Operación rescate
Sergi Pàmies: “La novela es monógama y el cuento, polígamo, casi promiscuo. O también es monógamo, solo que aún no se ha enterado”
El escritor recopila en ‘Tres novel·les analògiques’ sus tres primeras (y únicas) novelas, publicadas a principios de los años 90
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Sergi Pàmies presenta 'Tres novel les analògiques' / ELISENDA PONS


David Morán
David MoránPeriodista
Periodista de la sección de cultura.
Hubo un tiempo, casi otro plano de la existencia, en el que Sergi Pàmies (París, 1960), maestro del cuento, equilibrista del destello abracadabrante, soltó amarras también como novelista, carrera de resistencia que completó en 1995 para (casi) nunca más volver. Tres títulos como tres disparos, ‘La primera pedra’ (1990), ‘L'instint’ (1992) y ‘Sentimental’ (1995), y si te he visto no me acuerdo. “Me he encontrado amigos de toda la vida que no sabían que había escrito novelas. ¡Y alguno incluso se las dediqué! Eso demuestra que hay un olvido”, asegura el escritor ahora que su editorial, Quaderns Crema, ha decidido combatir la amnesia recuperando y empaquetando la santísima trinidad del Pàmies novelista en un único volumen, ‘Tres novel·les analògiques’. “Es muy probable que las generaciones más jóvenes no sepan que empezó haciendo novelas”, constata la editora Sandra Ollo.
Tampoco el propio Pàmies se acordaba demasiado de todo aquello, por lo que el mano a mano con su antiguo yo novelesco ha resultado, cuanto menos, sorprendente. “No me acuerdo de prácticamente nada, pero te vas viendo en un espejo que te devuelve no tu imagen actual, sino la de aquel momento”, explica. Un experimento que se adelanta unos cuantos pasos “a la lenta agonía de la descatalogación” y en el que el autor de ‘Si menges una llimona sense fer ganyotes’ asegura haberse reconocido más como escritor que como persona. “La persona que hace el sobresfuerzo por esconderse y ahorrarse el psicólogo ya ha dejado de hacerlo. El escritor, en cambio, se parece mucho. Las inquietudes literarias, los personajes… Es todo parecido a lo que podría hacer ahora”, reconoce.

Sergi Pàmies, fotografiado en el jardín del Hotel Alma de Barcelona / ELISENDA PONS
Devoción por el oficio
Así, con la sensación de “haber visto un espectro”, Pàmies regresa a la casilla de ‘A les dues seran les tres’, su último volumen de relatos, con la sospecha de que cualquier tiempo pasado fue diferente, pero no necesariamente mejor. “Era un joven estricto con muchas normas, y todo eso es lo que he dejado de hacer. En aquel momento el goce era la temeridad, me movía la energía y cierta ambición, que es lo que he perdido. En mis últimos libros se nota mucho la devoción por el oficio, y aquí están los precedentes, la vocación. También las imperfecciones”, explica el cuentista vocacional y novelista accidental. ¿O era al revés? “Mi afición a escribir viene de la admiración que siento por los cuentistas”, asegura. “Así que empiezo por los cuentos pero enseguida me paso a las novelas. Voy tan sobrado que quiero jugar con las dos piernas”, dice.
En ‘Tres novel·les analògiques’, otros tantos mundos diferentes y el anticipo de lo que estaba por venir. “La unidad es el autor y el momento”, asegura Pàmies sobre unos títulos nacidos en el bullicio de la Barcelona preolímpica. “Era un momento muy creativo, un buen momento para ser joven. A mis padres les tocó ser jóvenes durante la Guerra Civil, ya ves tú qué mierda. A mí, en cambio, me tocó un momento de gran energía”, recuerda. Sobre las novelas, breves apuntes telegráficos: ‘La primera pedra’ “es Wim Wenders, cine de autor”; ‘L’instint’ “es Pixar, una novela de animación”; y ‘Sentimental’ “es Hollywood, una superproducción”. “Ahí está todo el cuerpo emocional de lo que vendrá después”, asegura.

Sergi Pàmies 'regresa' a la novela / ELISENDA PONS
Paternindad y literatura
Al final, como detalla en el prólogo, fue la vida doméstica y la dificultad de compatibilizar la paternidad con la escritura de largo recorrido lo que acabó inclinando la balanza. “La novela es monógama y el cuento, polígamo, casi promiscuo. O también es monógamo, solo que aún no se ha enterado -explica Pàmies-. Y esto, a nivel práctico de cómo encajas un género en la vida, con la novela es directamente imposible. Mi sorpresa fue descubrir que los cuentos cabían en la vida. Por eso me gustan los cuentos, porque no tienen la servidumbre monógama de la novela”.
Y aún así, confiesa, durante la última década no ha hecho otra cosa que creerse que está escribiendo una novela para que le acabe saliendo un libro de cuentos. O algo así. “El deseo es que me salga una novela, así que quizá es mi nuevo método de trabajo”, desliza con sorna. “Yo ahora soy bisexual. Voy a tope. Sigo escribiendo sin saber si será cuento o novela. A veces me voy a dormir y tengo la esperanza de que una idea aparentemente menor se convierta en un monstruo”, ilustra.
A punto estuvo de conseguirlo con ‘Ens estem coneixent’, novela que escribió en 2013 y que, tal como terminó, envió a la papelera. “La destruí 'ipso facto'. Sólo con el título ya era como para llamar a toda la familia y verla arder. Era una novela de divorciado amargado que transcurría durante un día de Navidad. Pestilente, sí, pero me sirvió mucho para ‘L’art de portar gavardina’. Esa energía negativa de la novela no nata te puede dar fuerza para un libro de cuentos”, explica.
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