Literatura catalana
Jordi Nopca: “Tener un hijo es como meter a la extrema derecha en casa”
Cinco años después de ‘La teva ombra’, el escritor barcelonés publica ‘El futur és una petita flama’, una novela política protagonizada por una familia de erizos
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El periodista y escritor Jordi Nopca en la librería Ona de Barcelona / Eli Don / ACN


David Morán
David MoránPeriodista
Periodista de la sección de cultura.
Entonces, ¿qué cara puso su editor cuando le dijo que su nueva novela estaría protagonizada por una pareja de erizos de clase media?
No le dije nada hasta que la acabé. Y cuando se la envié, le avisé: "No te espantes". Estuve tres días mordiéndome las uñas, porque no me decía nada. Cuando la empezó y vio que eran animales, me dijo: "Ay". Pero al cabo de un capítulo ya vio que estaba todo completamente justificado.
En entregas anteriores, casi en una serie diferente, Jordi Nopca (Barcelona, 1983) tuvo un hijo, ganó el primer Premi Proa con ‘La teva ombra’ y si no plantó un árbol fue porque estaba demasiado ocupado intentando no venirse abajo. Literalmente. "Estaba en un punto en que me sentía condenado, así que quise escribir una novela sobre la salvación", avanza. ¿Condenado? Veamos. "Había pasado el confinamiento, el teletrabajo, pillé una bronquitis que me obligó a coger una baja larga… Llegó un momento en que pensé que mi vida estaba muy cascada y que tenía que hacer algo para volver a volar un poco, así que empecé a escribir unos textos autobiográficos en los que explicaba mis miserias como padre, como periodista, como barcelonés…", explica.
Ahí estaba, esperando un poco de fuelle y gasolina, la chispa de 'El futur és una petita flama' (Proa), novela con hechuras de fábula contemporánea protagonizada por una pareja de erizos que acaban de ser padres: él, informático en un museo público, se ve envuelto en un caso de corrupción institucional que le hará replantearse su papel en una sociedad política y socialmente tensionada.
La extrema derecha, liderada por una rana repulsiva, acecha, y la única esperanza parece ser una ratoncita adolescente que lidera la lucha contra el cambio climático. "Cuando me di cuenta de que podía escribir sin ningún tipo de censura porque todos nos convertíamos en animales, encontré la puerta para disparar hacia la política, la ecología, los escritores, los editores... Me lo he pasado muy bien, la verdad", explica el escritor y periodista catalán.

Jordi Nopca, fotografiado en la librería Ona de Barcelona / Eli Don / ACN
De fondo, una trama política habitada por zorros, osos polares, pitones y musarañas, y una epopeya doméstica sobre el terremoto de la crianza. "Acabamos de tener un hijo. Nuestras vidas no volverán a ser, nunca más, como antes", anuncia el erizo informático para inaugurar 'El futur és una petita flama'. "Un hijo incendia tu vida. Cuando lo ha destruido todo, puedes volver a plantar algo, aunque realmente no sabes qué crecerá. Solo sabes que tu vida anterior se ha quemado y que o te alimentas de las cenizas o confías en que crezca algo nuevo", ilustra Nopca.
¿Por qué una fábula con erizos como protagonistas?
Me gustaba esa voz enfadada con el mundo con la que empecé a hacer textos autobiográficos, pero en realidad ese cabreo no era lo que quería transmitir. Tenía que distanciarme para explicar cosas que sí que eran buenas. Luego, cuando me di cuenta de que la novela tomaba un cariz más político, pensé que lo último que quería hacer era escribir sobre Catalunya, así que me inventé un mundo en el que los personajes pudiesen actuar libremente y sin constricciones.
Un hijo incendia tu vida. Cuando lo ha destruido todo, puedes volver a plantar algo, aunque realmente no sabes qué crecerá
El hijo, el 'eriçonet', acaba siendo la toma de tierra de un mundo a la deriva.
Tiene que ver con la idea de futuro a la que te obliga tener un hijo. Toda la vida anterior la puedes racionalizar, pero un hijo lo altera todo de una manera radical. Es la vanguardia que lo rompe todo, y te has de acostumbrar a no saber nada de tu vida y, al mismo tiempo, a construir su futuro. Tener a alguien que de pronto depende de ti te obliga a creer en una especie de 'nosotros'. Hasta ese momento, mi mundo era mucho más reducido. Y todo esto, sumado a no dormir durante dos años, hizo que entrase en una especie de cortocircuito permanente. Para mí, tener un hijo es como haber metido a la extrema derecha a casa.
Menudo titular...
¡Pero es que lo pienso de verdad! En la novela, los padres no hacen más que decir "¿qué quiere hoy el pequeño dictador?". Tienen un pequeño dictador en casa, así que es normal que en la sociedad en la que viven haya un aspirante a dictador. Y también es normal que, teniendo en cuenta que hay mucho resentimiento, mucho odio y mucha venganza subterránea, la gente le acabe votando. Es tan extremo, tan lejano, que en realidad se tocan. Y no podía no hacerlo. Cuando intento ser novelista, los minutos que me dejan, creo que tengo que tener libertad absoluta y colocarme en un lugar que me incomode.
No quería escribir sobre Catalunya, pero al final le ha salido una novela política sobre la paternidad con notables parecidos con la situación política catalana.
En el fondo, aunque no quieras algo, el contexto es el de un ecosistema pequeño. Un "país de bolsillo", como dicen en la novela. Y en este país de bolsillo hay casos de corrupción que quizá no sean muy escandalosos pero que pueden situar a los personajes en unos dilemas morales tanto o más profundos. Podría haber escogido el 'caso Palau', pero busqué otro caso menos llamativo.
Cuando estaba en el mundo real jugaba a imaginarme qué animal tenía delante o al lado y pensaba en todo lo que le rodeaba
Un caso que, por cierto, recuerda mucho al de Laura Borràs en la Institució de les Lletres Catalanes.
Puede recordar a eso, sí, pero sitúo la historia en un museo. Cuando era pequeño, 14 años o así, leí casi a la vez al Orwell de 'Rebelión en la granja' y '1984'. Luego, durante el confinamiento, me leí '1Q84' de Murakami, y me resultó muy interesante esa relación entre el mundo real que tenemos en la cabeza y las variaciones del mundo que luego explicas. En este sentido, los animales me permitían ser más efectivo. La parte de contexto político se iba escribiendo sola, porque la extrema derecha crecía en países cercanos.

'El futur és una petita flama'
Jordi Nopca
Proa
304 páginas
19,90 euros
En el libro encontramos una rana de extrema derecha, una musaraña fumeta, una pitón sibilina… ¿Cada animal tiene su significado?
Todos hemos leído y visto mucho sobre animales. De pequeños y de mayores. Me acordaba el otro día de los conejos de David Lynch, esos que salían planchando en 'Inland Empire'. Así que, al escoger animales poco habituales, ya estás avisando un poco de que esto no es una historia sobre un perro fiel o un gato traidor. Todos tenemos una idea preconcebida de los animales, así que si aparece una hiena, las connotaciones probablemente serán negativas. Ahora bien, ¿qué pensaríamos de un oso polar? ¿Y de un zorro? La rana, en este sentido, no está connotada negativamente, pero una vez le das la máscara de la extrema derecha, resulta todo evidente: viscosa, con una mirada estrábica que lo quiere abarcar todo, el color verde como equivalente al uniforme fascista…
Por cierto, ¿cómo se escribe en un estado de "cortocircuito permanente"?
A veces tengo la sensación de que la novela no la he escrito yo, pero no porque me la haya hecho otra persona, sino por haberla escrito en un estado mental parecido al de los paraísos artificiales. Mientras la hacía, o estaba medicado por una cosa o por la otra. Así que escribía pensando que sería lo último que haría, porque el año que estuve con bronquitis realmente me costaba mucho concentrarme. Luego me costaba mucho salir y cuando estaba en el mundo real jugaba a imaginarme qué animal tenía delante o al lado y pensaba en todo lo que le rodeaba. Al final, cuando la acabé, lo pasé un poco mal, porque me costó saber que me tenía que parar y dejar este mundo.
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