Fenómeno cultural

Así es la esperadísima segunda temporada de 'El juego del calamar'

El exitoso 'thriller' de supervivencia surcoreano aborda cuestiones de polarización y conflicto en unos nuevos episodios que podrán descubrirse desde el jueves, día 26, en Netflix

'El juego del calamar' se hace (casi) realidad 

Lee Jung-jae, de concursante de 'El juego del calamar' a director de cine de acción

Lee Jung-jae (Seong Gi-hun) en la nueva temporada de 'El juego del calamar'

Lee Jung-jae (Seong Gi-hun) en la nueva temporada de 'El juego del calamar' / Netflix

Juan Manuel Freire

Juan Manuel Freire

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El famoso "nadie sabe nada" del guionista William Goldman, una forma de resumir la futilidad de tratar de construir y predecir éxitos, queda especialmente claro ante algo como 'El juego del calamar', una serie que Netflix esperaba funcionara solo en el mercado asiático y que acabó convertida en fenómeno global casi de la noche a la mañana. Todavía hoy, tres años después de estrenarse, su primera temporada es la serie (en cualquier idioma) más vista en la historia de la plataforma: acumula más de 2,2 millones de horas vistas, lo que la coloca incluso por delante de la última temporada de la cuarta temporada de 'Stranger things' (1,8 millones de horas vistas) y la primera de 'Miércoles' (1,7 millones). 

Se suponía que este 'thriller' de supervivencia, en el que personas desesperadas arriesgan su vida en una serie de macabros juegos infantiles para hacerse ricas, era un reflejo solo levemente distorsionado de una sociedad surcoreana hundida en la desigualdad económica y la competitividad, pero, por desgracia, sus temas resonaron en muchas otras sociedades alrededor del mundo: el capitalismo ha invadido todo. Además, el diseño visual de la serie, paradójicamente colorido, atraía a cualquier globo ocular.

Su creador, Hwang Dong-hyuk, y su protagonista, Lee Jung-jae (ahora estrella internacional con protagonismo en la serie 'The Acolyte' de 'Star wars'), hicieron historia en los premios Emmy del 2022 al convertirse en primeros asiáticos en triunfar en las categorías de, respectivamente, mejor dirección y mejor actor protagonista de serie dramática. 

Por supuesto, Netflix decidió no dejar el fenómeno ahí y animó a Hwang a desarrollar una segunda parte que el creador no se había planteado seriamente en un principio. Como tentempié hubo un tremendo 'reality' competitivo, 'El juego del calamar: El desafío', claro producto del capitalismo criticado por la serie madre, pero brillante en cualquier caso. Y este jueves, día 26, llega por fin el plato principal: la segunda de lo que serán tres temporadas, la última de ellas con estreno previsto para 2025.  

Héroe roto por dentro

Seong Gi-hun (Lee), más conocido como el Jugador 456, pudo salir victorioso de las pruebas de la primera temporada, pero eso no significa que encontrara la paz personal. Al principio de la nueva entrega, abandona la idea de ir a Estados Unidos para ver a su hija y pone en marcha su venganza contra la organización que intentó quitarle su humanidad. Algo de ella le queda, pero no toda. En un reciente evento promocional en Nueva York, Hwang explicaba que algo se rompió dentro de Lee mientras estuvo en el juego: "Gi-hun ha experimentado demasiadas cosas, sido testigo de demasiadas muertes, como para poder volver sin más a su yo y su vida de antes, por mucho que se esfuerce". 

Tres años después, acabará de nuevo en esa isla misteriosa y en esa yincana mortal que espera reventar desde dentro con la solidaridad de otros jugadores. En su misión tendrá un aliado inesperado: Hwang Jun-ho (Wi Ha-joon), que a la vez que ejerce como policía de tráfico, sigue buscando por su cuenta la isla y a su hermano Hwang In-ho (Lee Byung-hun), el supervisor al que Gi-hun necesita encontrar para cumplir sus objetivos. 

Viejos y nuevos placeres

La serie nos devuelve a lugares tan inquietantes como familiares, a aquel inmenso dormitorio de altas literas, el mismo de cuyo techo desciende regularmente esa hucha transparente donde se va acumulando un botín que podría alcanzar los 45.600 millones de wones (algo más de 30 millones de euros); a esas escaleras enrevesadas como de un M.C. Escher fan del Technicolor; a ese patio presidido por una muñeca gigante, Young-hee, capaz de detectar cualquiera de nuestros leves errores en un mortal 'Pollito inglés'. Pero también hay diversos nuevos juegos de los que, al cierre de esta edición, un embargo nos impide decir nombres o explicar mecánicas.  

Sí que podemos hablar de los compañeros de Gi-hun en esta temporada, de toda esa gente con deudas enormes, a pesar de, a veces, su juventud. El artista musical Choi Seung-hyun, alias T.O.P, encarna al rapero Thanos, el Jugador 230, siempre colocado aspirante a donjuán. Es solo uno de los muchos jóvenes que perdieron una pasta por culpa de Lee Myung-gi (Im Si-wan), el Jugador 333, un (antaño) popular 'youtuber' de criptomoneda. Otra de sus víctimas fue su exnovia Kim Jun-hee, la Jugadora 222, interpretada por Jo Yu-ri del grupo IZ*ONE. 

En el diverso grupo de personajes encontramos también a una mujer trans, Cho Hyun-ju (Park Sung-hoon, de 'La gloria'), la Jugadora 120, que no se puede permitir la cirugía de afirmación de género, o un adicto al juego, Park Yong-sik (Yang Dong-geun), el Jugador 007, obligado a formar equipo con su propia madre, Jang Geum-ja (Kang Ae-shim), la Jugadora 149, un poco como hizo la antigua editora del 'New York Times' LeAnn Wilcox con su hijo Trey en el concurso basado en la serie. Observando a todos ellos en la distancia, No-eul (Park Gyu-young, de 'Sweet home'), antigua soldado y desertora de Corea del Norte que hará todo lo que sea necesario por recuperar a la bebé que dejó atrás. 

Separaciones

Otra de las novedades importantes es una cláusula añadida a la competición: esta vez los concursantes pueden votar si abandonar en masa después de cada prueba (no solo al final de 'Luz verde, luz roja', como en la primera temporada) y repartirse el dinero acumulado hasta entonces. Deben tomar partido, con todo lo que eso conlleva. "Estos días, en Corea estamos viendo un conflicto mucho peor entre las jóvenes generaciones y sus mayores”, explicó el creador de la serie en conversación con 'The Hollywood Reporter'. "Y ves claras separaciones por todas partes. No hay espacio para el debate, solo hostilidad. Me inspiró la dirección que está tomando el mundo entero". Aquí se crean dos campos diferenciados, irreconciliables: a un lado, el de quienes se creen capaces, en su ceguera moral, de superar a la propia muerte; al otro, el de los conscientes que van a morir casi todos. Hwang ha afirmado que quería poner sobre la mesa una pregunta: "¿Tiene la mayoría siempre la razón?". Incluso la democracia tiene sus peligros. 

Sea como sea, peor habría sido la ley marcial que quiso imponer el destituido presidente Yoon Suk-yeol y que por suerte sólo duró seis horas. Habría supuesto un duro golpe para un resurgir cultural coreano que todavía no parece tocar techo: tan solo fijándonos en el apartado del 'streaming', cada vez son más las plataformas que se atreven a invertir en producciones coreanas, a menudo con éxito, como Paramount Global con la premiada 'Bargain (Negociaciones)' o Disney+ con 'Moving'. Lo que antes era cultura de nicho es ahora, cada vez más, parte natural de un 'mainstream' menos anclado que nunca en la anglofilia. 

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