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El Louvre que viene: un acceso directo a la 'Mona Lisa' y mejoras para atender a nueve millones de visitantes

El museo más visitado del mundo afronta su enésima remodelación forzado por la turistificación y la falta de mantenimiento

Macron anuncia el “renacimiento del Louvre”

Turistas sacando fotos ante la pirámide de cristal en la entrada del Louvre.

Turistas sacando fotos ante la pirámide de cristal en la entrada del Louvre. / Gonzalo Fuentes

Leticia Fuentes

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París
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Fue la sensación del verano. Cautivó a turistas y vecinos, convirtiéndose en todo un símbolo de los Juegos Olímpicos y en el principal protagonista de los atardeceres parisinos. Ante su éxito, las autoridades francesas han decidido instalar de nuevo este verano, el pebetero olímpico en el Jardín de Tullerías, frente al museo del Louvre.

La magia olímpica volverá a iluminar París, pero en especial un museo del Louvre que no pasa por su mejor momento. Desde hace años, los sindicatos de trabajadores y su propia directora denuncian el mal estado del edificio: inundaciones, humedades, sobreturismo…  

El santo grial de Francia sufre, y lo hace de puertas para dentro. Puesto que su exterior sigue siendo una imponente joya arquitectónica. Una fortaleza que guarda los mayores tesoros del país. El más famoso, La Gioconda, y por el que las autoridades muestran una gran preocupación. “¿Se puede morir de éxito?”, se preguntaban unos periodistas durante un debate televisado. “En el caso del Louvre, sí”, contestaba uno.

Ante la voz de alarma de su directora, el pasado 28 de enero, Emmanuel Macron visitó el museo para anunciar el “plan de renacimiento del Louvre”, centrado en restaurar y agrandar el museo, para mejorar la experiencia de los visitantes y proteger sus obras. 

Operación ‘Salvar el Louvre’

“El Louvre sólo vive así; creciendo, regenerándose”, afirmó el presidente frente a la prensa y con los ojos de La Monsa Lisa clavados en su nuca. 

Esta remodelación se presenta como un desafío que busca mejorar la experiencia de los visitantes, pero en especial, proteger uno de los patrimonios más importantes de Francia y del mundo. Para ello, se construirá una nueva entrada “basta y eficaz” situada en la Colonnade de Perrault, al oeste del museo, que permitirá reequilibrar la manera de visitarlo. 

Además, la dama de Da Vinci será trasladada a otro espacio que permitirá salvarla del sobreturismo actual: “Esta nueva sala será accesible de manera autónoma frente al resto del museo y dotada de una entrada propia y unas condiciones que permitirán una asistencia diferente y más tranquila. Además de, una exposición que estará a la altura de lo que la Mona Lisa se merece”, explicó Macron. 

Unos cambios necesarios para un museo que actualmente supera el límite de su capacidad. La actual entrada, a través de las famosas pirámides acristaladas diseñadas por Ieoh Ming Pei, fueron construidas para acoger a cuatro millones de personas al año, y en la actualidad, asume más del doble; nueve millones de visitantes. 

Un exceso de turismo que, no solo genera incomodidad entre los visitantes y saturación de los servicios, también produce un efecto invernadero que se traduce en un peligroso aumento de las temperaturas en su interior. 

Los trabajos para el “renacimiento del Louvre” podrían durar años, pero las autoridades insisten que se realizarán en paralelo, con el museo en funcionamiento. Unas obras que podrían ascender a 500 millones de euros, y solo las más urgentes supondrían unos 100 millones de euros, según la directora del centro. Dinero que se obtendrá principalmente de las entradas, los mecenazgos y los patrocinios del museo.

Nada nuevo para uno de los edificios más antiguos del país, que ya ha sufrido anteriormente importantes cambios al ritmo que también lo ha hecho la sociedad francesa. 

Visitantes ante "La Liberte guidant le peuple" de Eugene Delacroixen el Louvre.

Visitantes ante "La Liberte guidant le peuple" de Eugene Delacroixen el Louvre. / DIMITAR DILKOFF

De Palacio Real a museo

El Museo del Louvre ha pasado por múltiples reformas a lo largo de su historia. La primera fue la que ayudó al edificio a transicionar de palacio real a museo. De hecho, es de ahí de donde nace su nombre: leovar, que significa fortificado. 

Este primer gran cambio se produjo en 1682, cuando Luis XIV abandonó el Louvre, que hasta entonces era el hogar del monarca, para trasladarse a vivir al Palacio de Versalles junto con todo su gobierno. Desde ese momento y hasta 1789, el edificio se convirtió en la sede del gobierno del Antiguo Régimen, y no fue hasta un par de años después, durante la Revolución Francesa, cuando pasó a ser un espacio para exhibir las colecciones de arte nacional.

Aunque la verdadera adaptación como museo fue bajo la dirección de Napoleón Bonaparte en 1801. El mandatario amplió el edificio para poder incluir todas las colecciones y obras saqueadas, pero siempre manteniendo su diseño inicial. 

Tras aquella gran remodelación, bautizada como “el nuevo Louvre”, tuvieron que pasar casi 180 años para que el museo volviera a vivir otro importante cambio. Esta vez, bajo las órdenes del presidente François Mitterrand, en 1981. Fue en esta reforma cuando se incluyeron las famosas pirámides del Louvre, y se remodelaron gran parte de las salas para mejorar la circulación de los visitantes y la exhibición de las obras. 

Todos los cambios que ha sufrido el museo siempre han sido más por necesidad que por estética. Ser el museo más visitado del mundo tiene un alto coste, y ahora las autoridades temen que esto pueda llevarle a morir de éxito. De ahí que Emmanuel Macron quiera liderar una nueva reforma. 

“Este proyecto permitirá desplazar, más aún, al Louvre al corazón de la ciudad. (...) Un proyecto colosal que reconducirá las visitas al museo, con un plan que repensará el museo, sus entradas y las exposiciones”, insistió el presidente. Aún no hay fecha de inicio para este gran lavado de cara que podría durar años, pero las autoridades llaman a la calma: el Louvre mantendrá sus puertas abiertas durante su remodelación.