Novedad editorial

'Orbital': el milagro de la vida encapsulada en el espacio

Anagrama publica la "pastoral espacial" con la que la británica Samantha Harvey ganó el último premio Booker

Adelanto de 'Orbital', la novela con la que Samantha Harvey ganó el premio Booker

'Orbital', una ficción para arreglar el planeta

Samantha Harvey posa con el trofeo del premio Booker

Samantha Harvey posa con el trofeo del premio Booker / EPC

David Morán

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Poco antes de salir definitivamente de órbita y llevarse el premio Booker -y las 50.000 libras que lo acompañan- con ‘Orbital’, la escritora Samantha Harvey (Kent, 1975) compareció junto al resto de finalistas, una flamante ‘shortlist’ coronada por nombres de peso como Colin Barrett, Charlotte Wood, Percival Everett y Hisham Matar, para dejarse interrogar sobre sus intenciones, influencias y motivaciones a la hora de alumbrar una novela aún entonces finalista. “Quería escribir sobre la ocupación humana de la órbita terrestre baja durante el último cuarto de siglo no como ciencia ficción sino como realismo”, dijo Harvey,

“¿Podría evocar la belleza de ese punto de observación con el cuidado de un escritor de naturaleza? ¿Podría escribir sobre el asombro? ¿Podría lograr una especie de pastoral espacial?”, añadió. El jurado no tardó en despejar la incógnita y eliminar los interrogantes de la ecuación. “Es una novela hermosa y milagrosa”, celebró Edmund de Waal, presidente del jurado. “Harvey hace que nuestro mundo nos resulte extraño y nuevo”, agregó acto seguido. 

Seis atronautas

Dos meses después de aquello, ‘Orbital’ llega a nuestras librerías (Anagrama la publica en castellano el 22 de enero; Edicions 62 en catalán el 5 de febrero) convertida en la novela británica del año y en una hermosa y milagrosa odisea espacial sin despejar los ojos de la tierra. Un relato gestado durante el confinamiento que, de encierro a encierro, encapsula la vida de seis astronautas, dos mujeres y cuatro hombres, de misión en la Estación Espacial Internacional. Seis cuerpos envasados al vacío que pedalean, duermen, madrugan, monitorizan microbios, aspiran la cápsula, chequean si la tierra está perdiendo brillo, cuentan minutos, pulsan pantallas y piensan en sus cosas:  una madre muerta, una esposa a la que han dejado de querer, una postal de ‘Las meninas’. Cosas que molestan, cosas que tranquilizan y un cartel -"Solo cosmonautas rusos"- al que nadie hace demasiado caso.  

LA ESTACION ESPACIAL INTERNACIONAL. FILED - 02 December 2021, ---: A picture from NASA astronaut Thomas Marshburn's camera shows the International Space Station (ISS) and the Earth below. The chief of the Russian space agency Roscosmos suggested the International Space Station (ISS) could crash, as he railed against Western sanctions imposed on Russia in the wake of the invasion of Ukraine. Photo: NASA/dpa - ATTENTION: editorial use only and only if the credit mentioned above is referenced in full (Foto de ARCHIVO) 02/12/2021 ONLY FOR USE IN SPAIN. NASA/dpa;Unrest, Conflicts and War;war;unrest;conflict;space;science;Roscosmos chief suggests ISS could crash due to Western sanctions

Una imagen de la Estación Espacial Internacional / DPA vía Europa Press

También, de vez en cuando, se asoman a las ventanas y miran, maravillados, lo que hay al otro lado. África con la luz encendida, los escarpados barrancos radiales de Gran Canaria, el Ártico color lavanda, la punta de Patagonia, el tifón que asoma sobre las Filipinas… “Orbitando, podrían ser viajeros intergalácticos, aventurándose sobre una frontera virgen”, escribe Harvey cuando “el hemisferio norte se ilumina una vez más, vacío de vida humana”. 

“Mirar la Tierra desde el espacio fue un poco como cuando una niña se mira en un espejo y se da cuenta por primera vez de que la persona que está en el espejo es ella misma”, explicó la autora de ‘Un malestar indefinido: un año sin dormir’ el pasado mes de noviembre, cuando subió a recoger el galardón y explicó que mientras daba forma a la novela se aficionó, cómo no hacerlo, a videos de la Estación Espacial Internacional que mostraban la Tierra desde el espacio. "Cada remolino rojo o fluorescente de algas en las aguas contanimadas, sobreexplotadas y cada vez más cálidas del Atlántico se debe en gran medida a la mano de la política y de las decisiones humanas", leemos ahora.

Consuelo espacial

Mientras escribía, Harvey, a quien la prensa inglesa ha bautizado como la "Melville de los cielos, la Virginia Woolf de su generación", también estuvo a punto de tirar la toalla más de una vez y abandonar a su suerte, flotando en el espacio como en la canción de Spiritualized, a esos seis astronautas de diferentes países que durante un sólo día, 24 horas de reloj, asisten a 16 amaneceres y 16 puestas de sol. “¿Por qué alguien querría escuchar a una mujer sentada en su escritorio en Wiltshire escribir sobre el espacio, imaginando cómo es estar en el espacio, cuando la gente ha estado allí de verdad?”, se preguntaba Harvey. 

Por suerte, la británica siguió tecleando y acabó entregando una novela de brevedad centelleante e hipnótico lirismo que, como destacó el jurado, hace que el mundo sea extraño y nuevo una vez más. Un relato cósmico de la cotidianeidad que abre una ventana por la que escaparse a contemplar el mundo desde las alturas. “Para mí fue un enorme consuelo poder ir al espacio todos los días”, explicó Harvey en una entrevista con el diario ‘The Guardian’. 

“Cuando estoy aquí en la Tierra, me resulta difícil consolarme con las cosas que le estamos haciendo a la Tierra y a los demás. Pero cuando hago zoom, puedo sentir algo que se parece más a la paz. Puedo mirarlo casi sin juzgar, solo mirar su belleza”, añadió la autora británica.

'Orbital'

Samantha Harvey

Traducción de Albert Fuentes

Anagrama

200 páginas

18,90 euros