Radiografía del género
20 años de BCNegra: de los bajos fondos de la novela negra al esplendor comercial y el reinado femenino
El festival barcelonés celebra su 20 aniversario consagrado como base de operaciones de un género en plena forma y en continua expansión tras décadas de menosprecio
"Quizá si siguiéramos leyendo a los mismos hombres de hace 20 años nos habríamos cansado mucho antes", sentencia el escritor y comisario del certamen, Carlos Zanón
15 novelas negras para seguir la pista de BCNegra 2025
BCNegra celebra su 20 aniversario con Benjamin Black y Donna Leon y premia a Yasmima Khadra con el Pepe Carvalho

Montaje fotográfico a partir de los carteles de las primeras ediciones de BCNegra / EPC


David Morán
David MoránPeriodista
Periodista de la sección de cultura.
Y al tercer día, la novela negra resucitó. Se sacudió el polvo y emergió con ánimo de reconquista. Adiós al desprestigio; hasta la vista, condescendencia. En realidad, la cosa llevó un poco más de tiempo, un par de décadas de nada, pero el desenlace es más o menos el mismo. Misterio resuelto y caso zanjado. O casi. “En los años 80, todo eran clichés: los barrios chinos, las prostitutas, los detectives alcoholizados… Stieg Larsson envió el género al siglo XXI de una patada”, constata Carlos Zanón, escritor y comisario de BCNegra, festival que encara a partir de este lunes y hasta el 16 de febrero su 20 aniversario con reclamos de peso como Donna Leon, Yasmina Khadra, Benjamin Black y Arnaldur Indriðason, entre otros.
Un aniversario redondo y una oportunidad de oro para pasar revista al género y convenir si, como en la gran semana negro-criminal barcelonesa, también aquí hay motivos para la celebración. “Ya hace años que es un género consolidado, no se puede hablar de ‘boom’”, puntualiza Zanón, autor de ‘Yo fui Johnny Thunders’ y médium de Vázquez Montalbán en ‘Problemas de identidad’. Quizá por eso a nadie le inquieta demasiado que en el último Análisis del Mercado del Libro publicado por la Federación Española de Gremios de Editores de España (FGEE) con datos de 2023, la novela negra cayera un 0,5% en porcentaje de ventas. Porque incluso con ese leve retroceso, el 'thriller' (y alrededores) va como un tiro en las librerías, representa ya cerca del 20% del pastel total de la ficción y, mal que bien, empieza a sumar más victorias que derrotas en la batalla de la honorabilidad y el respeto.

Con Larsson y la trilogía 'Millenium' empezó (casi) todo / EMILIO NARANJO
“Hablar bien de la novela negra en un foro académico ya no es un gesto de provocación e incluso le han concedido algún blasón académico importante: John Banville, Leonardo Padura y Fred Vargas han recibido el Premio Princesa de Asturias”, recuerda Eugenio Fuentes en su ensayo ‘Los bajos fondos del corazón’. También el Planeta y el Nadal, dos de los galardones con más solera del país, llevan años buscando petróleo en los dominios de Carmen Mola, Javier Cercas, Eva García Sáenz de Urturi, Dolores Redondo, César Pérez Gellida, Victor del Árbol y Alicia Giménez Bartlett, por citar unos pocos.
"De golpe todo el mundo quería su Larsson y la novela negra pasó de tener un estante en las librerías a la mesa central de novedades"
“Ha sido en el primer cuarto del siglo XXI cuando ha salido del lazareto, ha consolidado su expansión y ha dejado de ser la gleba de la literatura, despreciada por los géneros clásicos, alígeros, aristocráticos. Hasta ahora había sido el sotobosque que se extiende a los pies de los grandes árboles que configuran la historia de la gran literatura: una capa de matas y arbustos espinosos, duros, agrios y correosos, que ni dan frutos como los manzanos ni dan leña para calentarse en invierno y donde no anidan los ruiseñores de la lírica ni pastan los grandes búfalos de la narrativa”, añade Fuentes, creador del detective Ricardo Cupido y firme defensor de que no hay un género mejor que otro. “Lo único importante es el texto: su originalidad, su belleza, su capacidad para suscitar emociones. También es secundario el origen de los materiales”, asegura.
Operación 'renove'
Veinte años atrás, en 2005, no solo BCNegra acababa de alzar el vuelo con una edición inaugural consagrada al 'noir' mediterráneo: la primera entrega de la trilogía ‘Millennium’, ‘Los hombres que no amaban a las mujeres’, estaba a punto de ponerlo todo patas arriba. 3 millones de ejemplares vendidos sólo en Suecia, un país de 9 millones de habitantes, y una onda expansiva que, como decía Zanón, renovó y modernizó la novela negra a puntapiés. Larsson, fallecido un año antes, se quedó sin ver el tsunami que desencadenó todo aquello, pero su nombre se convirtió a partir de entonces en kilómetro cero de la operación 'renove'. “De golpe todo el mundo quería su Larsson y la novela negra pasó de tener un estante en las librerías a la mesa central de novedades”, constata Toni Hill, autor de ‘El último verdugo’ y editor de Grijalbo.

Isabel Allende, durante una visita a la librería Negra y Criminal de Barcelona / EPC
Para cuando el fenómeno llegó a España, en 2008, a la novela negra ya le había cambiado la cara: Camilla Läckberg había echado raíces en librerías y listas de ventas con ‘La princesa de hielo’; RBA celebraba la buena salud del género con un suculento premio dotado con 125.000 euros que en sus primeras ediciones recayó en Francisco González Ledesma y Andrea Camilleri; y Lorenzo Silva ponía en marcha Getafe Negro, uno de los más de 40 festivales y certámenes dedicados a la novela negra que, a día de hoy, conviven y sobreviven en el país. La Semana Negra de Gijón, Blacklladolid, Aridane Criminal, Las Casas Ahorcadas de Cuenca, Tiana Negra, Tenerife Noir, Mairena Black… Ningún otro género, ni siquiera el fantástico, goza de semejante red de afectos e influencias.
"Que te puedan descuartizar quizá ya no te da tanto miedo como levantarte una mañana y que el cerebro se te haya reseteado y te empieces a olvidar de todo"
Armas de mujer
A la hora de intentar resolver el enigma de tamaño éxito, diversas lecturas. En su ‘Diccionario apasionado de la novela negra’, Pierre Lemaitre apunta al atractivo del enigma, el encanto de lo arcano. “En un sistema social en el que la transparencia es una virtud, la visibilidad un ideal y el secreto un motivo de sospecha, la novela policiaca es un género relativamente asincrónico: uno de los últimos sitios en los que el misterio sigue siendo una cualidad y la mentira un camino para llegar a la verdad”, escribe.
Zanón, que desde 2018 sustituye al añorado Paco Camarasa al frente de BCNegra, añade una nueva variable a la ecuación de la remontada del 'thriller' y el policial: la renovación que ha supuesto la mayor presencia de la mujer a ambos lados de la página, ya sea como autora o como personaje. “Han incorporado nuevas miradas que han oxigenado el género. Quizá si siguiéramos leyendo lo mismo de los mismos hombres de hace 20 años nos habríamos cansado mucho antes”, asegura.

Paco Camarasa y Andrea Camilleri, juntos en BCNegra en 2014 / EPC
No es casual, o por lo menos no lo parece, que algunos de los grandes fenómenos de estos 20 años tengan nombre de mujer: Eva García Sáez de Urturi y la serie 'Kraken'; Dolores Redondo y la trilogía (ahora expandida) del Baztán; María Oruña y la saga Puerto Escondido; Susana Martín Gijón y las novelas de la inspectora Camino Vargas… “Cuando yo llegué con Amaia Salazar ni siquiera había una inspectora de policía en la Policía Foral y ahora sí que la hay”, explicaba Redondo hace un par de meses, durante la presentación de ‘Las que no duermen NASH’.
Cierto refinamiento temático, menos vísceras y más cabezas problemáticas, también parecen haber contribuido a la expansión del género. “Se abordan miedos cada vez más reales, como la salud mental”, asegura Zanón. “Que te puedan descuartizar quizá ya no te da tanto miedo como levantarte una mañana y que el cerebro se te haya reseteado y te empieces a olvidar de todo, que es algo mucho más real”, añade el comisario.
Deudas pendientes
En el otro extremo, el de las malas noticias y las deudas pendientes, unos cuatros cadáveres que, sobre el papel, tendrían que haberse beneficiado de la bonanza comercial del género. El caso, por ejemplo, de Negra y Criminal, la librería con la que Paco Camarasa y Montse Clavé convirtieron la Barceloneta en epicentro de la Barcelona negra y que tuvo que echar el cierre en 2015. “Cuando la novela negra ocupa colecciones editoriales y grandes superficies, librerías y gasolineras, muy pocos de los lectores que apostaban por llegar hasta la Barceloneta a dejarse recomendar alguna que otra rareza y llevarse el último Camilleri nos visitan”, se lamentaba entonces el librero, cerebro de lo que hoy es BCNegra. En 2019 corrió la misma suerte SomNegra, librería nacida, en parte, para cubrir el vacío dejado por Negra y Criminal. Ese mismo año, y después de 12 ediciones, también desapareció del mapa el premio RBA de novela negra. En una esquina, no muy lejos, una pistola aún humeante.

Alícia Giménez Bartlett hizo doblete en 2015 y ganó, con pocos meses de diferencia, los premios Carvalho y Planeta / PERE FRANCESCH /ACN
En otras ligas, las de los suplementos semanales y los inventarios de la excelencia, la crítica más engolada sigue sin rendirse a los cantos de sirena del género. “Si te fijas, en las listas de los mejores libros del año apenas aparecen novelas negras -apunta Zanón-. Hay cierta crítica que aún arruga la nariz ante el género, pero el no estar santificados por la intelectualidad ha hecho que los autores se vean a sí mismos como artesanos. Piensa que Hitchcock, cuando veía un cine, también veía un montón de butacas que había que llenar”.
"Al género le iría bien que los editores aumentaran por lo general sus estándares de calidad a la hora de seleccionar"
El periodista y escritor Antonio Lozano, antiguo director de la colección Serie Negra de RBA y autor del ensayo 'Lo leo muy negro’, aporta una voz discordante que, desde la pasión por el género, matiza la euforia. Y es que en los últimos años, asegura, "se han agudizado ciertas problemáticas que venía arrastrando el género negro, derivadas, en última instancia, de una sobreproducción desbocada". "También es verdad que el presunto 'boom' del mismo siempre fue, antes que nada, una cuestión de crecimiento de oferta antes que de demanda febril de los lectores”, añade.
En el centro de la diana, esa cadena de producción que ha convertido la novela negra en inagotable cantera de ficciones audiovisuales. "Por descontado que hay grandes nombres en el panorama 'noir', pero al género le iría bien que los editores aumentaran por lo general sus estándares de calidad a la hora de seleccionar y que muchos autores no pensaran antes en la adaptación de Netflix que en completar una novela que aspire a dignificar mínimamente el género”, sentencia Lozano.
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