Entrevista
Susan Neiman, filósofa: “La izquierda no es 'woke', ni la más radical”
El ensayo 'La izquierda no es woke' (Debate) de la filósofa norteamericana se ha convertido en un fenómeno editorial en todo el mundo, con traducciones al farsi y al tailandés
"Mucha gente está indignada por los pequeños cambios simbólicos de la agenda 'woke' en una época en la que la distancia entre pobres y ricos es más fuerte que nunca", sostiene Neiman

La filósofa norteamericana Susan Neiman. / EPC


Irene Savio
Irene SavioPeriodista
Dice la pensadora Susan Neiman (Atlanta, 1955) nunca se imaginó que escribir un libro de filosofía sobre 'wokismo' generaría tanto interés en todo el mundo. "Lo increíble es que ahora lo están traduciendo también al tailandés, al coreano, árabe y farsi. Eso no me lo esperaba", afirma, en entrevista sobre su última obra, 'La izquierda no es woke' (Debate), que se ha convertido en un fenómeno editorial al criticar esta corriente que, según ella, ha mezclado reivindicaciones de izquierda con conceptos filosóficos profundamente asociados a la derecha, como el tribalismo y el identitarismo, alineados con la visión del mundo de Carl Schmitt, Friedrich Nietzsche y Michel Foucault. Un cóctel explosivo que ha debilitado a la izquierda y ha permitido el avance de la extrema derecha —incluyendo el triunfo electoral de Donald Trump en Estados Unidos en noviembre—, lo que, dice Neiman, debe ser desactivado por el progresismo a través del revalorización de los valores de la Ilustración y el universalismo.
Su libro se ha convertido en un 'bestseller'.
Se está vendiendo bien en países con gobiernos socialdemócratas con mayorías muy precarias, como Chile y Brasil, y ahora Colombia y España, por supuesto. Creo que estas discusiones se están dando porque la izquierda se está dejando confundir y debilitar por la idea de que el wokismo es una corriente de la izquierda, pero no es así.
¿Por qué tantos han abrazado el 'wokismo'?
No es que hubiera una conspiración de personas diciendo: "oh, veamos cómo podemos arruinar a la izquierda". Creo que se produjo una confusión genuina, derivada del hecho de que la ideología 'woke' nació de la preocupación por las personas marginadas, que es algo muy de izquierda, pero terminó alimentándose de postulados filosóficos de extrema derecha. Pero, insisto, la izquierda no es 'woke'. Ni el 'wokismo' es una especie de versión radical de la izquierda.
Estamos en un momento muy crítico, sí. Pero si nos resignamos del todo, el mundo realmente se irá al infierno, ¿no?
Neiman sostiene que "sin universalismo no hay argumento contra el racismo, solo un grupo de tribus compitiendo por el poder". Y, en esta línea, la filósofa rechaza también algunos métodos de los 'woke', como la cultura de la cancelación y su negativa a ver que algunas formas de progreso se alcanzaron en el pasado. Ello ha facilitado que la derecha asociara, para criticarla, al 'wokismo' con la izquierda tradicional.
¿Ha influido el 'wokismo' en el avance de la extrema derecha en el mundo? ¿De que Trump haya ganado en EEUU, Javier Milei gobierne en Argentina, y Giorgia Meloni sea la primera ministra de Italia?
Sí, eso creo. En EEUU y Alemania, por ejemplo, hay muchísima gente enfadada por las tantas demandas del 'wokismo' aceptadas por el centroizquierda, también por [Joe] Biden. Es sin duda más sencillo discutir de pronombres que llevar adelante cambios sistémicos. En Alemania dicen que la gente se está moviendo hacia la derecha porque quiere más dinero en su bolsillo. No creo que esto sea verdad. Es en parte verdad, pero no lo explica todo. Mucha gente está indignada por estos pequeños cambios simbólicos que se producen en una época en la que la distancia entre pobres y ricos es más fuerte que nunca.
Fue un gobierno de derecha, el de Liz Truss, el más diverso de la historia del Reino Unido.
Lo fue y ese es el planteamiento filosófico que subyace: que el interés propio o el de mi tribu es lo único realmente importante. Trump también se ha aprovechado de ello, y esa es una de las estrategias del Partido Republicano. Cuando buscaba a una persona para ocupar un puesto clave en la Corte Suprema, [Trump] eligió a un juez negro conservador: Clarence Thomas.
Neiman razona aquí el supuesto teórico de que "los puntos de vista políticos están determinados por los orígenes étnicos", lo que, opina, se opone a la visión universalista y ha sido abrazado también por el 'wokismo'. "¿Qué nos parece más esencial, las características accidentales con las que nacemos o los principios que abrazamos y defendemos? Tradicionalmente, era la derecha la que se centraba en lo primero y la izquierda la que ponía más énfasis en lo segundo", se pregunta.
Algunos creen que el 'wokismo' está en su crepúsculo, otros que no ha llegado aún a su pico máximo. ¿Qué opina usted?
Me resulta muy difícil hacer predicciones. Ciertamente no creo que el 'wokismo' esté acabado. Si miramos a EEUU, ahora que Trump es presidente está tomando decisiones que van en contra del 'wokismo', pero creo que probablemente se dará cuenta de que esas mismas posturas tienen cierto apoyo en la extrema derecha.
El problema es que dice no sólo que la izquierda está confundida, sino también que hay mucho pesimismo.
Estamos en un momento muy crítico, sí. Pero si nos resignamos del todo, el mundo realmente se irá al infierno, ¿no? Es una responsabilidad evitar que el mundo se autodestruya. No es que ninguno de nosotros pueda hacerlo solo, pero todos podemos hacer un poco.
Le dedica un amplio capítulo a la noción de progreso. ¿Es clave para rescatar a la izquierda del 'wokismo'? ¿Esa es la solución?
Creo que debemos salir de esa forma de pensar con que la que estamos desde 1991 [caída del muro de Berlín]. Porque lo que sabemos ahora es que el capitalismo no solo es grotescamente injusto, sino que destruirá el planeta. Pero desde 1991 nos han dicho: "Sí, pero la alternativa al capitalismo es...". Y entonces se piensa en el socialismo al estilo soviético, y en que eso destruirá la libertad humana, la economía o lo que sea, y nos iremos directos al gulag. Eso es algo que podemos trabajar ahora mismo: el compromiso con la posibilidad de progreso, con la justicia y el universalismo.
Neiman concluye apelando a Jean-Jacques Rousseau, Emmanuel Kant y Noam Chomsky, pensadores que, afirma, le han sugerido "que la esperanza no constituye una perspectiva epistemológica sino moral". "Las categorías de la historia política de Schmitt no solo son infantiles, como señaló Adorno. Ver la política a través de la lente de la distinción entre amigo/enemigo nos retrotrae a la prehistoria", razona, y así rechaza también a una visión nihilista de la historia que, según ella, fue introducida en la izquierda por Foucault.
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