Producción costosa
'El gatopardo': todo un mito de la literatura y el cine, ahora lujosa serie en Netflix
Hablamos con Tom Shankland y Kim Rossi Stuart, director y protagonista de la exuberante conversión a serial de la novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa sobre la unificación italiana
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Kim Rossi Stuart (Fabrizio) en una imagen de 'El gatopardo' / Netflix


Juan Manuel Freire
Juan Manuel FreirePeriodista
Periodista y crítico cultural.
Convertir en serie una obra maestra de la literatura siempre es misión arriesgada, una invitación clara al sempiterno "el libro era mejor", o peor aún, alguna variante de "no sé ni cómo se han atrevido". Y el asunto todavía se enreda más si antes hubo una adaptación al cine que, lejos de haber fracasado en su intento de hacer olvidar su material de base, se considera una de las grandes obras maestras de la historia.
Nada de ello disuadió, sin embargo, a Netflix de adaptar 'El gatopardo' (miércoles, día 5), inmortal novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa que el mismísimo Luchino Visconti llevó al cine en 1963 con Burt Lancaster, Alain Delon y Claudia Cardinale como intérpretes principales. Y aunque cualquiera de nosotros habría sido un saco de nervios dirigiendo este proyecto, el británico Tom Shankland ('The missing', 'La Serpiente') jura que disfrutó. "No, no me afectó la existencia del filme de Visconti", asegura a EL PERIÓDICO por videollamada. "El libro es maravilloso. Lo leí antes de ver la película y ya había creado imágenes en mi cabeza. De modo que no me sentí coartado en el viaje creativo, ni mientras trabajaba con Richard [Warlow] en los guiones o con el reparto en sus interpretaciones. Lo hicimos todo en un estado de gozosa inocencia, sin atender a figuras paternas que te persiguen enfadadas… ¡Había que matar a los padres!".
Los Borbones se preparan para lo peor
Esta épica historia sobre ciclos e ideales arranca en abril de 1860, en una península italiana todavía dividida en pequeños reinos, entre ellos el de las Dos Sicilias, gobernado por los Borbones, que ocupaba Sicilia y el sur de la península. Al otro extremo, al norte, soplan vientos de insurrección y progreso. El general Garibaldi, uno de los principales impulsores de la unificación italiana, se desplaza hacia el sur con su ejército. Las familias relacionadas con los Borbones se ponen en alerta frente al posible hundimiento de su mundo.
Una de ellas es la liderada por el impositivo pero inteligente Don Fabrizio Corbera (Kim Rossi Stuart, antiguo ídolo adolescente convertido en actor de renombre), el príncipe de Salina, cuyo sobrino Tancredi (Saul Nanni), al que ha cuidado toda la vida y que tiene de hijo favorito, abraza la causa garibaldina. Su hija favorita es Concetta (Benedetta Porcaroli), quien bebe los vientos por su primo insurgente. Fabrizio tendrá que tomar una decisión imposible: orquestar el matrimonio entre Tancredi y la rica y bien conectada Angélica (Deva Cassel, hija de Vincent Cassel y Monica Bellucci) o permitir a Concetta tener la vida que sueña, lejos del convento donde su madre había insistido en verla pasar sus días.
A Rossi Stuart no le intimidaba relevar a Burt Lancaster. No había visto la película de Visconti y, según parece, aún no lo ha hecho. "Estaba convencido de que era mejor no ver la película. Tenía curiosidad, por supuesto, pero la contuve. En cuanto se estrene la serie, la veré, por supuesto". Convertirse en Fabrizio pasó más por una serie de técnicas propias: "Lo primero que hice fue leer el guion, así que ni siquiera me leí el libro antes de aceptar el papel. Mi primera impresión fue que era un hombre grande e intimidatorio. Como yo no me veo así en absoluto, debía transformarme; añadí trece quilos de peso y músculo y después trabajé en la voz para hacerla más grave. Luego leí la obra de Lampedusa y me perdí en el alma del príncipe, en sus interiores, que son ricos, sofisticados, matizados. Me dejé llevar por todas las emociones y sensaciones que extraje del libro".
Lampedusa según Netflix
A finales de los dosmil, Shankland era un nombre seguido con interés por los fans del cine de género, todo gracias al 'thriller' 'Waz' y al excelente ejemplo de terror sobre niños 'The children'. ¿Imaginaba el director por entonces que acabaría dirigiendo épicos dramas de época como 'Los miserables' (miniserie de BBC con Lily Collins de 2018) y, ahora, 'El gatopardo'? "No, la verdad es que no, pero en realidad siempre me han gustado muchas clases de historias. Lo que viene, en cierto modo, de mi enorme amor por la literatura. Pasé mi adolescencia y primera juventud leyendo a los clásicos. Descubrí que hay algo muy envolvente en el acto de colarse en el mundo de Dostoyevski o, sin ir más lejos, de Lampedusa".
En la serie se palpa el amor por el autor de Palermo y también la necesidad de hacer un producto lo más atractivo posible para el espectador medio de Netflix. Esto último significa, entre otras cosas, dinamismo importante, escenas de sexo o una ambientación en la que el presupuesto luzca. Ciertas cifras quitan el sentido: cinco mil extras con vestuario de época, seis mil vestidos y accesorios disponibles, tres mil quinientos metros de bordado realizados para los vestidos enteramente nuevos… Lujo, mucho lujo, aunque Shankland ha afirmado que también querían que se sintiera "la presión del calor y el polvo… el sudor en un vestido de baile". Lujo y miseria.
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