Novedad editorial

Albert Sánchez Piñol se reencuentra con los 'pigmeos': “Las tinieblas del corazón las espantas cuando conoces al otro”

El autor de ‘La pell freda’ y ‘Pandora al Congo’ vuelve a África con 'Les tenebres del cor' para sumar su propia experiencia con el pueblo mbuti a la de aventureros y exploradores de los siglos XIX y XX

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Albert Sánchez Piñol publica 'Les tenebres del cor'

Albert Sánchez Piñol publica 'Les tenebres del cor' / Jordi Otix / EPC

David Morán

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Barcelona
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La primera vez que Albert Sánchez Piñol (Barcelona, 1965) se encontró cara a cara con un mbuti en un bosque al oeste de Kirumba, se le fundió el cerebro. Literalmente. Se quedó en blanco y, durante unos breves instantes, “el mundo quedó en suspenso”. No contaba el autor de ‘La pell freda’ y ‘Pandora al Congo’ con toparse con un mal llamado ‘pigmeo’, así que aquello fue toda una sorpresa. “Funcionamos a base de prejuicios, que a veces son útiles, pero cuando te encuentras con alguien que no tiene nada que puedas asociar a nada, es maravilloso, porque durante tres segundos es como si fueras niño y vieras a un ser humano de nuevo por primera vez”, recuerda el antropólogo y novelista ahora que ha exhumado aquel momento epifánico de 1996, año de su primera incursión en el Congo, para deslizarlo entre hitos y miserias de otros aventureros y exploradores que viajaron a África en busca de los ‘pigmeos’ en los siglos XIX y XX.

Ahí están, preparando el terreno, el naturalista francés Paul Belloni du Chaillu; el botánico alemán Georg Schweinfurth; el exmisionero y buscavidas estadounidense Samuel Verner; el religioso alemán Paul Schebesta; el antropólogo norteamericano Patrick Putman; y el explorador británico Colin Turbull, protagonistas de este catálogo de “aventuras existenciales increíbles”. “No hay ni un átomo de ficción. Las vidas son ciertas y cada uno es un drama diferente”, insiste. 

Mi vocación infantil era conocer extraterrestres. Y, de repente, los encontré en el Congo. Porque los mbuti son como aliens. El día que encontramos gente en Alfa Centauri se parecerán más o nosotros que los mbuti

Así, Du Chaillu descubrió a los ‘pigmeos’ en 1867; Schweinfurth los bautizó con el nombre de esas criaturas fabulosas y diminutas que Homero se inventó en ‘La Ilíada’ (“y por eso aún se les llama así”, lamenta el escritor); Verner se llevó a uno de ellos para exhibirlo en el zoo del Bronx; Schebesta, enviado por el Vaticano para confirmar la existencia del monoteísmo en tribus aisladas, descubrió, asombrado, que “aquella gente no creía en nada”; Putman pasó 25 años junto a ellos sin llegar a escribir ni una línea; y Turnbull fijó en su libro ‘La gente de la selva’ la concepción moderna y más extendida del pueblo mbuti.  "Me sentía obligado a poner mi experiencia. No quería, porque mis aventuras no son comparables con las de estos colosos, pero es lo que liga el libro", apunta Sánchez Piñol. 

barcelona 5/03/2025 Icult. Fotos a Albert Sánchez-Piñol, que presenta la novela 'Les tenebres del cor'. AUTOR: JORDI OTIX

Sánchez Piñol posa en las oficinas de Penguin Randon House en Barcelona / Jordi Otix

Viaje 'sensorial'

¿Su experiencia? Veamos. “Mi vocación infantil era conocer extraterrestres. Y, de repente, los encontré en el Congo. Porque los mbuti son como aliens. El día que encontramos gente en Alfa Centauri se parecerán más o nosotros que los mbuti”, explica mientras ‘Les tenebres del cor’ (La Campana; Alfaguara en castellano), mezcla de relato de aventuras, autobiografía y trabajo de campo etnográfico, empieza a acomodarse en las librerías con la vista puesta en Sant Jordi, primera meta volante de esta travesía “sensorial” a la que lleva dando vueltas desde hace casi tres décadas. 

En 1997 y 1998, añade el autor de 'Victus', otros dos viajes se encargaron de rubricar el flechazo. “Las tinieblas del corazón las espantas cuando conoces al otro", asegura. "Yo no me podría entender sin esos viajes y sin el contacto con el otro; es lo que me ha hecho un autor diferente. Yo no vengo de la filología, vengo de ahí, de la empatía y de verlo todo como ellos”, defiende. 

Una auténtica proeza teniendo en cuenta que, al entrar en contacto con los mbuti, Sánchez Piñol se sumergió en un mundo en el que todo era diferente. No sólo el tamaño, el color de la piel (“no son negros, son rojos. ¿han venido de la selva o de la luna?”, se pregunta) o la fisionomía; también todo lo demás. Sí, todo. “Las herramientas, los horarios, las voces y los sonidos, la gestualidad, los gritos. Los olores, las carantoñas, las familias, la infancia, la vejez. La arquitectura, el humor, las risas, la gastronomía. La vestimenta, las creencias, la música, las peleas. El trabajo, la pereza y el aburrimiento, la amistad, el odio y el amor”, detalla Sánchez Piñol.

Parece que por cada muerto ucraniano necesitas 20 palestinos, y por cada palestino, 2.000 congoleños

Construcciones culturales

De los 'pigmeos', nombre de fantasía que acabó calando para desesperación de la comunidad científica, el escritor barcelonés aprendió que "todo son construcciones culturales, la parte biológica es mínima", y, sobre todo, que "no sabemos lo que es la libertad". "Estamos absolutamente controlados. Hay sociedades en las que no hay un poder central ni superior. Los mbuti son absolutamente individualistas. Cuando uno se cansa se va.  Y listos",  explica. También, destaca, son una "una sociedad muy igualitaria con un nivel ritualístico mínimo". "Lo que pasa ahí es que no pasa nada. Eso habla de nuestros ritmos vitales. Estamos acostumbrados a hacer cosas constantemente. Todo el día. Esto de los horarios es un invento del capitalismo. Ahí la gente no hace nada", ilustra.

En la actualidad, lamenta, no hay manera de saber qué ha pasado con aquel campamento ni con sus habitantes ya que, asegura, el caos bélico que se vive en el país ha liquidado cualquier brecha informativa. "La guerra está ahora en una etapa absolutamente cruenta. Kirumba, el primer sitio en el que estuve en el Congo, lo acaba de ocupar el M23, la guerrilla proruandesa. Es muy triste, porque las matanzas y el dolor estructural que hay son terroríficas. Y los pigmeos son daños colaterales. Parece que por cada muerto ucraniano necesitas 20 palestinos, y por cada palestino, 2.000 congoleños", deplora.

'Les tenebres del cor'

Albert Sánchez Piñol

La Campana

368 páginas

22,90 euros