MÚSICA

El último rugido de Medina Azahara: 45 años y 4.000 conciertos después, se despiden de Madrid con tres 'sold out'

Tres noches de adioses en un Teatro Eslava hasta la bandera. Medina Azahara bajan el telón de su carrera con la gira ‘Todo Tiene Su Fin’, un homenaje a cuatro décadas de rock andaluz que han marcado a varias generaciones

Paco Ventura (guitarra), Manuel Martínez (voz) y Manuel Ibañez, miembros actules de Medina Azahara.

Paco Ventura (guitarra), Manuel Martínez (voz) y Manuel Ibañez, miembros actules de Medina Azahara. / Cedida

Alex Serrano

Madrid
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Tres noches con el cartel de "entradas agotadas" en el Teatro Eslava de Madrid. Tres conciertos donde Medina Azahara se despedirá de los escenarios con la misma energía con la que empezó hace más de cuatro décadas. La banda cordobesa, referente absoluto del rock andaluz, ha anunciado su última gira, Todo tiene su fin, y el público ha respondido llenando sus primeras fechas de despedida. Después de 45 años de carrera y más de 4.000 conciertos, los creadores de Necesito respirar y Todo tiene su fin dicen adiós con una gira que promete ser un último gran homenaje a su legado.

El grupo, que ha sabido fusionar el rock progresivo con las raíces flamencas, ha logrado lo que muy pocos pueden: mantenerse fieles a su estilo sin perder vigencia, reinventarse sin traicionar su esencia y despedirse en lo más alto, con una audiencia que sigue abarrotando sus conciertos. Pero antes de bajar el telón, toca celebrar su historia, recordar cómo llegaron hasta aquí y, sobre todo, corear sus himnos una última vez.

El nacimiento de un sonido único

Finales de los 70. Mientras la Movida madrileña empezaba a tomar forma en Madrid, en Córdoba un grupo de músicos decidió adentrarse en un territorio todavía poco explorado, el de fusionar el rock progresivo con el flamenco. Manuel Martínez (voz), Pablo Rabadán (teclados), Manuel S. Molina (bajo), José Antonio Molina (batería) y Miguel Galán (guitarra) se juntaron en 1979 con la ambición de combinar la épica instrumental de Pink Floyd y King Crimson con el alma del cante jondo. Su primer disco, Medina Azahara (1979), trajo ya una declaración de intenciones con Paseando por la Mezquita, un tema que fusionaba la esencia del sur con una instrumentación potente y envolvente.

El grupo llegó en el momento perfecto para recoger el testigo de Triana, los que había sido pioneros, un lustro antes, del rock andaluz. Pero mientras Triana apostaba por un tono más místico, Medina Azahara le inyectó adrenalina, potencia y melenas al viento, acercándolo a un sonido más cercano al hard rock.

Desde sus inicios, la banda dejó claro que su propuesta no era una ocurrencia pasajera. En sus letras, Andalucía siempre ha estado presente no solo como un paisaje, sino como un sentimiento y una identidad incrustados muy hondo. Sus canciones han servido como puente entre generaciones, permitiendo que el sonido del sur evolucionara sin perder su esencia.

El éxito llega con "Sin Tiempo"

Durante los 80, Medina Azahara sobrevivió al cambio de tendencias, mientras el pop y la Movida dominaban las listas. No fue fácil, pero la persistencia tuvo su recompensa en 1992 con Sin Tiempo, el disco que lo cambió todo.

Ese álbum incluía dos himnos que marcaron su carrera. Necesito respirar, con su estribillo pegadizo y su aire de himno generacional, se convirtió en un clásico que aún hoy suena en cualquier fiesta rockera que se precie. La otra joya del disco, Todo tiene su fin, una versión del clásico de Los Módulos, terminó por convertirse en la canción definitiva para cualquier despedida, incluso la suya.

El éxito de Sin Tiempo permitió a la banda salir de las fronteras españolas y llevar su música a Latinoamérica. En países como México o Argentina, donde el rock de raíces tiene una fuerte tradición, Medina Azahara encontró un público que vibraba con su propuesta. No eran solo canciones, eran historias que hablaban del amor y la pérdida, de la tierra y de la nostalgia, con el inconfundible sonido de guitarras distorsionadas y teclados envolventes.

Más de 4.000 conciertos

Si Medina Azahara ha llegado hasta aquí, es en gran parte por su relación con el directo. Pocos grupos pueden decir que han ofrecido más de 4.000 conciertos, recorriendo cada rincón de España y expandiendo su sonido hasta Latinoamérica y Estados Unidos.

Han llenado salas y festivales en países como México o Ecuador, llevando el rock andaluz donde nunca llegó antes. Y sus colaboraciones con artistas como Antonio Orozco, El Barrio o Josemi Carmona han demostrado que su música no entiende de etiquetas, solo de emoción.

Cada concierto de Medina Azahara es un viaje. Desde el primer acorde hasta el último bis, consiguen un equilibrio perfecto entre nostalgia, épica y puro rock. Durante años, han sido la banda sonora de muchos, un puente entre generaciones donde los más veteranos se mezclaban con los nuevos fans sin perder la magia del primer día.

El adiós con 'Todo Tiene Su Fin'

La última gira de Medina Azahara es más que un tour, es una celebración de todo lo que han sido y de todo lo que han dado. Las primeras fechas han confirmado que el grupo se va en lo más alto: tres noches en Madrid con entradas agotadas en el Teatro Eslava en una gira que recorre con cariño y dedicación España y otras ciudades internacionales.

En los conciertos de despedida, el repertorio será un repaso por toda su trayectoria, desde los primeros temas hasta los himnos que los hicieron universales. Habrá espacio para sus inicios, con la fuerza progresiva de Paseando por la Mezquita, la melancolía de A toda esa gente, la declaración de intenciones que es Palabras de Libertad. Pero, sobre todo, serán noches para cantar a pleno pulmón Necesito respirar y emocionarse con Todo tiene su fin.

El final de esta gira también es un punto de inflexión en el rock español, en un momento en el que otros sonidos han tomado el testigo de asumir e incorporar las raíces propias con orgullo. Ahí están Califato ¾ para demostrarlo. Con su marcha, se apaga una de las últimas luces de aquella generación de bandas que, en los 70 y 80, lograron dar forma a un sonido propio y distintivo dentro del rock en español. Medina Azahara ha demostrado que el sur también podía rugir, que la fusión entre tradición y modernidad no es una moda pasajera, sino un camino posible.

Su historia termina en los escenarios, pero seguirá sonando en bares rockeros, desde coches con la ventanilla bajada, en noches de verano en las que alguien pedirá que suene una guitarra que sabe a sur y a eternidad.