Crítica de 'Fuera de la ley': un sarcástico baño de sangre

Mezcla de comedia negra y relato policiaco, y salvaje, alumbrado a la sombra de las primeras películas de los hermanos Coen, ‘Fuera de la ley’ es un dinámico y consistente ejercicio malabar entre géneros, efectivo, divertido y, a la vez, patético en cuanto a la catadura de sus personajes relevantes. El relato acontece en Providence, localidad marisquera de Rhode Island, y tiene como eje conductor a una atípica pareja de agentes de policía en una ciudad en la que casi nunca pasa nada digno de mención.

Uno, recién llegado, está a punto de ser padre y su progenitor fue a la cárcel por atracar bancos. El otro mantiene relaciones con la esposa asiática de un comerciante del lugar y carece de escrúpulos aunque, en el fondo, es el más sincero de todos los habitantes de la localidad. Están también la esposa del primero, de ambición poco a poco desmedida; un mediocre empresario del marisco; su secretaria, no menos ambiciosa; la capitana de policía –que perdió a su hijo en circunstancias que nunca se desvelan–, y, pese a ser tan pequeña la ciudad, hasta dos asesinos profesionales, El Colombiano y El Irlandés. El filme asume la duplicidad de tonos y registros. Ahora es desvergonzadamente satírico; ahora es violentísimo; ahora es triste e inconformista... En general, sugestivamente provocador.