Concierto en Barcelona

Fermin Muguruza, un "aquelarre antifascista" y mucho más en el Palau Sant Jordi

El cantante vasco sacudió el local olímpico con un recorrido de alto voltaje a sus 40 años de carrera, incluyendo asaltos incendiarios a los clásicos de Kortatu y Negu Gorriak

Jordi Bianciotto

Jordi Bianciotto

Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Es fácil que el discurso político tape al arte en la conversación pública sobre Fermin Muguruza, y es posible que eso a él ya le parezca bien, pero el concierto de este viernes fue una exhibición de poder musical, mestizo y granulado. Y eso que política hubo y en grandes cantidades, empezando por las pequeñas banderas palestinas de cartón que se ofrecían al público a la entrada del Palau Sant Jordi.

Se trataba de conmemorar 40 años de carrera y Fermin Muguruza confeccionó un concierto generoso, superando las dos horas y media, en el que entró en juego una treintena larga de canciones. Banda de nueve integrantes (con tres metales y la poderosa voz de Myriam Matah, la que fue cantante de La Kinky Beat), aparato sonoro con el que bascular, ahí es nada, entre el reggae-ska con ascendiente punk, la interferencia del dub, el eco hardcore y el toque tradicional del acordeón. 

Y bien, aquello fue, como anunció Muguruza, un “aquelarre antifascista”, y bastante más que eso, la cita con muchas canciones que marcaron época, caso de las de Kortatu, que no tardaron en sonar: ‘Hay algo aquí que va mal’ (aquel asalto a Stiff Little Fingers), ‘La línea del frente’ o ‘Desmond Tutu’, esta en nombre de “todas las luchas anticoloniales”. Y ‘Nicaragua sandinista’: “Despierta, dispara, un gringo en tu casa”. 

Reggae con ‘trikitixa’ y el roce del soul en un ‘After-boltxebike’ que encendió el local. Concierto para vivir sobre todo en la pista (las entradas que volaron antes), a todo ‘pogo’ cuando se terciara. Público con muchos veteranos de guerra, reviviendo noches de épica revolucionaria. Apoyo de Muguruza al 1 de octubre y a los “carrers” que “sempre nostres”, hablando en el catalán que aprendió en su residencia en la Fabra i Coats, y un recuerdo a su hermano pequeño Íñigo, fallecido hace cinco años. 

El material de sus proyectos personales encajó sin fisuras, con ‘Newroz’ o el más reciente ‘Black is beltza’, si bien los incendios se desbocaron con el feroz ‘crossover’ de Negu Gorriak: demoledoras ‘Hiri gerrilaren dantza’, ‘BSO’, ‘Itxoiten’… Poco a poco, de los dientes apretados pasamos al baile y a la algarabía con la indispensable ‘Zu atrapatu arte’, dardo contra la inhibición sociopolítica (“siempre son los problemas de los demás”), con el madrileño Karlos Animal (de Non Servium). Suspiros por una Euskal Herria tropical de ‘Kolore bizia’ y un skatalítico ‘Dub manifest’. 

Y ni más ni menos que ‘La internacional’, a acordeón y metales, abriendo un largo bis en el que no faltó el recuerdo de la gesta carcelaria de ‘Sarri, Sarri’, con ese eco que todavía genera ruido de fondo 40 años después.

Suscríbete para seguir leyendo