Crítica de 'L'edat imminent': luminosa franqueza

Realizado por el Col·lectiu Vigilia, grupo de alumnos surgidos de la Universitat Pompeu Fabra, ‘L’edat imminent’ es una agradable sorpresa en cuanto a los temas y el contexto que maneja. Se centra en un joven a punto de cumplir los 18, Bruno, que vive con su abuela, Natividad, cercana a los 90, en un barrio barcelonés de clase humilde.

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El filme explora esta relación y el día a día del joven como repartidor de pizzas, sus amigos, el curso de batucada. No sabemos bien por qué viven juntos, nada se dice del padre de Bruno y apenas unas palabras sobre su madre. Los conflictos cotidianos son contados de forma sencilla, y todos son inminentes, la urgencia de la edad, del momento, de pasárselo bien, el deseo (la sexualidad de Bruno es apuntada pero no constituye un tema esencial), la precariedad económica y la decisión, postergada, que se deberá tomar sobre la abuela.

Pero hay un elemento muy interesante. Sin alejarse de la dura realidad mostrada, el filme está poblado de personajes sanos. No se trata de eludir los otros conflictos (delincuencia, adicciones, abusos) que en filmes de estas características asumen muchas veces todo el protagonismo. No es que haya esperanza vana en el relato, sino franqueza y la misma luminosidad que irradia el joven Miquel Mas Martínez, todo un hallazgo.