'Best seller' histórico
Ildefonso Falcones: “Yo no estaba llamado a triunfar, y eso hay muchos escritores que no lo soportan”
El autor barcelonés viaja al Nápoles de mediados del siglo XV para ambientar en la conquista aragonesa 'En el amor y en la guerra’, tercera entrega de la saga de 'La catedral de mar'
Ildefonso Falcones: "Hacienda tiene como objetivo machacarte hasta que te corta el cuello y te saca la sangre"

Ildefonso Falcones, retratado frente a la entrada de Castelnuovo, en Nápoles / Miquel Olivé


David Morán
David MoránPeriodista
Periodista de la sección de cultura.
“Ildefonso, quítate mejor el pinganillo”, sugiere la responsable de prensa mientras Ildefonso Falcones (Barcelona, 1959) posa a las puertas del conjunto monumental de Santa Chiara, en pleno centro histórico de Nápoles, y la ciudad se despereza entre turistas curiosos y napolitanos interpretándose a sí mismos. “Es un conjunto magnífico. Era el convento en el que recalaban las hijas de las nobles”, señala el autor barcelonés mientras el auricular desaparece, los fotógrafos apuran el enésimo disparo, y el guía que justifica el despliegue de receptores y pinganillos atraviesa el portal de la mayor iglesia gótica de la capital de Campania. “Toda la decoración se perdió en el bombardeo del 24 de agosto de 1943”, explica señalando unos muros a los que en su día dieron vida Tino di Camaino, los hermanos Bertini y Giotto.
No es ese, sin embargo, el año que nos interesa, sino 1442, momento en el que Arnau Estanyol, nieto de aquel otro Arnau Estanyol al que conocimos cargando pedruscos en ‘La catedral del mar’, participa en el sitio el reino de Nápoles a las órdenes de Alfonso V de Aragón. “Aquel año de 1442, después de muchas victorias a lo largo de tan vasto territorio, Alfonso puso asedio a la capital, que resistía orgullosa y estoica tras sus murallas con la ayuda marítima de los genoveses, cuyos barcos fondeaban cargados de provisiones en la magnífica bahía al pie del Vesubio”, escribe Falcones en los primeros arreones de ‘En el amor y en la guerra’ (Grijalbo), novela con la que, casi 20 años después de ‘La catedral del mar’ y a una década de ‘Los herederos de la tierra’, da continuidad a su más célebre saga literaria.

Ildefonso Falcones, fotografiado en las calles de Nápoles / Miquel Olivé
Trilogía... por el momento
“Podría haber explicado lo mismo con otros protagonistas, pero a la gente le gusta. Y la editorial se vuelve loca, porque ya tiene título”, bromea el escritor barcelonés. Horas después, en el aeropuerto, un ejemplar de ‘La cattedrale del mare’ saluda desde el mostrador de lecturas recomendadas de la librería Feltrinelli. Se cierra el círculo. O empieza uno nuevo y diferente. “La próxima no va a ser ‘Catedral’”, desvela. “Ahora mismo, no contemplo seguir, pero tampoco lo desecho. No cierro nada”, añade.
Mientras tanto, aquí estamos, con la corte aragonesa dejándose deslumbrar por las luces del Renacimiento napolitano, y Arnau Estanyol, conde de Navarcles y de Castellví de Rosanes, exportando a tierras italianas las agrias disputas con su hermanastro, el vil Gaspar Destorrent. “Lo importante es que ves lo que realmente hubo. Puedes tocar lo que sucedió en aquella época”, dice el autor barcelonés en la Sala de los Barones de Castelnuovo, escenario final de la novela. “Esto era todo azulejo de manises con los emblemas del rey”, detalla justo antes de recordar que los aragoneses, llamados catalanes por los napolitanos, “eran vistos como avaros, gente muy interesada”. “Eso se nos ha quedado. Ya lo dijo Dante en la ‘Divina Comedia’. Había un rechazo importante que dio pie a un montón de revoluciones internas”, explica.
Nos creemos que era tabú, pero no. El Renacimiento busca el regreso a los clásicos, y en Roma y Grecia las relaciones bisexuales estaban a la orden del día
“Se conoce más la historia de los tercios y el Gran Capitán, pero la conquista inicial, la primera, es muy desconocida”, prosigue Falcones mientras pastorea a un grupo de periodistas por las callejuelas de la ciudad italiana y repasa cuatro décadas de humanismo y esplendor cultural, sí, pero también de conjuras, traiciones y luchas de poder en los estados italianos.
En la distancia, casi como un eco, la rebelión de los payeses de remensa y una Barcelona “que ya entra en decadencia” y de la que Falcones se aleja para despedir la Edad Media bajo la puerta Capuana y entre las sábanas cada vez más revueltas de una corte marcada por la singular personalidad de Alfonso el Magnánimo. “Cuando empecé a estudiar el tema me encontré con un rey que tenía un carácter muy especial: con la mujer que tenía aquí no tuvo hijos, probablemente ni relaciones; tuvo tres bastardos con una mujer que dicen que es valenciana pero que no aparece por ninguna parte; se enamoró públicamente de un paje… Y después se lió durante 10 años con una mujer que sostenía que era virgen. Un desmadre, vamos. Sigues estudiando y ves que el nieto, bisexual, viola y mata... No podía pasar por encima de esta realidad”, relata.
Sexo y violencia
Y no sólo no ha pasado por encima, sino que se ha tirado de cabeza con una novela de amor y guerra, sí, pero también repleta de escenas sexuales, sodomía, relaciones lésbicas y encuentros bisexuales. "Nos creemos que era tabú, pero no lo era. El Renacimiento busca el regreso a los clásicos, y en Roma y Grecia las relaciones bisexuales estaban a la orden del día. Incluso se decía que se disfrutaba más con un hombre que con una mujer", explica. En la novela, destaca, "salvo las violaciones, todo lo demás son escenas sexuales con empatía y dulzura". "Agradables, creo yo", apostilla.

Falcones viaja al Nápoles de 1442 de la mano del nieto de Arnau Estanyol / Miquel Olivé
En su caso, además, la apuesta por la carnalidad no es simple rigor histórico, sino que, asegura, también obedece a una cuestión de paladar lector. “A mí son escenas que personalmente me gustan”, reconoce. “No creo ser un depravado, pero cuando alguien lleva una trama a un momento en el que evidentemente van a tener relaciones y de repente la corta... ¿Por qué no me lo cuenta? Contamos asesinatos y evisceraciones, pero a la hora de que un tío se acueste con una tía o dos tíos o dos tías, aparece un puritanismo que no viene al caso”, explica.
Hay una serie de discusiones que las admito, pero la del derecho de pernada no, porque ese abuso del señor feudal es la piedra angular de la trama de ‘La catedral del mar”
Eso sí: casi como un ajuste de cuentas, Falcones alarga la trama hasta 1486 sólo para poder liquidar por escrito el derecho de pernada, origen de casi todo. “Era algo personal. Hay historiadores que dicen que es falso cuando hubo un rey, unos nobles y unos payeses que firmaron un compromiso que prueban que existió. Hay una serie de discusiones que las admito, pero esta no, porque ese abuso del señor feudal es la piedra angular de la trama de ‘La catedral del mar'”, explica.
Salir de las tinieblas
‘En el amor y en la guerra’, en librerías a partir del 18 de febrero, es, además, la primera novela que Falcones completa prácticamente desde cero (a la anterior, ‘La esclava de la libertad', llevaba años dándole vueltas) desde que le ganó la partida a Hacienda y superó el cáncer de colon que le diagnosticaron cuando escribía ‘El pintor de almas’. “Un poco sí que he salido de las tinieblas y ahora veo la luz”, ironiza cuando se le sugiere si el tránsito de la Edad Media al Renacimiento que narra el libro bien podría ser una metáfora de su propia experiencia vital.
Para apuntalar el resurgimiento, esta tercera pata de la trilogía llega con ademanes de fenómeno editorial y una tirada inicial de 200.000 ejemplares, palabras mayores para un superventas poco o nada convencional. “Este negocio es muy endogámico; hay un núcleo de escritores que nacen con una pluma en la mano, y el hecho de que alguien diga que ha ido al Ateneu a trabajar una novela, que es abogado, que no es ‘progre’, que es católico y conservador, que está bien casado, y que tiene cuatro hijos… Yo no estaba llamado a triunfar, y eso no lo aguanta ninguno de ellos”, explica.

El escritor barcelonés, a las puertas del complejo monumental de Santa Chiara / Miquel Oliv
Escritor, a pesar de todo
Falcones, que con 17 años ya intentó dejar los estudios para dedicarse a la escritura, aún agradece a su madre que le bajase los humos y le hiciese echar el freno. Estudia, le dijo. Ten si quieres una familia, insistió, y cuando tengas una estabilidad, escribe todo lo que quieras. “Es el mejor consejo que me han dado nunca, porque la necesidad te lleva a la angustia y a la desesperación -asegura ahora el novelista-. ‘La catedral del mar’, que ha sido una obra, vamos a decirlo, maestra, tardé siete años en escribirla y durante cinco años no la quiso nadie; imagínate que mi vida, la de mi mujer y la de mis hijos hubiese dependido de que alguien me hubiese comprado la novela”.
Al final, mal no le ha ido, pero al barcelonés aún le escuece que en determinados círculos no se le acabe de tomar del todo en serio. “En Barcelona había un certamen de novela histórica al que no me invitaron nunca. A Fráncfort no me han llevado. Y a París, cuando Barcelona era ciudad invitada, tampoco”, lamenta.

'En el amor y en la guerra'
Ildefonso Falcones
Grijalbo; Rosa dels Vents en catalán
758 páginas
24,90 euros
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