Estreno de cine
Crítica de 'Memorias de un caracol': Poética del ‘stop motion’
Uno de los personajes, Pinky, es una auténtica superviviente que perdió un dedo de la mano en Barcelona, bailando demasiado cerca de un ventilador en Els Quatre Gats

Nominada al Oscar y mejor filme de animación en el festival de Sitges, cuenta en su reparto de voces con la de otro ilustre australiano, Nick Cave. / EPC


Quim Casas
Quim CasasPeriodista y crítico de cine
Profesor de Comunicación Audiovisual en Universidad Pompeu Fabra y docente en ESCAC, FX, Cátedra de Cine de Valladolid y Museu del Cinema de Girona. Autor de diversos libros sobre David Lynch, David Cronenberg, Jim Jarmusch, Fritz Lang, John Ford y Clint Eastwood. Miembro del Comité de Selección del Festival de Cine de San Sebastián.
‘Memorias de un caracol’ (2024)
Director: Adam Elliot
Animación
Estreno: 31/1/25
Puntuación: * * * *
La producción australiana ‘Memorias de un caracol’ es una fábula tan cruel como optimista sobre dos personajes que difieren del mundo establecido. Son los mellizos Grace y Gilbert. Su madre falleció tras el parto. Su padre había hecho precisamente pequeños filmes ‘stop motion’ de estética idéntica a la de la propia cinta, pero, parapléjico tras un accidente, se pasa el día dormitando con un libro en su regazo y un vaso de licor a su lado. Gilbert sueña con ser artista callejero en París, tiene tendencias pirómanas y lee ‘El guardián entre el centeno’ y ‘El señor de las moscas’.
Cuando arranca la película, la frágil y retraída Grace, a quien le encanta tener caracoles, testigos mudos de su existencia, acaba de ver morir a la que ha sido su única amiga, Pinky. Es este el personaje mejor definido del relato, una auténtica superviviente que perdió un dedo de la mano en Barcelona, bailando demasiado cerca de un ventilador en Els Quatre Gats, y que a los 80 años empezó a bailar claqué para ahuyentar el alzhéimer y a hornear hachís de jengibre para combatir la artritis. Adam Elliot se muestra igual de imaginativo en la composición, la arcillosa animación y la paleta tenue de colores como en la escritura de situaciones y personajes.
Tras la muerte de Pinky, Grace realiza la confesión de toda una vida a su caracol, llamado Sylvia en honor a la escritora favorita de su padre, Sylvia Plath. Una confesión través de la cual se cuestionan las falsas moralidades. Sin alzar la voz, Elliot realza la individualidad en un mundo conservador. Nominada al Oscar y mejor filme de animación en el festival de Sitges, cuenta en su reparto de voces con la de otro ilustre australiano, Nick Cave.
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