Conciertos de aniversario

¿Son Los Sírex el grupo de rock and roll más longevo del mundo?

La banda barcelonesa celebra su 65 aniversario con dos conciertos en la Sala Apolo y en La But de Madrid rodeados de músicos amigos y admiradores

A Wamba Buluba Club, el palpitante corazón de la Barcelona rocanrolera

Leslie, de Los Sírex: "Mientras los Rolling Stones no lo dejen, nosotros seguiremos"

La formación actual de Los Sírex, con Leslie y Pepe Fontseré en el centro

La formación actual de Los Sírex, con Leslie y Pepe Fontseré en el centro / A Wamba Buluba

Rafael Tapounet

Rafael Tapounet

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A mitad de conversación, suena en el teléfono móvil de Antoni Miquel, alias ‘Leslie’, el inmortal ‘riff’ de guitarra de ‘Johnny B. Goode’ anunciando una llamada de Josep Fontseré. Leslie (voz) y Pepe Fontseré (guitarra rítmica) son los dos supervivientes de la primera formación clásica de Los Sírex, el grupo barcelonés que anda estos días preparando con la promotora A Wamba Buluba los conciertos de celebración de su 65 aniversario (el 10 de enero en la barcelonesa sala Apolo y el 7 de marzo en La But, en Madrid). Han leído bien: 65 aniversario. Si Los Sírex no son la banda de rock and roll más longeva del planeta, poco les falta. “Se ve que hay por ahí un grupo que nos sigue los pasos que se llaman Rolling Stones”, dice el cantante entre risas. Los Sírex nacieron en 1959, tres años antes que los Stones.

Leslie y Fontseré eran apenas unos niños cuando se subieron al tren del rock and roll (el tren de la costa, en su caso). “Cuando dices que el grupo celebra el 65 aniversario, la gente piensa que tienes 90 años. ¿Cómo les explico que nosotros empezamos con 14 y 15 años?”. Desde entonces, salvo una breve parada técnica a mediados de los 70, el tren no ha dejado de funcionar. “Y el trayecto seguirá mientras tengamos salud, la gente venga a vernos y esto nos divierta”, anuncia Leslie, que, aunque asegura no ser nostálgico en absoluto, se aviene aquí a rememorar algunas de sus vivencias en las estaciones que han tenido mayor importancia en el incomparable viaje de Los Sírex.

El Pinar (1961)

En esta modestísima sala de baile del Poble Sec afilaron sus primeras garras algunos de los grupos pioneros del rock en Barcelona: Los Sírex, por supuesto, pero también Los Mustang, Los King’s Boys, Los Gatos Negros, Lone Star y, un poco más adelante, Los Salvajes y Los Cheyenes. “El Pinar era el sitio más canalla de Barcelona -relata Leslie-. Era como un garaje con techo de uralita. Con 16 años, íbamos todos los domingos por la mañana, quitábamos los coches, echábamos serrín para tapar las manchas de aceite y lo montábamos todo para actuar por la tarde. Entonces aún no teníamos ni trajes ni nada, íbamos con tejanos negros y chupas de cuero. Allí todo el mundo iba disfrazado de Makinavaja. Yo lo que he visto en El Pinar no lo he visto en ningún otro sitio. Había peleas, sí, pero eran peleas tontas, por mirar a la novia de otro y esas cosas. Al Pinar vino un día el director de la película ‘Superespectáculos del mundo’ [Miguel Iglesias Bonns] y nos vio tocar el ‘Be bop a lula’ y le pidió al maestro Josep Solà que hiciera una canción como esa pero en castellano. Solà me invitó a su casa y ahí, él tocando el piano y yo improvisando una letra, hicimos en cinco minutos ‘Muchacha bonita’. Grabamos la canción para Vergara, pero en la compañía no tenían ni idea de rock y guardaron el disco en un cajón. Hasta que la gente que venía a nuestros conciertos y que vio la película empezó a pedirlo en las tiendas y al final Vergara se decidió a publicarlo. Y fue una bomba”.

Los Sírex, con Leslie en primer plano, en 1964.

Los Sírex, con Leslie en primer plano, en 1964. / EPC

San Carlos Club (1964)

Local situado en el número 137 de la calle Gran de Gràcia y regentado por Pere Saus que entre 1963 y 1970 se convirtió en uno de los lugares más emblemáticos de la escena pop de la ciudad. Que Los Sírex le dedicaran una de sus mejores canciones (adaptación del ‘Route 66’ de Bobby Troup) contribuyó no poco a su leyenda. “Cuando volvimos a Barcelona después de pasar una temporada tocando cuatro pases al día en una discoteca de Calella, unos universitarios nos propusieron actuar en una fiesta del paso del ecuador que se hacía en el Bar Estadio un domingo por la mañana. Era un bar con un futbolín al que iban los abuelos a jugar al dominó y las cartas. Los chavales estos se inventaron lo de llamar a esas fiestas ‘San Carlos Club’, y se llenaban siempre. Y Pere Saus, que era superinteligente, dijo: “Esto ya lo puedo hacer yo”. Y mandó a tomar por culo el futbolín, el dominó y las cartas y montó una sala en condiciones, y ahí íbamos a tocar cada jueves. En la puerta siempre había aparcados 500 ‘seiscientos’ llegados de toda Catalunya. Un día estábamos en el estudio y vino Pepe con el primer elepé de los Rolling Stones, que se lo había traído una de sus amigas inglesas de Calella, y ahí estaba el ‘Route 66’. Y mientras estos intentaban sacar los acordes, a mí se me ocurrió la letra del San Carlos y, pam, ahí mismo la grabamos. Claro, cuando la oyó Pere Saus, empezó a mear colonia. ¡Le habíamos hecho un himno!”.

Plaza de Toros Monumental (1965)

En 1965, la fama de Los Sírex se extendió a toda la península gracias a dos canciones que la banda había grabado a regañadientes: ‘Qué bueno, qué bueno’ (su versión se publicó dos días después de que Conchita Bautista obtuviera cero puntos en el festival de Eurovisión con esa misma canción) y ‘La escoba’. Entre un pelotazo y otro, el grupo participó como telonero de los Beatles en el histórico concierto que el cuarteto de Liverpool hizo en la plaza de toros Monumental de Barcelona el 3 de julio de ese año. “¿Por qué nos eligieron para ir en el programa del concierto de los Beatles? Pues porque no nos atontamos. Los Beatles eran el grupo más importante del mundo y tenían las canciones más bonitas, pero aquí casi todos los grupos se volvieron tontos y quisieron ser como ellos. Y nosotros, no. Cerramos la primera parte del recital con un éxito de puta madre, aunque el sonido era penoso. Salimos a actuar con un esmoquin comprado a plazos. A los Beatles los vimos empezar con el ‘Twist and shout’, pero no nos pudimos quedar porque esa misma noche teníamos otro concierto en el Envelat de Cornellà”.

Palau dels Esports de Barcelona (1978)

Después de una larga gira por América junto a Marisol, Leslie decidió abandonar Los Sírex y el grupo abrió un paréntesis de silencio de casi siete años que se cerró cuando el joven promotor Gay Mercader les propuso volver a los escenarios. “Un día vino Gay al restaurante en el que yo trabajaba -explica el cantante- y me dijo que teníamos que volver porque en toda Europa había un tufillo de que las bandas de los años 60 volvían a reventarlo. Les llamé a estos y todos encantados. Nos propuso tocar dos horas en el Palau dels Esports, pero como no teníamos tiempo de montar un repertorio para tanto rato le sugerí que hablara con Los Mustang, con Los Gatos Negros y con Los Cheyenes, y de ahí salió el festival ‘Hasta luego, cocodrilo’. Hicimos bingo. Cuando Gay entró en el camerino después del concierto para felicitarnos, nos dijo: “A partir de ahora empieza vuestra carrera”. De eso hace 46 años y ya no hemos parado”.

Juanjo Calvo, Leslie y Pepe Fontseré, en un concierto de Los Sírex

Juanjo Calvo, Leslie y Pepe Fontseré, en un concierto de Los Sírex / A Wamba Buluba

Sala Apolo (2025)

Con su presencia en festivales como el Rockin’ Race de Torremolinos y el Azkona Rock de Vitoria, Los Sírex han sumado a su base de seguidores a una nueva generación de aficionados al rock and roll. Para sellar ese encuentro con un público rejuvenecido, el grupo celebrará su 65 cumpleaños en los escenarios de las salas Apolo y But acompañados por músicos amigos y admiradores (en Barcelona tendrán como invitados a Pere Gené -de Lone Star-, Carlos Segarra, Manolo García y Sabor de Gràcia). “Esto que nos está pasando es como un reconocimiento a toda nuestra trayectoria que ha venido por casualidad -apunta Leslie-. Estamos muy felices, porque todo el mundo a quien hemos llamado nos ha dicho que sí. Eso es muy bonito. Yo me siento muy querido, que es mejor que ser valorado. A nivel institucional no se nos ha dado valor. Ni a nosotros ni a nadie. La música que hacemos siempre se ha mirado con desprecio. Pero fuimos nosotros y otros grupos de nuestra época los que abrimos las puertas y las ventanas para que en este país, que era totalmente gris, se empezara a respirar aire fresco. Y eso ni se ha explicado ni se ha valorado. Pues allá ellos. Que se queden los premios, que solo sirven para criar polvo en la estantería. A nosotros el premio nos lo da el público cada día”.