Auditori de Barcelona

Grieg y Zemlinsky conquistan al público de la OBC

La orquesta catalana, dirigida por Vasily Petrenko, ofreció el 'Concierto para piano' de Grieg con un fabuloso Jan Lisiecki y 'La Sirenita' de Zemlinsky

Vasily Petrenko, durante el 'Concierto para piano' de Grieg con Jan Lisiecki y la OBC.

Vasily Petrenko, durante el 'Concierto para piano' de Grieg con Jan Lisiecki y la OBC. / May Zircus

Pablo Meléndez-Haddad

Pablo Meléndez-Haddad

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En la semana en la que se ha anunciado que el gerente del Auditori y de la Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya (OBC), Robert Brufau, ha sido nombrado director de la programación de la Konserthuset y de la Filarmónica de Estocolmo, el conjunto catalán volvía a recibir en el podio a Vasily Petrenko, con el cual hay una química evidente. Ello quedaba claro en el concierto del viernes en el cual primaron los detalles de expresión, una muy buena respuesta de los solistas de la orquesta y un sonido matizado.

En los atriles, obras postrománticas de dos genios todavía no suficientemente reivindicados. De Edvard Grieg se escuchó su venerado ‘Concierto para piano en la menor’, datado en 1868, y de Alexander von Zemlinski su poema con forma de sinfonía ‘Die Seejungfrau’ (‘La sirenita’), escrito entre 1902 y 1903.

Con un extraordinario Jan Lisiecki al piano, la imprescindible obra de Grieg posee gran interés para los aficionados, ya que brilla en la profusa obra para teclado del compositor noruego al que todo pianista, aficionado o profesional, ha estado relacionado con sus piezas. Ya desde el icónico redoble de timbales del comienzo todo estuvo en su sitio, con un Lisiecki virtuoso que volvió a encandilar con su mezcla exacta de lirismo y potencia arrolladora; digitación delicada, acento preciso en cada una de las voces, sonido timbrado en los pasajes delicados y mucho carácter enriquecieron su entrega. En contraste con el artificio del comienzo, Petrenko apostó por un ‘Adagio’ hermoso e íntimo, con unas cuerdas a punto, atacando el ‘Allegro’ final con energía, movimiento en el que el flauta solista, Francisco López, tuvo su especial momento de gloria. Muy aplaudido, Jan Lisiecki regaló un precioso ‘Nocturno’ de Chopin.

Alexander von Zemlinski escribió la ‘fantasía’ (así le llamó) ‘Die Seejungfrau’ –y según se afirma en varias fuentes– tras romper su relación con quien más tarde se convertiría en la conocida Alma Mahler, inspirado en el amor y desamor irreal del cuento tradicional de Andersen. El compositor vienés tardó en estrenarla, y no sería hasta 1905 cuando la diera a conocer en una velada compartiendo programa con Schoenberg. Pero el músico retiraría la obra fragmentándola más tarde y regalando el primer movimiento en Viena, mientras los otros dos acababan en la Biblioteca del Congreso de Washington; no fue hasta 1984 que volvería a su forma original, con todo su regusto wagneriano y brahmsiano.

Algo sombría pero tímbricamente ambiciosa, narrativa y teatral, ‘La Sirenita’ de Zemlinsky está cargada de acentos románticos, y así lo subrayó el maestro en una lectura vibrante en un mano a mano con una OBC motivada y con un fantástico Joel Bardolet como concertino invitado.