Danza

'Paquita', joya exhumada del ballet clásico, ilumina las fiestas parisinas con brío castizo

La Opéra Bastille ha recuperado esta obra ambientada en la España de la invasión napoleónica que muy raramente se programa entera

Riccardo Muti devuelve el alma latina al Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena

Valentina Colasante en el papel de Paquita

Valentina Colasante en el papel de Paquita / Maria-Helena Bucley/OnP

Valèria Gaillard

Valèria Gaillard

Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

'Paquita', ballet en dos actos con coreografía de Joseph Mazilier y música de Édouard Deldevez y Ludwig Minkus, cuenta con una historia particular: tras su estreno en París en 1846 cayó en el olvido hasta que Minkus introdujo en 1882 una serie de piezas que son las que han sobrevivido hasta hoy, concretamente los famosos 'Pas de Trois de Paquita' y el 'Grand Pas Classique', que a menudo se incluyen en las galas por su complejidad técnica e innegable belleza. Sin embargo, el ballet muy raramente se programa entero.

En 2001, el coreógrafo Pierre Lacotte (1932-2023) exhumó 'Paquita' por encargo del Ballet de l'Opéra de Paris en un ejercicio de arqueología y es esta producción la que se ha programado estas fiestas en la Ópera Bastille para más felicidad del público baletómano. Hacía más de 10 años que no se podía disfrutar en París de esta obra tan teatral que incluye extensos pasajes con pantomima y que representa todo un reto para cualquier compañía porque incluye numerosos cuadros de grupo con coreografías enrevesadas, así como variaciones que requieren un dominio de las puntas y una rapidez de cortar el aliento. Ciertamente, el libreto de Paul Foucher y Joseph Mazilier, presenta una historia inverosímil que parece una excusa para celebrar simplemente la danza y para mayor lucimiento de los intérpretes. Ambientada en la ocupación napoleónica de España, tiene como protagonista a Paquita, una gitana huérfana enamorada de un oficial francés, a quien salva de una emboscada mortal. Paquita salva a su enamorado y, como es de sangre noble (aunque lo ignoraba), finalmente se pueden casar. Aquí estamos lejos de las heroínas románticas que languidecen de los ballets románticos como Gisèle.

El mito de la España salvaje

El personaje de Paquita, que fue interpretado con maestría pasmosa por la Primera Bailarina Inès McIntosh en la función del 2 de enero, va creciendo en expresividad a medida que la historia avanza, y esto se refleja en variaciones cada vez más complejas y elaboradas, con gran cantidad de giros, pequeños saltos con batería y equilibrios diversos. Algunas de las escenas que más lucen en este ballet que explota el mito romántico de una España salvaje poblada por toreros, gitanas y bandidos —y que se inspira en bailes folclóricos como la jota—, son el 'Baile de las capotas' del primer acto, con 12 bailarines de torero sobre el escenario, o bien el vals del segundo acto, ya en un decorado palaciego con las bailarinas que se entrecruzan vaporosas en 'grand jeté' alzadas por sus 'partenaires', sin olvidar la simpática 'mazurka' que interpretan los niños de la Escuela de Danza de París ante la mirada embelesada de los espectadores.

Hoy en día, cuando la clásica se deja obnubilar demasiado por las proezas físicas de la gimnasia, un ballet histórico como 'Paquita', más florido que circense, nos recuerda que la danza es otra cosa que subir cada vez más arriba las piernas, que se trata de coordinación y de gracia, de dar fluidez y sentido al movimiento y de esto dieron una lección en conjunto los bailarines de la compañía nacional francesa, cuyo trabajo de recuperar y preservar el legado clásico no podremos agradecer nunca lo suficiente.