Ópera

La OBC, aclamada con un variado y amplio programa

La orquesta catalana ofreció un estreno local de Matthias Pintscher, un concierto para flauta de Mozart y un ballet de Bartók

Matthias Pintscher y Francisco López en la OBC

Matthias Pintscher y Francisco López en la OBC / May Zirus

Pablo Meléndez-Haddad

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La Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya (OBC) invitó al director y compositor Matthias Pintscher para estrenar en España su obra ‘Neharot’ (2020). Contar con personalidades poliédricas ayudan al conjunto a ampliar horizontes en un terreno tan delicado, complejo y contestado como es el de la creación sinfónica en el siglo XXI. Pero el programa de este fin de semana no solo miraba a la música actual; la velada del viernes y del domingo también incluyó el ‘Concierto para flauta Nº 2 en Re, KV 314’ (1778) de Mozart y el ballet pantomima de Béla Bartók ‘El mandarín maravilloso, op. 19, Sz. 73’ (1918-1924), configurando una oferta tan variada como enriquecedora.

La sesión del sábado, enmarcada dentro del proyecto de divulgación ‘Tast d’Orquestra’, se limitó al ballet de Bartók. Cabe detenerse en esta iniciativa que ofrece a su público –orientado a estudiantes de escuelas de música y conservatorios– un diálogo entre artes escénicas y partituras con una selección de obras clave de la historia de la música insertas en una propuesta teatral inspirada en la pieza programada que la compañía Indi Gest presenta antes del concierto, creando afición.

El programa completo, en cambio, se abría con el estreno de Pintscher, quien ha querido volcar en ‘Neharot’ –que podría traducirse del hebreo como ‘Ríos’– una reflexión sobre “la devastación, el miedo y la esperanza”, según palabras del compositor; aunque inspirada en la espiritualidad judía, viene muy a cuento si se vuelve la mirada a la tragedia que día a día se retroalimenta en el conflicto palestino-israelí. La pieza, para gran orquesta –unos 90 músicos, incluyendo mucha percusión, dos arpas y piano– y que no llega a la media hora, se aleja del melodismo para beber de la experiencia alcanzada por Pintscher junto a Pierre Boulez y al parisino Ensemble Intercontemporain, creando texturas fantasmagóricas y ambientes cargados de sensaciones. Con el propio autor a la batuta, seguro que la interpretación recorrió los senderos debidamente adecuados.

En la segunda obra del programa no hubo mayor sorpresa: una vez más causó sensación el desempeño de Francisco López, aclamado primer atril de flauta travesera de la OBC, quien siempre destaca en sus acertadas y virtuosas intervenciones. En este caso, al actuar como solista invitado –gran iniciativa de la OBC, la de darle a sus propias estrellas este tipo de caramelos en los que puedan lucir su talento–, López volvió a demostrar su valía con el total dominio de este ‘Segundo concierto para flauta’ de Mozart; se trata de una transcripción de una obra anterior concebida para oboe solista, hoy perdida.

 López brilló con luz propia ya desde el ‘Allegro aperto’ inicial, en el que impuso un sonido siempre afinado, bien matizado y con los suficientes golpes de efecto, alimentando con sapiencia el diálogo con la orquesta y sacando brillo a los pasajes más virtuosísticos gracias a una técnica y un control del ‘fiato’ excepcionales. En el ‘Adagio non troppo’ el solista mostró su cara más lírica, con un fraseo de línea impoluta, ligando adecuadamente y haciendo cantar a su flauta y creando momentos de intensa belleza mozartiana, todo ello coronado con el energético ‘Rondó: allegro’ del final.  Ovacionado, el solista regaló al público una composición propia inspirada en el reflejo de la luna sobre el río que baña su localidad natal.

La segunda parte del concierto, con una ‘suite’ del ballet pantomima en un acto ‘El mandarín maravilloso’ de Bartók, fue muy aplaudida por el energético trabajo del conjunto, bien guiado por un Matthias Pintscher generoso y concentrado, sobre todo en el aspecto rítmico, tan fundamental en esta obra maestra tan poco programada. Muy acertada la proyección sobre el escenario de la trama del ballet en consonancia con la música: en una obra concebida para el teatro saber de qué va la acción en el momento justo ayuda a degustar y a comprender más todavía la partitura.

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