Teatro en catalán
Crítica de 'La majordoma': Ambiciosa epifanía desde el abismo
Se estrena en Heartbreak Hotel el nuevo texto de Josep Maria Miró, complejo monólogo sobre la corrupción y la redención.

Rosa Renom en el monólogo 'La majordoma'. / EPC


Manuel Pérez i Muñoz
Manuel Pérez i MuñozPeriodista.
La pandemia aceleró un cambio de paradigma y supuso también un punto de inflexión en la escritura de uno de nuestros dramaturgos más internacionales, Josep Maria Miró. Mientras el Espai Texas remonta el éxito 'El principi d'Arquimedes', en el Heartbreak Hotel de Sants se acaba de estrenar 'La majordoma', segunda parte del Tríptico de la epifanía que, junto a 'El cos més bonic que s'haurà trobat mai en aquest lloc', ofrece un salto cualitativo en una de las carreras más sólidas de nuestra escena actual.
De nuevo una obra que comienza con un cuerpo tirado en el suelo, punto de fuga en el entorno rural, un acontecimiento llamado a transformar un ambiente degenerado (tema recurrente 'chez' Miró). A diferencia de 'El cos...', la historia se articula mediante una sola voz, una mujer que a lo largo de tres décadas se ve arrastrada por una cadena de corrupción que estiran hombres sin escrúpulos, prolongado viaje por el infierno del que regresa con una misión reveladora: la capacidad de denunciar un mundo que ha llegado a su límite físico y moral. Los negocios, y en concreto la construcción, la iglesia, la universidad; nadie escapa airoso del truculento retrato de un paisaje infectado, un horizonte de destrucción de la belleza.
La dirección del propio autor clava el tono de un dinámico monólogo de 85 minutos: muchas sombras y pequeños claros redentores. En huida de lo evidente, la protagonista se dibuja llena de aristas ante un interlocutor que no vemos y, como la 'Justine' de Sade, su cuerpo acaba instrumentalizado por la vileza, partícipe de la maldad que transita. Se aplaca la densidad del texto con una puesta en escena esencialista: ningún decorado, vestuario sucinto y oscuro de Albert Pascual que incluso prescinde del parche en el ojo que caracteriza al personaje. La bruma inicial y, sobre todo, un diseño de luces sustancial de Xavier Albertí nos atrapan en un clima de irrealidad perturbador.
Y en el centro, claro, la pieza más importante, la excelsa interpretación de Rosa Renom, mucho más centrada en los destellos de bondad del relato que en la cara oscura de su rol. Su dicción inmaculada y su fraseo ejemplar consiguen domar un texto muy musculado en su registro literario, festín de tesoros léxicos. Gestualidad muy comedida también para que sea una oralidad nocturna y koltesiana la que vaya articulando la narración en su inherente teatralidad. 'La majordoma' supone un nuevo hito para la carrera de Josep Maria Miró y, por ende, para el teatro catalán en sus cotas más ambiciosas.
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