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Cómo la plaza del Macba se convirtió en meca mundial del monopatín: historia de la cultura 'skater' en Barcelona
El inicio de las obras de ampliación del museo amenaza un 'spot' que atrae a patinadores de medio mundo, en una nueva muestra de las fricciones de la ciudad con las culturas urbanas

Patinadores en el zócalo del Macba, con las plaza de los Àngels ya en obras, esta semana. / MARC ASENSIO CLUPÉS


Ramón Vendrell
Ramón VendrellPeriodista
Pese a la prohibición de patinar y las multas por hacerlo, el LOVE Park de Filadelfia fue un lugar carismático del universo skater hasta que la reforma integral de 2016 lo inutilizó para la práctica. Pero en 2024 renacieron en Malmö elementos patinables del LOVE Park de Filadelfia, con el diseño y el granito originales. La ciudad sueca los había reconstruido. Malmö se toma tan en serio la cultura del skate que tiene un coordinador municipal dedicado a ella. Quizá también acaben allí porciones del zócalo del Macba y de la plaza de los Àngels (más conocida como del Macba) si, como temen los patinadores, la remodelación del conjunto los expulsa. De momento, han empezado las obras de ampliación del Macba.
"Hemos intentado convencer al Ayuntamiento de Barcelona de que este espacio es un patrimonio cultural", expone Álex Braza. Sin éxito, sospecha. Braza puso en marcha la cuenta de Instagram Macba Life en 2016 con la intención de agrupar todo lo que pasaba en el spot; a la cuenta siguió la firma homónima de ropa y complementos para skaters. La cuenta tiene ahora más de 400.000 seguidores, con estadounidenses, brasileños y mexicanos en el podio de nacionalidades. "Es un sitio mítico y si haces aquí un never been done [un truco nuevo], da la vuelta al mundo", señala Braza. En consecuencia, lo frecuentan profesionales, aspirantes a serlo, marcas, fotógrafos y cámaras especializados y, sobre todo, aficionados de medio planeta. En los alrededores inmediatos hay al menos cuatro tiendas de skate. Braza señala que el suelo y los componentes arquitectónicos son "espectaculares" para el patinaje callejero. También es espectacular el magnetismo internacional de Barcelona. En suma: es un lugar donde HAY que patinar al menos una vez en la vida.
Juguete deportivo
Rebobinemos. El monopatín llegó a España en la segunda mitad de la década de 1970 como parte del "boom internacional de un apasionante juguete deportivo", según el titular de un reportaje de portada publicado por Los Domingos de ABC en 1977 y facilitado por Sören Manzoni, forofo y estudioso de la materia. "Ni siquiera los Beatles consiguieron impresionar tanto en sus mejores días", afirmaba el texto. La pega, proseguía la pieza, era que el artefacto estaba "especializado en fracturas de brazos, piernas, codos, rodillas, narices y traumatismos craneales". Visto así, no es de extrañar que fuera una explosión efímera, al menos en España.
En Estados Unidos, por el contrario, el skateboarding fue adquiriendo categoría de estilo de vida rebelde, al tiempo que mejoraban las tablas, y se hizo casi indisociable del hardcore y el metal de los 80, en especial de los californianos. De la escena hardcore barcelonesa formaban parte los que quizá fueran los primeros skaters con causa de la ciudad, entre ellos músicos de Odi Social y Subterranean Kids. Mención aparte merece Panko (Último Resorte, Attak y, más adelante, Ojos de Brujo), skater solitario desde antes.
El amigo americano
Mario Collado, miembro de los círculos hardcore locales, como su hermano Oski, recuerda que un día, debía de correr 1985 o 1986, vieron a un tío con el pelo teñido de diferentes colores y con un skate en el andén de enfrente en una estación de metro. Les llamó la atención lo suficiente como para cambiar de andén y abordarlo. A la comunicación ayudó que con ellos fuera Rush, novio de Janssen, a su vez hermana de Harvey, tres californianos que vivían en Barcelona. Se hicieron amigos de Adam Freeman, así se llamaba la personificación de lo que solo conocían por contados discos y fancines. A su partida, les regaló el skate, un tesoro al que a través de las conexiones estadounidenses se fueron sumando otros vehículos y recambios. "Adam fue determinante", dice Collado. "En la plaza del Sol [en Gràcia] teníamos una guerra con la Urbana", agrega.
Construidos en 1979, en la breve edad de oro de las lesiones óseas y hasta las conmociones cerebrales, y por entonces abandonados, los dos bowls conectados de Arenys de Munt se convirtieron en el paraíso secreto de ese grupo graciense. Panko y Saina, el batería de Odi Social, habían ido cuando funcionaba. Ahí seguía solo para ellos el que pasa por ser el primer skatepark de España. El logo clásico de la discográfica independiente BCore, cuna del hardcore melódico barcelonés, solo podía ser un motivo skater.
Grafiti y mestizaje
El relato fundacional de la cultura skater en Barcelona está contado en la estupenda serie documental Fanzilona, recorrido por el underground de la ciudad disponible en la plataforma gratuita CaixaForum+. Mediante los testimonios de Frank Trepax, Metro, Rata Ramos o José Manuel Roura, todos ellos patinadores, y otras cosas, Fanzilona también muestra la evolución del skate en la ciudad en los 90. El urbanismo duro de los Juegos Olímpicos del 92 fue una bendición. De repente, Barcelona "parecía hecha para patinar", cuenta en la docuserie Roura, uno de los primeros skaters profesionales de España. La avenida de Gaudí, la plaza de los Països Catalans, el bowl de la plaza de las Glòries, diseñado por Trepax, o las rampas del Turó Park se convirtieron en spots de leyenda. Proliferaron fancines, vídeos y tiendas. El skate se hizo inseparable del grafiti y estuvo presente en el nacimiento de la cultura de club y de la onda mestiza, con Ojos de Brujo y Macaco actuando en la Skateboard Jam Barcelona en la que se celebró el primer campeonato de skate de la ciudad.
Una pasarela para que te vean
La zona del Macba empezó a despegar como punto skater a principios del siglo XXI. El gaditano Braza la descubrió en un viaje en 2002, y volvió para quedarse. Zosen Bandido, responsable de Fanzilona junto con Miquel Ardèvol y Eric de Gispert, así como artista urbano y patinador, no tiene en alta estima su momento actual. "Al final, es como una pasarela para que te vean", considera. Los patinadores radicales, prosigue, ni se acercan a un spot que podríamos llamar turistificado. No obstante, lamenta y le parece significativo que pueda desaparecer. "Al ayuntamiento le da miedo todo lo que sea autogestionado y escape a su control", observa. Y subraya, para señalar que todavía existen clases muy marcadas en la cultura, el escaso interés que en su opinión muestran el Macba y el lindante CCCB por las culturas urbanas.
Valor histórico y artístico
Sören Manzoni, aún "dándole" al monopatín como "forma de expresión" a los 54 años, expuso una parte de su importante colección de skates en Casa Seat en 2022. Hace poco contactó con el Macba para ofrecerle hacer algo con ella. A la institución no le impresionó su valor histórico y artístico. "Más o menos, se me sacaron de encima", explica. Mientras, el MoMAde San Francisco presenta hasta el 4 de mayo la exposición Unity through skateborading, centrada en la diversidad de la cultura skater. Manzoni cree que la Barcelona oficial vive "de espaldas al skate, sin querer enterarse de la enorme cultura que ha generado", de la que remarca el arte plástico. "Es incomprensible", dice, máxime porque se trata de una "capital mundial" del asunto.
Conversaciones con los patinadores
El consistorio no lo ve así. "El Ayuntamiento de Barcelona es muy consciente del icono que supone la ciudad en el mundo del skate, particularmente la plaza de los Àngels", indica un portavoz municipal. Por este motivo, continúa, hay abierto un diálogo con los patinadores sobre dicha plaza y la de los Països Catalans, cuyas inminentes obras también siembran dudas sobre su futuro como spot más allá del tiempo de ejecución de los trabajos. Las conversaciones buscan "tomar decisiones de consenso y facilitar la práctica en los mismos espacios o espacios alternativos", según el portavoz.
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