Arte
El regalo que hizo Sean Scully a Montserrat: Santa Cecília, pieza a pieza
Este verano hará diez años de la apertura al público, en la ladera norte del macizo de Montserrat, del milenario monasterio de Santa Cecília, convertido en Espai d'Art Sean Scully. Así explicó el artista irlandés el significado, a la vez personal y espiritual, de las 27 piezas que creó para Santa Cecília de Montserrat
Sean Scully toma La Pedrera: “Quiero humanizar la pintura abstracta para que pueda comunicarse con la gente”

Sean Scully, en el altar de Santa Cecília de Montserrat / Marc Vila


Ernest Alós
Ernest AlósCoordinador de Opinión y Participación
Escribo, cuando puedo, sobre historia, literatura fantástica y de ciencia ficción, ornitología, lenguas, fotografía o historia de Barcelona
El tres es un número que le gusta al pintor irlandés Sean Scully. Y dar un sentido espiritual a la abstracción («mi abstracción no es un accidente, es profunda; mi religión es la unificación de la familia del ser humano»). Y desde el año 2015 fueron tres también los grandes artistas plásticos del siglo XX que se han enfrentado al reto de llenar de contenido toda una iglesia hasta el punto de que acabe llevando su nombre, como una advocación artística añadida a la religiosa. La Rothko Chapel de Houston, la Capilla del Sagrario de Vence, de Matisse, y el monasterio de Santa Cecília de Montserrat de Scully (la sala de reflexión de Tàpies en la UPF, también podría ser considerada). Aunque el irlandés tuvo en cuenta los precedentes para «evitar sus errores»: no quedarse en la decoración como Matisse, no ser tan oscuro como su admirado Rothko, conseguir «un edificio de paz y de amor».

Obra de Sean Scully en Santa Cecília de Montserrat / Marc Vila
Este verano hará diez años de la apertura al público, en la ladera norte del macizo de Montserrat, el milenario monasterio de Santa Cecília, convertido en Espai d'Art Sean Scully. El santuario que creó uno de los artistas plásticos más reconocidos internacionalmente, un desafío con el que ha mirado cara a cara a pintores como Matisse y Rothko, debería haber entrado con más fuerza de lo que ha hecho en todas las guías turísticas para atraer a visitantes de todo el mundo. Pero para vivir la especial sensación que se experimenta en este espacio, un «edificio de paz y de amor» en el que Scully ha plasmado su idea de la abstracción como «el arte espiritual de nuestro tiempo» actualmente debe concertarse una cita en el correo museu@abadiamontserrat.net. No obstante, con motivo de la exposición en la Pedrera el Espai d'Art Sean Scully abrirá excepcionalmente los sábados 5 de abril, 10 de mayo, 14 de junio y 5 de julio, de 10 a 14 h. Además de programar una visita comentada con concierto final el 14 de junio (esta última, con tíquets a la venta en la web de La Pedrera)
Otros diez años costó la restauración de este monasterio del siglo X emprendido por la Diputació de Barcelona. La participación de Scully fue un regalo a la comunidad de Montserrat, y a su amigo el director del museo del monasterio, el fallecido padre Laplana. El irlandés perdió un hijo y recuperó la alegría con el pequeño Oisin, y bautizado en Montserrat; para él, «un regalo del cielo», al que dedicó otro cuadro que se puede ver también en el Museu de Montserrat.
«No me hacía a la idea de lo que espectacular que quedaría; es más de lo que me esperaba», comentó durante la inauguración Scully. Entusiasmado, se acabó apoderando del espacio: pintó seis murales (sobre metal, para resistir la humedad y el frío) y tres frescos, un tríptico de vidrio tras el altar, tres cruces y cuatro candelabros, además de ocho vitrales de colores. La obra central, el mural Holly Stationes, con las que ha recreado el calvario que dedicó a la muerte de su madre (Holly) y que hoy está dispersado.
Unos añadidos finales, los tres pequeños frescos de colores vivos, en las antípodas del oscurísimo ejemplar de la oscura serie Doric que recibe al visitante, convierten la visita en una microantología de la obra de Scully. Este es un repaso de cada uno de los elementos del conjunto

Obra de Sean Scully en Santa Cecília de Montserrat / Raül Maigí / Museu de Montserrat
TRÍPTICO SIN TÍTULO
El azul del mar y la naturaleza sagrada
En la inauguración de Santa Cecília, Sean Scully explicó el sentido de cada uno de las 23 elementos que creó y donó. El recorrido empezaba por el tríptico sin título que abre la visita, en la nave lateral del lado norte. «Los azules hacen referencia al Mediterráneo, que puede verse desde lo alto. A la naturaleza, que es una materia sagrada», explicó Scully, que durante muchos años recorrió Montserrat a pie con su mujer. «Es un lugar donde se puede respirar».
'DORIC NYX'
El sentimiento trágico de la vida y el arte
Una muestra de la producción del artista en los 90, bajo el peso de la muerte de su hijo adolescente. «Es la noche cerrada más profunda. Quise representar algo muy serio. Que hay algo muy trágico en la condición del ser humano». Nyx es la diosa de la noche de la mitología griega y el orden dórico es geométrico, como los austeros bloques de color del cuadro.

Tres obras de Scully. Al fondo, en el centro, una de las dos pinturas de Sean Scully dedicadas a Santa Cecilia. Tras el arco, la dedicada a su hijo fallecido. En el centro, la que representa los colores de Barcelona. / Raül Maigí / Museu de Montserrat
'CECÍLIA'
Una santa y una cantante de varietés
En la nave central se encaran dos grandes cuadros dedicados a Santa Cecília. El primero, en tonos rojos y amarillos, incluye un elemento que recuerda a las notaciones musicales. Santa Cecília es patrona de la música. «Y mi madre era cantante de variedades, casi famosa; para mí hay una relación entre la figura de mi madre y la de Santa Cecilia a través de la música, pensé en ellas dos juntas», explicó el pintor, hijo de una familia irlandesa pobre que emigró a Londres cuando él tenía 4 años.
'LANDLINE_CECILIA'
El sentido de un color difuminado
La primera Cecilia es del 2012. En 2015 pintó la segunda. «Mi contribución al arte abstracto en el trabajo sobre los bordes. Allí se puede encontrar el sentido de mi obra. Quiero destruir los bordes, igual que mi religión es la unificación de la familia del ser humano». No hay límites, sino fusión. Según el pintor, en esta pieza también se puede ver su método de trabajo con el color («los voy encontrando durante el proceso») y el balance entre abstracción y figuración («es una obra abstracta pero tiene un acceso para la gente; aquí pensé otra vez en el mar»).
'BARCELONA WALL OF LIGHT_PINK'
Los colores de las paredes de Barcelona
El colorido de Barcelona Wall of LIght_Pink es muy distinto. También el soporte. Las piezas de Scully están pintadas en óleo sobre metal, para resistir «mil años» a las condiciones de humedad y frío. No es el caso de este pequeño óleo sobre tela situado entre la nave central y la de mediodía. «Está bajo un arco, y más protegido. Es un cuadro humilde y modesto». Scully, residente en EEUU, tuvo taller en Barcelona durante varios años. No llegó a un acuerdo con el anterior equipo municipal para crear una fundación en la ciudad pero en 2015 fue es el autor del cartel de la Mercè.

'Holly-Stationes', un vía crucis en memoria de la madre de Sean Scully, en Santa Cecília de Montserrat / Marc Vila
'HOLLY-STATIONES'
Un vía crucis en memoria de su madre
Sean Scully creó una serie de 14 piezas, Holly, en forma de vía crucis, en memoria de su madre. El conjunto se dispersó, y lo reconstruyó para Montserrat en un gran panel metálico. 14 dobles bloques bicolores, con colores tierra abajo y grises azulados arriba, con los espacios entre ellos formando cruces. «El hombre con sus angustias aquí abajo, pero mira cómo se eleva y se convierte en algo que no sabemos qué es», explicaba el artista al padre Laplana, su amigo y director del Museu de Montserrat. Debajo, troquelado en el metal, esta leyenda en latín: Languores et luctus humani generis in cruce Christi, unde salus, vita et pax (Los dolores y las penas del género humano, en la cruz de Cristo, de donde brotan la salud, la vida y la paz).

Santa Cecília de Montserrat / Raül Maigí / Museu de Montserrat
TRES FRESCOS Y SIETE VITRALES
El hijo que trajo de vuelta los colores
«Al final, pensé en pintar unos frescos, como en una iglesia del pasado», explicaba Scully. Son tres pequeñas piezas de colores alegres, representativas de su obra más reciente. «Es una influencia de mi hijo, Oisin, que es un regalo del cielo. Un nuevo principio». Tras años de «trabajar con tristeza» por la muerte de su hijo mayor, el pequeño Oisin, bautizado en Montserrat, fue «un milagro». En esa nueva etapa, dice, el color verde regresó. «Es el color de la creación, de la vida, de mi vida nueva. Ahora cuando pinto soy más libre que antes». Las siete aspilleras de la iglesia se decoraron con vitrales en los tres colores básicos. Amarillo en la nave norte, más oscura, azul en la de mediodía, más luminosa, y rojo en la nave central. El uso de la luz es «espiritual», dice el artista.

El altar de Santa Cecília de Montserrat, de Sean Scully / Marc Vila
EL ALTAR
El número tres y la espiritualidad
En el altar, Scully trabajó en varias disciplinas poco habituales en él («cuando empecé, ya no pude parar»). Diseñó cuatro candelabros, tres cruces de vidrio (una sobre la mesa del altar y dos en los arcos laterales) y un panel de vidrio tricolor (azul, amarillo y blanco). «El tres tiene un sentido especial, es algo universal, no solo ligado al catolicismo. Pero como respeto a la casa he hecho estos tres crucifijos», explicó Scully, que tiene una concepción panteísta y no confesional de la religión.
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