FLAMENCO

María Terremoto se inspira en Beyoncé y presenta 'Manifiesto', su renacimiento: "No quiero ser solamente cantaora"

Hija y nieta de cantaor, cuenta con Yerai Cortés a la guitarra y producción y con las mezclas de Harto Rodríguez, colaborador de C. Tangana, en un disco que recorre las cien vidas que ha vivido en tan sólo 25 años

El 31 de enero se publica 'Manifiesto', el nuevo trabajo de la cantaora María Terremoto, publicado por Universal Music, que aspira a trascender el flamenco partiendo desde la raíz en la que creció

El 31 de enero se publica 'Manifiesto', el nuevo trabajo de la cantaora María Terremoto, publicado por Universal Music, que aspira a trascender el flamenco partiendo desde la raíz en la que creció / Assiah Alcazar / Universal Music

Ángeles Castellano

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"No quiero ser solamente cantaora". María Fernández Benítez, conocida como María Terremoto (Jerez en 1999), tiene 25 años, pero siente que ha vivido cien vidas. Hija y nieta de cantaores, perteneciente a una casa de cante gitano, los Terremoto de Jerez, ha vivido y trabajado mucho y ahora, diez años después de comenzar su carrera "como un juego", siente que está naciendo una nueva etapa en la que, sin abandonar sus raíces flamencas, quiere que el mundo la conozca y la escuche como una música completa: también como compositora y creadora, con un flamenco abierto y actual. "Tengo muchas inquietudes, quiero crecer y avanzar".

Lo explica en una soleada mañana de finales de diciembre en Sevilla, la ciudad en la que reside, en una entrevista acordada para charlar sobre su nuevo disco -el segundo-, que publicará en Universal Music el 31 de enero y del que ya se conocen dos adelantos en forma de singlesManifiesto, el primero que graba junto a la multinacional, es un renacimiento, un recorrido cronológico por el duelo y la sanación que la propia cantante ha vivido en los últimos años. "No me gusta llamarlo renacimiento porque soy muy joven, pero he resurgido un poco, he salido de mis cenizas", explica. "He llevado una vida muy adelantada a mi edad siempre".

María debutó como cantaora con tan sólo 16 años. Un año después, con 17, se presentaba por primera vez en la Bienal de Flamenco de Sevilla -corría el año 2016- y lograba hacerse con el premio Giraldillo Revelación. Entonces iniciaba una carrera profesional que llevó su capacidad al límite y se mezcló con experiencias personales muy duras, en las que profundiza en Manifiesto: un duelo arrastrado desde que, con tan sólo 11 años, perdió a su padre -el cantaor Fernando Terremoto- y que se profundizó con la muerte de sus abuelos maternos unos años después. Independizada desde sus inicios profesionales, fue madre de su hija María con tan sólo 20 años.

Pero el duelo seguía sin resolverse y la maternidad no ayudó. Una serie de proyectos profesionales fallidos hicieron a María caer en una depresión. El trabajo de sanación y salida es lo que aborda ahora en su disco. ¿No tiene miedo a exponer todo esto en público? "No. De hecho, siento la necesidad de exponer mi duelo", responde con firmeza. "Me voy a tirar a la piscina. Si está llena de rocas y me choco, pues no pasa nada, me pongo un apósito y p'alante. Pero necesito intentarlo".

Guitarra y cante

El disco es, en realidad, muy sencillo: cante y guitarra y algo de percusión y jaleos. En el flamenco, dice, "está todo inventado". Sin embargo, tiene un sonido crudo, diversidad en la forma de acometer el cante, palos que no siguen la estructura tradicional y se entrelazan y encajan como un puzzle y unas letras renovadas que cuentan la historia de María. La clave principal es el sonido, del que, en buena medida, es responsable el productor, el guitarrista Yerai Cortés, que viene de estrenar su primer disco y al que reclaman todos los flamencos (C. Tangana le ha dado exposición y notoriedad, pero antes, ya había trabajado junto a Rocío Molina o Niño de Elche, entre otros).

Su guitarra es refrescante, cruda, virtuosa, que suena fresca y moderna y añeja a la vez. "Yo sabía que la única persona que me podía dar este sonido es Yerai y sinceramente creo que el disco no habría sido igual sin él", dice sin reservas la cantaora. Ella ha creado el concepto, articulado los palos que recorren los cortes y compuesto o buscado las letras y músicas, pero todo en absoluta complicidad con el alicantino, a quien conoce desde hace tiempo y con el que ya mantenía una amistad antes de trabajar juntos. "Yo he estado abierta a sus aportaciones; al final, el productor es él, pero fíjate si hubo complicidad: teníamos contratados diez días de estudio para grabar en los estudios Metropol, en Madrid, y lo grabamos en seis".

Para ponerle el lazo al que seguro será uno de los discos que marquen 2025, el sonido está también determinado por las mezclas del ingeniero y productor Javier Harto Rodríguez quien, procedente de las músicas urbanas, se llevó un Grammy Latino por su trabajo en El madrileño, de C. Tangana, pero también es el responsable del sonido de Sangre sucia, el reciente disco de Ángeles Toledano. María quería sonar actual, pero no acercarse a las músicas urbanas. Ni siquiera a la electrónica. "Yo no quiero limitarme, no solamente soy cantaora", dice. Y aclara: "Reggaeton no voy a hacerlo en mi vida, pero quiero ser vista como cantante, no sólo como cantaora".

"Mi diosa es Beyoncé"

María nació y creció rodeada de flamenco, una música de la que ha bebido casi sin querer -su abuela materna también era muy aficionada y de ella aprendió en parte a ser la cantaora que es hoy-. Pero su piel la eriza también la música afroamericana: soul, rythm and blues, jazz, gospel... "Yo me emociono exactamente igual, no encuentro distinción alguna", admite. Dice que mientras componía este disco tenía presente a la Niña de los Peines, su principal referencia en el cante; pero la inspiración más directa vino del otro lado del charco: "el concepto del disco y la cronología las tomo directamente de Lemonade, el disco en el que Beyoncé recorre las emociones que vivió tras la infidelidad de su marido", explica. "Me parece una auténtica obra de arte". Y remata: "mi diosa es Beyoncé, mi mayor referencia es ella".

María parte de la soledad, el desconcierto y las dudas para recorrer la resiliencia, libertad y coronación, temas oscuros y profundos que evolucionan hacia otros luminosos y festeros, la luz y alegría que le producen su pareja -el también cantaor José El Pechuguita y sus dos hijos, María y Fernando-.

La oscuridad en la que pasó varios años estuvo atravesada por una dificultad más: dos pólipos y la rotura de una cuerda vocal, que la obligó a pasar por quirófano con tan sólo 20 años. "En aquel momento hacía doblete un día sí y otro no, y en el de en medio también cantaba en un festival, así que ponía mi voz siempre al límite", reflexiona. Comenzó a visitar a logopedas y foniatras, pero no le evitaron el quirófano. Su voz es potente, de mucho lucimiento en los tonos altos, y abusó de esta facultad. "Cuando sales al escenario, doy tres gritos y la gente se vuelve loca", dice. Pero hacerlo a diario le destrozó la garganta y la obligó a aprender a usar su instrumento de una nueva manera. En aquel momento ya había iniciado conversaciones con Universal para sacar un segundo disco dos años después del primero, pero tuvo que parar.

Proyectos fallidos

Después del nacimiento de su primera hija, de forma inesperada, se volvió a quedar embarazada cuando trataba de hacer despegar su carrera que ya contaba con un primer disco -La huella de mi sentío, de 2018-. El promotor Pino Sagliocco (presidente de Live Nation en España) le propuso un proyecto para el que viajó a Nueva York y grabó algunos temas, "cosas muy chulas", dice, "pero no era ni mi momento, ni mi sitio".

El pozo en el que estaba se hizo más profundo. "Imagínate: embarazada, que es como una piscina de hormonas y una niña chiquitita... Me levantaba y me acostaba llorando, pensando que se había acabado todo, que no iba a poder hacer nada más, dándome martillazos día tras día", relata. "Mentalmente me destruyó". Salió gracias a la terapia, y hacer este disco forma parte de esa recuperación. No le cuesta hablar de aquello. “Al contrario, si es algo que te ayuda, ¿por qué vas a negarlo? Todo el mundo debería probarlo”, dice con naturalidad.

El disco supone un relanzamiento de una carrera que quiere transitar por nuevos caminos. “Me aburro de hacer siempre lo mismo, con este disco quiero probar otras cosas”, explica. Aunque no abandonará el circuito tradicional, quiere ser más selectiva con sus actuaciones para preservar su garganta y su ilusión por subir al escenario.

Pero además, María quiere, con Manifiesto, acercarse a otro público, más joven, que admite con más naturalidad el acercamiento entre el flamenco y las músicas actuales. Ese público que llena los teatros y festivales de música pop en verano para ver actuar a Israel Fernández o Ángeles Toledano. La prueba de fuego arranca esta misma semana, con un pre-estreno en el Festival Flamenco de Nîmes, el más importante de los festivales que se celebran fuera de España y con una vocación vanguardista y de prestigio. Será el día 17. Después, ya publicado el disco, podrá escucharse y verse sobre el escenario en Jerez, su ciudad natal, el 1 de febrero, donde están casi todas las entradas vendidas ya. "Este disco para mí es partir de cero, es un salto y tengo que estar preparada para muchas cosas".