Concierto en Barcelona

Franz Ferdinand burla a sus enterradores en Razzmatazz

El grupo escocés marcó músculo en un concierto en el que recorrió gran parte de su sexto álbum, ‘The human fear’, y revisó sus clásicos

Jordi Bianciotto

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Barcelona
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Un álbum reciente, ‘The human fear’, un poco más vivaz que los tres anteriores, es suficiente para que Franz Ferdinand mantenga la tensión entre sus seguidores. Que no decaen: lleno en Razzmatazz, este martes, en un concierto en el que los escoceses nos recordaron que en directo siguen siendo un artefacto afilado, con danza, oscuridad y un buen puñado de estribillos para la hoy en día casi indispensable sección de himnos.

Un Franz Ferdinand que conserva su urgencia y su pegada seca, aunque de la formación original ya solo quedan su cantante, Alex Kapranos, y el bajista Bob Hardy. Dos décadas después del extraño ‘revival’ punk-funk que los vio nacer, algo de aquello queda en su material actual, y ahí estuvo esa trotona apertura con ‘Night or day’. Pero ‘The human fear’ reservó otras tonalidades y se balanceó entre los ecos pop con brisa ‘beatle’ de ‘Bar lonely’ y ese ansioso y pospunk ‘The doctor’, con ese relato en el que vislumbramos a Kapranos delirando en su camilla hospitalaria. 

Hubo más novedades sustanciosas: la dinámica sonámbula de ‘Everydaydreamer’, el toque cabaretero-burlesco de ‘Build it up’, la excéntrica complexión folk, con Kapranos punteando el ‘bouzouki’ (esos ancestros griegos), perceptible en ‘Black eyelashes’. Amplio repaso al nuevo álbum y oportunas cuñas del repertorio pretérito, más de anteayer que de ayer: la sierra guitarrera de ‘The dark of the matinée’, el pulso ‘dance’ de ‘No you girls’, la turbia y sofocante ‘Hooked’ (con Master Peace, telonero de la noche, como invitado). Para escuchar sendas sondas explosivas, ‘Do you want to’ y ‘Take me out’, no hubo que esperar al bis, sino que sonaron a medio camino, dando a entender que no quieren darles una importancia excesiva.

Pues es cierto que Franz Ferdinand no es un grupo reducible a dos ‘hits’, que hay toda una obra con sus pliegues y giros. ‘Outsiders’ sonó dominadora con sus vestigios de Bowie (versión berlinesa), y una carta reciente más, ‘Audacious’, se elevó al final con su estribillo neoclásico (también, sí, con resonancias de Bowie, aquí del período 1972-73). Momento de clímax, a punto para que la banda nos amenazara con la tonada guerrera de ‘This town’ y aquello de “este incendio está fuera de control, / vamos a quemar esta ciudad, quemar esta ciudad”. No llegaron a tanto, pero el pase dio a entender que no hay que enterrar a Franz Ferdinand, aunque a veces hayamos estado tentados de hacerlo.

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