Literatura catalana

Maria Barbal: “El éxito de ‘Pedra de tartera’ hace que lo que vino después sea un pequeño fracaso”

La escritora catalana parodia el mundo editorial y reflexiona sobre la creación en ‘Peripècies', su nueva novela

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La escritora Maria Barbal volverá a partir de mañana miércoles a ocupar los anaqueles con su nueva novela 'Peripècies', una reflexión sobre la creación literaria, el oficio de escritor y el fracaso, que empezó a planear hace más de dos décadas, con un protagonista, Anton Bellart, que triunfa con su primer libro. EFE/Marta Pérez

La escritora Maria Barbal volverá a partir de mañana miércoles a ocupar los anaqueles con su nueva novela 'Peripècies', una reflexión sobre la creación literaria, el oficio de escritor y el fracaso, que empezó a planear hace más de dos décadas, con un protagonista, Anton Bellart, que triunfa con su primer libro. EFE/Marta Pérez / Efe

David Morán

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Barcelona
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“Me cuesta mucho explicar lo que escribo, me parece una situación casi ridícula, como si asistiera a un examen oral sobre mi trabajo”, advierte Maria Barbal (Tremp, 1949) segundos antes de adentrarse en el terreno de las explicaciones que rodean a ‘Peripècies’ (Columna; Destino en castellano) y superar con nota lo que bien podría ser un examen sobre su nueva novela, la segunda que publica desde que ganó en 2021 el Premi d’Honor de les Lletres Catalanes y a la que lleva dándole vueltas más de una década.

“Es un libro que ha descansado mucho, está muy revisado”, confirma Barbal sobre una novela cuya primera versión se remonta a 2012 y que, sin explicitarlo demasiado, orilla la actualidad para esquivar las tentaciones de la tecnología. “Es una novela muy de principios de los 2000, no hay ni un sólo Whatsapp”, subraya con cierto orgullo.

Lo que sí que hay, porque de eso va ‘Peripècies’, son escritores y escribientes de todo tipo. Editores con pocos escrúpulos, agentes literarios que no salen demasiado bien parados, y familias relegadas al rincón del olvido. Una simpática parodia del mundo editorial y una reflexión sobre las dificultades de compaginar la creación literaria con la vida personal. “Como profesión pura, ser escritor es poco productivo y puede traer problemas familiares: es un oficio solitario con el que cuesta ganarse la vida y que es difícil acoplar a la vida familiar”, sentencia.  

Confeccionar historias

En ‘Peripècies’, todo empieza con Anton Bellart, “un estudiante que se da cuenta de que a través de las palabras puede confeccionar pequeñas historias” y cuya peripecia profesional avanza en paralelo, rozándose en ocasiones, a la de la autora de 'L'amic escocés'. "El hecho de que sea un hombre me distancia y me permite explorar de manera más libre todo lo que le va pasando. En otras cuestiones sí que coincido”, relativiza Barbal, que le regala a su personaje un debut casi tan sonado como el suyo.

“El éxito de ‘Pedra de tartera’ hace que lo que vino después sea, de alguna manera, un pequeño fracaso”, asegura a propósito de la onda expansiva de su primera novela, publicada en 1984 y con traducciones al inglés, el italiano, el francés, el neerlandés o el esloveno, por citar unos pocos. Sólo en Alemania, su ‘Wie ein Stein im Geröll’ vendió más de 40.000 ejemplares. “Hace muchos años que he asimilado que no llegaré a alcanzar lo que hice cuando tenía 30 años”, reconoce. 

Ser escritor

Otra cosa, añade, añade, es que deje de intentarlo. “Nunca he tenido ganas de abandonar porque una novela no haya ido bien. Este tipo de frustración me la he ido tragando”, asegura. Quizá por eso, en una novela jalonada de temas universales como el amor, la culpa y la confianza en uno mismo, Barbal concede especial importancia a las diferencias entre “ser escritor y hacer de escritor”. Porque, asegura, no es lo mismo encerrarse a encadenar palabras, a engrasar y exprimir adjetivos y subordinadas, que todo lo que viene después. “Soy escritora cuando estoy sola y me enfrento a las palabras”, sintetiza. 

Como profesión pura, ser escritor es poco productivo y puede traer problemas familiares

Sólo después, vencido ya el lenguaje, llegan las preguntas prosaicas, las cuestiones pecuniarias. “¿Qué pasa con la recepción de un libro y con los lectores que no están obligados a leerlo?”, ejemplifica. “Es ahí donde suele haber contradicciones y es lo que le obliga a uno a hacer de escritor más que serlo, que no es lo más deseable”, se responde.

Admite Barbal que en ‘Peripècies’ no ha tratado bien a editores ni a agentes literarios, aunque, ante las más que posibles suspicacias, matiza que su Eduard Catín, el editor de Anton Ballart, no está creado a imagen o semejanza de nadie. O por lo menos no de una sola persona. “Se entiende que son colectivos muy amplios que se van renovando, así que no apunto contra nadie en concreto.. No he calcado un editor”, explica una autora que, a sus 76 años, sigue defendiendo y celebrando la libertad. “Cuando dejé de ambientar mis novelas en el Pallars, hubo un grupo de lectores que se sintió estafado, pero el escritor ha de hacer siempre lo que quiere, aunque le salga mal. Luego lo puede dar por fallido, pero eso ya depende de la conciencia de cada uno”, zanja.

'Peripècies'

Maria Barbal

Columna / Destino

397 páginas

20,90 euros