Crítica de 'La tutoría': Un virus que atraviesa generaciones

Halfdan Ullmann Tøndel es nieto de la actriz Liv Ullmann y el cineasta Ingmar Bergman, y con su ópera prima demuestra haber heredado el interés de su abuelo en el explorar territorios inhóspitos de la psique y la sociedad y en retratar frontalmente los aspectos más perturbadores del comportamiento humano. Su punto de partida argumental son las acusaciones de agresión sexual que un alumno de 6 años efectúa contra un compañero de clase, pero Tøndel no se centra en ellos -nunca llegamos a verlos en persona- sino en los secretos, mentiras, sospechas y rivalidades de los adultos obligados a enfrentarse cara a cara en el colegio a causa de ello, en cómo la ira y el rencor se perpetúan entre generaciones, y en cómo se refugian en la mentalidad de rebaño.

Cuanto más vamos aprendiendo sobre los personajes, más desconcierto experimentamos. La película maneja los espacios, la cámara y el sonido para incrementar el suspense y la sensación de claustrofobia, que asimismo matiza a través del humor negro y el sentido del absurdo, y en su avance va rompiendo vínculos con la realidad para adentrarse en el surrealismo y la abstracción y, llegado el momento, descender al reino de la locura. En el proceso propone más ideas temáticas y formales de las que puede gestionar, pero su capacidad para generar atmósferas y su voluntad de tomar riesgos se bastan para celebrarla como un debut más que prometedor.