Estreno de cine

Anna Cornudella: “El capitalismo daña nuestro desarrollo como especie”

Si nuestro entorno dejase de ser habitable a causa del cambio climático, ¿nos convertiríamos también los seres humanos en hibernadores para sobrevivir?, se pregunta la cineasta en su debut cinematográfico que se estrena este viernes tras cosechar el premio FIPRESCI en la pasada edición de la Berlinale

La cinestas catalana Anna Cornudella, retratada en la Seminci de Valladolid.

La cinestas catalana Anna Cornudella, retratada en la Seminci de Valladolid. / SEMINCI-PHOTOGENI

Nando Salvà

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¿Qué pasaría si el ser humano hibernara igual que muchas otras especies animales durante los meses más fríos, y si no ostentara el control del planeta? Es lo que la directora barcelonesa se pregunta en su primer largometraje, ‘The Human Hibernation’, gracias al que obtuvo el premio FIPRESCI en la pasada edición de la Berlinale. Concebida con el asesoramiento de expertos de la Agencia Espacial Europea y la NASA, rodada a caballo entre el norte de Nueva York, Dakota del Sur, Nashville y el Ripollès, la película diluye la frontera que separa la ficción de lo documental para proponer una experiencia más estética y conceptual que narrativa, distinta a todo lo que el cine español acostumbra a ofrecer.

¿Es cierto que la idea que resultó en ‘The Human Hibernation’ surgió de un puercoespín? 

De un animal parecido, el equidna, que vive en Australia. Tiempo atrás leí un artículo en el que se explicaba cómo, con motivo de los incendios que el país padeció hace más de una década, los equidnas desarrollaron el hábito de hibernar; la comunidad científica se preguntaba cómo habían podido sobrevivir en un entorno inhabitable, y la respuesta es que fue gracias a que ralentizaron su metabolismo. Aquel artículo hizo que me surgieran varias preguntas: si nuestro entorno dejase de ser habitable, a causa del cambio climático o de algún otro motivo, ¿nos convertiríamos también los seres humanos en hibernadores para sobrevivir? Y, de haberlo sido desde el principio, ¿cómo se habría desarrollado nuestra especie? Ahí nació la película.

A juzgar exclusivamente por su premisa, la película sugiere un escenario apocalíptico o distópico. Sin embargo, el mundo que retrata está más cerca de la utopía...

Sí, me interesó alejarme de las convenciones del cine de ciencia-ficción y proponer algo parecido a un mundo utópico, en el que el ser humano ha dejado de poseer la capacidad de control porque está sometido a los mismos ciclos que marcan al resto de los animales, y en el que tanto la fauna como la flora tienen su propia voz. En la naturaleza hay multitud de seres vivos que ni siquiera solemos percibir porque estamos demasiado ensimismados. La película muestra la naturaleza como algo gigante y al ser humano como algo diminuto, que es justo lo contrario de lo que nosotros percibimos por defecto, e invita al espectador a que contemple y escuche. 

Una escena de la película de Anna Cornudella 'The Human Hibernation'.

Una escena de la película de Anna Cornudella 'The Human Hibernation'. / EPC

De hecho, los personajes que aparecen en la película escuchan mucho y hablan muy poco. Nada que ver con lo que sucede en el mundo real.

Sí, los humanos hablamos demasiado y no escuchamos lo suficiente. Deberíamos callar y prestar más atención al funcionamiento de la naturaleza. A través de la ciencia y la religión hemos creado narrativas para intentar comprender la esencia del mundo natural pero, cuantos más relatos creamos, más nos alejamos de ella. En la película sugiero formas alternativas de narración. Después de todo, nuestros relatos, nuestros mitos y nuestras religiones serían distintos si fuéramos una sociedad que hiberna. Probablemente, nuestra organización familiar también lo sería. Pienso en las marmotas, por ejemplo, que modifican sus reglas sociales cada vez que despiertan; se pelean entre ellas y establecen nuevas formas de relacionarse.

¿Qué pasaría si el ser humano hibernara igual que muchas otras especies animales durante los meses más fríos, y si no ostentara el control del planeta? Es lo que la directora barcelonesa se pregunta en su primer largometraje, ‘The Human Hibernation’, gracias al que obtuvo el premio FIPRESCI en la pasada edición de la Berlinale. Concebida con el asesoramiento de expertos de la Agencia Espacial Europea y la NASA, rodada a caballo entre el norte de Nueva York, Dakota del Sur, Nashville y el Ripollès, la película diluye la frontera que separa la ficción de lo documental para proponer una experiencia más estética y conceptual que narrativa, distanta a todo lo que el cine español acostumbra a ofrecer.  ¿Es cierto que la idea que resultó en ‘The Human Hibernation’ surgió de un puercoespín?  De un animal parecido, el equidna, que vive en Australia. Tiempo atrás leí un artículo en el que se explicaba cómo, con motivo de los incendios que el país padeció hace más de una década, los equidnas desarrollaron el hábito de hibernar; la comunidad científica se preguntaba cómo habían podido sobrevivir en un entorno inhabitable, y la respuesta es que fue gracias a que ralentizaron su metabolismo. Aquel artículo hizo que me surgieran varias preguntas: si nuestro entorno dejase de ser habitable, a causa del cambio climático o de algún otro motivo, ¿nos convertiríamos también los seres humanos en hibernadores para sobrevivir? Y, de haberlo sido desde el principio, ¿cómo se habría desarrollado nuestra especie? Ahí nació la película.  A juzgar exclusivamente por su premisa, la película sugiere un escenario apocalíptico o distópico. Sin embargo, el mundo que retrata está más cerca de la utopía... Sí, me interesó alejarme de las convenciones del cine de ciencia-ficción y proponer algo parecido a un mundo utópico, en el que el ser humano ha dejado de poseer la capacidad de control porque está sometido a los mismos ciclos que marcan al resto de los animales, y en el que tanto la fauna como la flora tienen su propia voz. En la naturaleza hay multitud de seres vivos que ni siquiera solemos percibir porque estamos demasiado ensimismados. La película muestra la naturaleza como algo gigante y al ser humano como algo diminuto, que es justo lo contrario de lo que nosotros percibimos por defecto, e invita al espectador a que contemple y escuche.   De hecho, los personajes que aparecen en la película escuchan mucho y hablan muy poco. Nada que ver con lo que sucede en el mundo real. Sí, los humanos hablamos demasiado y no escuchamos lo suficiente. Deberíamos callar y prestar más atención al funcionamiento de la naturaleza. A través de la ciencia y la religión hemos creado narrativas para intentar comprender la esencia del mundo natural pero, cuantos más relatos creamos, más nos alejamos de ella. En la película sugiero formas alternativas de narración. Después de todo, nuestros relatos, nuestros mitos y nuestras religiones serían distintos si fuéramos una sociedad que hiberna. Probablemente, nuestra organización familiar también lo sería. Pienso en las marmotas, por ejemplo, que modifican sus reglas sociales cada vez que despiertan; se pelean entre ellas y establecen nuevas formas de relacionarse.  Teniendo en cuenta cómo se cuestiona nuestro modo de vida, ¿diría que es una película política? Sin duda, porque presenta un mundo en el que las estructuras sociales, económicas y familiares que sostienen el sistema capitalista o bien nunca han existido o bien han sido desmanteladas y que, por tanto, funciona a modo de alternativa a un tipo de vida que no solo está destruyendo el planeta sino que también ha limitado la capacidad del ser humano para desarrollar todo su potencial cognitivo. El capitalismo perjudica nuestro desarrollo como especie.  ‘The Human Hibernation’ fue completada durante la pandemia. ¿Hasta qué punto fue influenciada por ella? Lo cierto es que su germen fue una pieza de vídeo de unos 20 minutos que realicé en el marco de un proyecto de investigación artística impulsado por el Museu D’Art Contemporani de Barcelona (MACBA), y que presenté muy poco antes de que explotara la pandemia. Cuando nos confinamos, mucha gente me escribió para bromear diciéndome cosas como “¡la que has liado!”. Y es que el confinamiento permitió que se materializaran algunas de las ideas que yo planteo. Fue muy interesante comprobar que, en efecto, en cuanto el ser humano se quita de en medio por un tiempo la naturaleza revive de inmediato y recupera el control del espacio que nosotros ocupábamos. Me pareció precioso.

¿Qué pasaría si el ser humano hibernara igual que muchas otras especies animales durante los meses más fríos, y si no ostentara el control del planeta? Es lo que la directora barcelonesa se pregunta en su primer largometraje, ‘The Human Hibernation’, gracias al que obtuvo el premio FIPRESCI en la pasada edición de la Berlinale. Concebida con el asesoramiento de expertos de la Agencia Espacial Europea y la NASA, rodada a caballo entre el norte de Nueva York, Dakota del Sur, Nashville y el Ripollès, la película diluye la frontera que separa la ficción de lo documental para proponer una experiencia más estética y conceptual que narrativa, distanta a todo lo que el cine español acostumbra a ofrecer. ¿Es cierto que la idea que resultó en ‘The Human Hibernation’ surgió de un puercoespín? De un animal parecido, el equidna, que vive en Australia. Tiempo atrás leí un artículo en el que se explicaba cómo, con motivo de los incendios que el país padeció hace más de una década, los equidnas desarrollaron el hábito de hibernar; la comunidad científica se preguntaba cómo habían podido sobrevivir en un entorno inhabitable, y la respuesta es que fue gracias a que ralentizaron su metabolismo. Aquel artículo hizo que me surgieran varias preguntas: si nuestro entorno dejase de ser habitable, a causa del cambio climático o de algún otro motivo, ¿nos convertiríamos también los seres humanos en hibernadores para sobrevivir? Y, de haberlo sido desde el principio, ¿cómo se habría desarrollado nuestra especie? Ahí nació la película. A juzgar exclusivamente por su premisa, la película sugiere un escenario apocalíptico o distópico. Sin embargo, el mundo que retrata está más cerca de la utopía... Sí, me interesó alejarme de las convenciones del cine de ciencia-ficción y proponer algo parecido a un mundo utópico, en el que el ser humano ha dejado de poseer la capacidad de control porque está sometido a los mismos ciclos que marcan al resto de los animales, y en el que tanto la fauna como la flora tienen su propia voz. En la naturaleza hay multitud de seres vivos que ni siquiera solemos percibir porque estamos demasiado ensimismados. La película muestra la naturaleza como algo gigante y al ser humano como algo diminuto, que es justo lo contrario de lo que nosotros percibimos por defecto, e invita al espectador a que contemple y escuche. De hecho, los personajes que aparecen en la película escuchan mucho y hablan muy poco. Nada que ver con lo que sucede en el mundo real. Sí, los humanos hablamos demasiado y no escuchamos lo suficiente. Deberíamos callar y prestar más atención al funcionamiento de la naturaleza. A través de la ciencia y la religión hemos creado narrativas para intentar comprender la esencia del mundo natural pero, cuantos más relatos creamos, más nos alejamos de ella. En la película sugiero formas alternativas de narración. Después de todo, nuestros relatos, nuestros mitos y nuestras religiones serían distintos si fuéramos una sociedad que hiberna. Probablemente, nuestra organización familiar también lo sería. Pienso en las marmotas, por ejemplo, que modifican sus reglas sociales cada vez que despiertan; se pelean entre ellas y establecen nuevas formas de relacionarse. Teniendo en cuenta cómo se cuestiona nuestro modo de vida, ¿diría que es una película política? Sin duda, porque presenta un mundo en el que las estructuras sociales, económicas y familiares que sostienen el sistema capitalista o bien nunca han existido o bien han sido desmanteladas y que, por tanto, funciona a modo de alternativa a un tipo de vida que no solo está destruyendo el planeta sino que también ha limitado la capacidad del ser humano para desarrollar todo su potencial cognitivo. El capitalismo perjudica nuestro desarrollo como especie. ‘The Human Hibernation’ fue completada durante la pandemia. ¿Hasta qué punto fue influenciada por ella? Lo cierto es que su germen fue una pieza de vídeo de unos 20 minutos que realicé en el marco de un proyecto de investigación artística impulsado por el Museu D’Art Contemporani de Barcelona (MACBA), y que presenté muy poco antes de que explotara la pandemia. Cuando nos confinamos, mucha gente me escribió para bromear diciéndome cosas como “¡la que has liado!”. Y es que el confinamiento permitió que se materializaran algunas de las ideas que yo planteo. Fue muy interesante comprobar que, en efecto, en cuanto el ser humano se quita de en medio por un tiempo la naturaleza revive de inmediato y recupera el control del espacio que nosotros ocupábamos. Me pareció precioso. / EPC

Teniendo en cuenta cómo se cuestiona nuestro modo de vida, ¿diría que es una película política?

Sin duda, porque presenta un mundo en el que las estructuras sociales, económicas y familiares que sostienen el sistema capitalista o bien nunca han existido o bien han sido desmanteladas y que, por tanto, funciona a modo de alternativa a un tipo de vida que no solo está destruyendo el planeta, sino que también ha limitado la capacidad del ser humano para desarrollar todo su potencial cognitivo. El capitalismo perjudica nuestro desarrollo como especie.

‘The Human Hibernation’ fue completada durante la pandemia. ¿Hasta qué punto fue influenciada por ella?

Lo cierto es que su germen fue una pieza de vídeo de unos 20 minutos que realicé en el marco de un proyecto de investigación artística impulsado por el Museu D’Art Contemporani de Barcelona (MACBA), y que presenté muy poco antes de que explotara la pandemia. Cuando nos confinamos, mucha gente me escribió para bromear diciéndome cosas como “¡la que has liado!”. Y es que el confinamiento permitió que se materializaran algunas de las ideas que yo planteo. Fue muy interesante comprobar que, en efecto, en cuanto el ser humano se quita de en medio por un tiempo la naturaleza revive de inmediato y recupera el control del espacio que nosotros ocupábamos. Me pareció precioso.