Crítica

El controvertido 'Lohengrin' de Katharina Wagner acaba en bronca

La radical puesta en escena de la bisnieta del compositor recibe abucheos y vítores por parte de un público liceísta dividido en su estreno este lunes

Pablo Meléndez-Haddad

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Barcelona
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Cuando la polémica arrecia todo el mundo quiere decir la suya, más todavía cuando se trata de reinterpretar una ópera de Richard Wagner. ¿Un ‘Lohengrin’ diferente en el Liceu? No sé a quién puede escandalizar la propuesta de Katharina Wagner, abucheada cuando salió a saludar en solitario. La suya es una más en el mar de lecturas teatrales renovadas que brindan sentido a la vitalidad del género. Pero llorar ante un ‘Lohengrin’ rarito en el escenario de La Rambla es lícito, pero algo desfasado por muy poco acertado que sea, ya que precisamente en el Gran Teatre se aplaudió este mismo título ambientado en un colegio, con Elsa padeciendo el ‘bullying’ que le hacen Ortrud y Telramund, defendida por un alumno acabado de llegar, Lohengrin. Los cuatro convertidos en colegiales por obra y gracia de Peter Konwitschny.

En ese histórico montaje todo funcionaba, a pesar de la radical descontextualización. Ahora, la mirada de la bisnieta del compositor aporta su propio juego escénico. Y si en la obra original el caballero del cisne (Lohengrin, hijo de Parsifal) es un héroe que viene a defender –por mandato divino– el honor de una doncella (Elsa) cuestionada por la pareja antagonista (Telramund y su esposa, la hechicera Ortrud), en la nueva apuesta liceísta Katharina Wagner se va al otro extremo y pone acentos feministas en las actitudes de la malvada del cuarteto para convertirla en una mujer empoderada que se revela contra el patriarcado. En realidad lo que hace es sospechar de un Lohengrin que aquí no tiene nada de héroe, ya que es un asesino casi en serie: en esta nueva producción es él quien mata al personaje ausente que sustenta y gatilla la trama de la obra, Gottfried von Brabant –en origen, transformado en cisne por Ortrud–, el hermano de Elsa, a quien Telramund acusa de fratricidio para hacerse con el poder.

Klaus Florian Vogt en 'Lohengrin', en la versión escénica de Kathrina Wagner.

Klaus Florian Vogt en 'Lohengrin', en la versión escénica de Kathrina Wagner. / David Ruano

Lohengrin se ensaña con el cisne, aquí negro, testigo de su crimen, y con quien se le ponga por delante, hasta acabar suicidado. Sí, esta puesta en escena cuenta una película diferente, en la que los buenos se transforman en malos, y viceversa. ¿Funciona? Solo con muy buena voluntad, porque las ideas son muchas e inconexas; además en el libreto la omnipresente mano de Dios pesa demasiado en el argumento y eso desmonta el discurso, por no decir el lío que se monta en el último acto, imposible de seguir.

Interesante escenografía

En todo caso, la plástica del montaje es medianamente atractiva, la dirección de actores eficaz y la entrega de los intérpretes total. Interesante la escenografía de Marc Löhrer, con diferentes niveles de lectura y un bosque omnipresente como lugar poético de la acción, pero el decorado abierto no proyecta las voces si no están en primera línea o dentro de los cubículos del segundo y tercer actos. Útil el vestuario de Thomas Kaiser, y muy conseguida la iluminación de Peter Younes.

Buen papel el de la Elsa von Brabant de Elisabeth Teige, con una voz de metal preciso y de excelente proyección. El blanquecino Lohengrin de Klaus Florian Vogt, imposible de clasificar como ‘heldentenor’, nunca emociona, pero da en el clavo en su gran narración del tercer acto. Los nuevos ‘buenos de la peli’, el Friedrich von Telramund de Ólafur Sigurdarson y la Ortrud de Miina-Liisa Värelä convencen plenamente tanto en lo vocal como en lo dramático, los cuatro acompañados por el sonoro y calante en los agudos del rey Heinrich de Günter Groissböck y por el ya ajado Heraldo de Roman Trekel.

La Simfònica del Liceu y el Cor del Gran Teatre se escucharon con corrección bajo la lectura de Josep Pons, exponiendo un sonido suficientemente empastado en el caso del coro y con momentos de tensión bien conseguida en el de la orquesta.

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