Entrevista

Sisa: "Después de 50 años, me doy cuenta de que lo que quiero es ser un personaje de 'Qualsevol nit pot sortir el sol'"

El retirado cantautor ultima una reedición limitada del álbum que hace cinco décadas, en 1975, dio un espaldarazo a su carrera para convertirse en un clásico de la música catalana

Sisa, en la época de la grabación de 'Qualsevol nit pot sortir el sol'

Sisa, en la época de la grabación de 'Qualsevol nit pot sortir el sol' / Archivo Jaume Sisa

Jordi Bianciotto

Jordi Bianciotto

Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Sisa celebra los 50 años del emblemático 'Qualsevol nit pot sortir el sol' con una nueva edición del disco que verá la luz el 28 de febrero en vinilo transparente, con una foto histórica firmada y una reliquia, el paipay que el sello Als 4 Vents había puesto en circulación en los inicios de su trayectoria. El cantautor recibe a este diario en su piso del Eixample para conceder una entrevista sin presencia de fotógrafo.

‘Qualsevol nit pot sortir el sol’, que fue su segundo álbum, es fruto de ciertas circunstancias providenciales. Para empezar, cuando lo grabó, usted había dejado la música, desengañado, y trabajaba de oficinista en una compañía de seguros.

Yo lo había intentado en la música durante unos años, buscando puertas que se abrieran, yendo a salto de mata. Cogí el trabajo en la compañía de seguros y, como era muy aplicado, me llegaron a amenazar con hacerme jefe de sección, ¡de siniestros! Me dijeron que tenía futuro allí. Entonces me llegó la oportunidad de grabar este disco gracias a Rafael Moll y Víctor Jou, de Zeleste, que abrieron su sello en Edigsa y convencieron a Claudi Martí. Tuvieron que emborracharlo para que creyese en mí, porque él estaba vendiendo muchos discos de Serrat, La Trinca, Llach…

Pese a la desmoralización, no había dejado de hacer canciones.

En aquella época me salían con facilidad. Cuando grabé ‘Qualsevol nit…’, ya tenía todas las del siguiente álbum, ‘Galeta galàctica’ (1976), y parte de ‘La catedral’ (1977). Estaba muy activo, pero me faltaba conectar con el público. Del primer álbum, ‘Orgia’ (1971), había vendido 300 ejemplares. No tenía mánager ni nada.

Había mandado las canciones a muchas compañías sin respuesta.

¡A todas! A Edigsa, a Belter, a Hispavox, a EMI, a Zafiro, a Concèntric... Un día me llamó Serrat, que iba a crear el sello Oliba: “Nen, he escuchado tu canción ‘L’home dibuixat’ y es muy bonita’”. Se lo agradecí mucho, le enseñé otras, pero entonces ya salió lo de Zeleste con Moll.

Luego, la canción ‘Qualsevol nit pot sortir el sol’ fue la última del disco que grabaron, y usted no creía mucho en ella.

No sabía cómo tomármela. No me parecía una canción seria. Jordi Vilaprinyó hizo una interpretación de piano muy buena. Moll conocía a una estudiante del conservatorio, Dolors Palau, que tenía una voz preciosa, angelical y tierna, y le dijimos que viniera a hacer los coros, y llamamos a Manel Joseph y a Xavier Riba con su violín. La enfocamos como un cuento explicado por la radio, casi como si no fuera del todo una canción.

¿Cuántos ejemplares se vendieron del álbum?

En aquella época, en vinilo, 100.000. Fue un bombazo. Nunca más volví a vender eso, me situé entre los 30.000 y los 40.000. Yo comencé a vivir de la música gracias a ‘Qualsevol nit pot sortir el sol’.

Con el tiempo se ha leído la canción como una crítica a la propiedad privada y al materialismo, como himno del derecho a la vivienda… Usted lo deja a la interpretación de cada cual.

Es que un autor debe hacer eso. Siempre he estado en contra del panfleto, de la canción protesta, la canción cívica… Eso me parece que es arte inútil, que va dirigido a quien ya está convencido. El arte debe ir más allá de la propaganda y de la consigna, tiene que hacerte volar. Esta canción sirve para todo, para una fiesta de cumpleaños, para un funeral o para ‘okupar’ una casa. Y ahora, pensando en ella, después de 50 años, yo me doy cuenta de que, en realidad, lo que querría es ser un personaje de la canción. Yo no quiero ser un cantautor, sino el personaje de una canción, y de esta sería ideal porque reiríamos mucho, con tanta gente. Así que he pensado en convocar a todos los personajes, no solo de esta canción, sino de todas las que he hecho, hacer una gran asamblea y que voten si me aceptan como un personaje más.

Y liberarse para siempre de las penurias terrenales.

La vida real es muy dura y siempre acaba mal. Siendo un personaje vives muy bien, y mucho tiempo, sin enfermedades, sin envejecer, y la gente te quiere…

Pero eso debe de ser un poco difícil, ¿no?

Bueno, yo estoy muy bien asesorado por una experta en poesía ultrafísica que se llama Carlaila del Ferró. No la conoce nadie, ¿eh? Yo sí. Es una profesora de universidad. Yo no esperaba que al cabo de 50 años estaríamos hablando de esta canción y estoy un poco desbordado. Por eso me gustaría cambiar mi vida y entrar en el mundo de la irrealidad, de entender la vida como un sueño, un cuento, una canción, más que como esa cosa diaria en la que te puedes poner enfermo o sufrir un accidente.

"Para mí, la mejor del disco es 'Cançó de la font del gat'. Es la más sentida, la que más me sale de dentro"

Habla de fundirse con sus canciones.

Totalmente. Mira, hay una cita que leí una vez de Gil de Biedma: “Yo creía que quería ser poeta, pero en el fondo quería ser poema”. Pues yo no quiero ser autor de canciones, sino una canción, un personaje de la canción. A ver si lo consigo. Sé que es un poco complicado, pero estoy en ello.

El álbum ‘Qualsevol nit pot sortir el sol’ incluye otras siete piezas además de la titular. ¿Cree que alguna de ellas es mejor?

Para mí, si he de ser sincero, la mejor del disco es la ‘Cançó de la Font del Gat’. Es la más sentida, la que más me sale de dentro. Es como la ‘Història viscuda’ de Apel·les Mestres. Con mi madre, de pequeño, las tardes de verano, subíamos a la Font del Gat a merendar, con otros niños. Es una realidad vivida en mi infancia.

Que queda reflejada en la memorable portada del álbum, con ese Montjuïc resplandeciente y un poco irreal.

Hombre, es muy buena, ¡es mejor que el disco! La hizo Sílvia Gubern a partir de una postal. En realidad, el alma del disco es la portada, junto con la canción. Poble Sec, Montjuïc, era mi mundo natural en la infancia, y ahora yo estoy esperando que el mundo de la vejez sea tan bueno como el de la infancia. A ver si me convierto en un personaje o, como mínimo, en un niño: volver a jugar en la calle quizá ya no, pero sí recuperar el aroma, la inocencia, el ser original que eras, antes de que la vida comenzase a abollarte. Estoy escribiendo cositas sobre esto y a lo mejor algún día publicaré algo.

¿Textos? ¿No en forma de canción?

La guitarra ya la tengo en un rincón. Hemos estado juntos muchos años, y es como esos matrimonios viejos que se quieren mucho pero que cada uno duerme en una habitación separada.

Recuperar la inocencia, dice, casi nada. ¿Cómo se hace esto de dar marcha atrás?

Bueno, bueno, eso es a base de mucho estudio. Es una carrera que puede durar tres años o treinta. Estudiar para inocente no está homologado, y quien llega de verdad a serlo no lo cuenta. No puedes ir diciéndolo. Si dices que eres inocente, de entrada, todo el mundo dirá que no lo eres, que eres culpable. Por eso los detalles los llevo en secreto.