estreno: 20 de marzo de 2025 (Netflix)

★★

El viejo modelo de suspense del 'quién lo hizo' ha tenido un importante revival en los últimos años, gracias primero al éxito sorpresa de 'Puñales por la espalda' y, después, la serie 'Solo asesinatos en el edificio'. Cultivarlo en la modalidad humorística de ambos títulos supone un enorme atrevimiento, porque pocas cosas hay tan difíciles como hacer una comedia de misterio: no es fácil lograr que ambas cosas, la risa y la intriga, resulten efectivas, o se nutran mutuamente, como hemos comprobado los seguidores de 'Solo asesinatos' con esas dudosas dos últimas temporadas. 

'La residencia' es clara y confesa heredera de 'Puñales por la espalda': no solo se menciona directamente a Benoit Blanc (el detective encarnado por Daniel Craig en las películas de Rian Johnson), sino que uno de sus capítulos se llama, directamente, 'Puñales por la espalda'. Sinceridad ante todo, o, quizá, sinergia corporativa: Netflix pagó 465 millones de dólares por los derechos de las dos primeras secuelas y no está de más un poco de referencialidad endogámica.

No cuesta imaginar a Shonda Rhimes, la 'hitmaker' ('Los Bridgerton', etcétera) que produce la serie, o a Paul William Davies, su creador, antiguo guionista de 'Scandal', vendiendo el proyecto a la plataforma como: "¿Y si coláramos a Benoit Blanc en la Casa Blanca?". Davies se ha basado en un libro de no ficción de Kate Andersen Brower para construir un misterio de asesinato entre las habitaciones y numerosos departamentos de la Residencia Ejecutiva, donde viven el presidente de los Estados Unidos y su familia. Quien aparece muerto es el ujier mayor (Giancarlo Esposito, en sustitución del fallecido Andre Braugher), es decir, el responsable de supervisar que todos los variados departamentos (pintura, ingeniería, jardinería, limpieza, fontanería) funcionen a pleno rendimiento y bien comunicados entre ellos. Dicho de otro modo, alguien con muchos posibles enemigos. 

La Benoit de todo esto es Cordelia Cupp (Uzo Aduba), una brillante detective, conocida por resolver lo irresoluble, invitada por el Departamento de Policía Metropolitana de Washington D.C. a tratar de averiguar lo sucedido durante una cena de Estado australiana. La actual ujier mayor (Susan Kelechi Watson) le da, nos da, las claves del lugar: una especie de resumen del libro en que se basa la serie. Pero para tratar de encontrar al asesino, Cordelia deberá hablar con muchas otras personas, todas las posibles entre el par de centenares que se han reunido allí esa noche. Entre rato y rato, se dedica a observar aves, lo que sirve para remarcar la ligera excentricidad del personaje, pero también para explicar cómo hace su trabajo: escuchando, observando, estando callada además de hablando. Todo esto se nos explica, en realidad, desde el futuro, cuando involucrados en los hechos testifican ante un comité del Congreso encargado de averiguar qué pasó aquella noche y en la investigación de la misma. 

A nivel de pura intriga, 'La residencia' no resulta demasiado efectiva. En esta historia no hablamos de una casa rural donde se ha reunido un reducido grupo de personas, sino de un lugar donde solo contando a los trabajadores ya hay centenar y medio de potenciales homicidas. Algo así diluye la tensión. Y lo peor es que como comedia tampoco acaba de coger vuelo, por mucho que se insista en disfrazar el gris de los diálogos a base de velocidad. Ni siquiera la siempre excelente Aduba (antigua Ojos Locos de 'Orange is the new black', papel que le valió Emmys a mejor actriz tanto de comedia como de drama) puede salvar unos guiones sin ninguna gracia. Otros actores algo desaprovechados: Randall Park, Ken Marino, Bronson Pinchot, la venerable Jane Curtin (del reparto original de 1975 de 'Saturday night live') o la mismísima Kylie Minogue, artista musical de la cena. 

Tampoco ayudan a la digestión algunas soluciones visuales discutibles, como ese terrible trávelin a toda velocidad por el interior de la casa hasta la escena del crimen o las feas imágenes aéreas a vista de halcón. Se salva algún momento, digno de Wes Anderson, en que se visualiza la mansión como si fuera una sofisticada casa de muñecas. Pero los aciertos son demasiado aislados y todo tiene regusto a diversión forzada. Es mejor ver otra vez 'El fin de Sheila'.