La caja de resonancia
"¿Por qué no un programa musical los sábados por la noche?"
Mariano Muniesa, periodista rockero y nuevo consejero de RTVE, se propone trabajar para que la música, en un sentido “abierto y diverso”, recupere protagonismo en la televisión pública

El nuevo consejero de la Corporación RTVE, Mariano Muniesa, interviene durante el acto de jura de acatamiento de la Constitución de los Consejeros de RTVE, en el Congreso de los Diputados. / ALEJANDRO MARTÍNEZ (EFE)


Jordi Bianciotto
Jordi BianciottoPeriodista
Un perfil inhabitual se coló en la toma de posesión de los nuevos consejeros de RTVE: innegociable melena rizada, chupa de cuero, vaqueros, camiseta de la revista ‘La heavy’. Él es Mariano Muniesa (Madrid, 1967), periodista musical reconocido, activista de la causa rockera. Hacia él se han girado muchas miradas, deslizando la pregunta: ¿podrá este santo varón hacer algo para que la música recupere posiciones en la televisión pública?
Bien, Mariano no va a ser el director de programación de TVE, sino tan solo uno de sus quince consejeros (en concreto, a propuesta de Podemos), pero como ya se vio en su parlamento del jueves en el Congreso, no le faltan ideas que, si llegan a configurar una mayoría, podrían llegar a tener una incidencia. Aunque no sé si me habrá perdonado que hace casi tres décadas trinché a Iron Maiden en una crítica en este diario, responde a mi llamada encantado de hablarme de sus planes.
El acceso a la cultura como “servicio público esencial”, la propuesta de recuperar el canal Cultura.es (también en la TDT), dar más personalidad a La 2, apostar por Radio 3, sacar más partido al (descomunal) archivo histórico de la casa. “¿Y por qué no puede haber un programa de actualidad musical, abierto y diverso, los sábados por la noche?”.
Esta melodía viene de lejos y entra en fricción con las guerras de audiencias, pero es cierto que el paisaje actual de la música en TVE es particularmente desértico, finiquitados proyectos loables como ‘La hora musa’ o ‘Un país para escucharlo’. Lo de que la música no funciona en la tele, etcétera (salvo si se empaqueta como ‘talent show’). Muy cabalmente, Mariano me recuerda que el público hay que tenerlo (“¿de qué sirve hacer una programación magnífica si no la ve nadie?”), pero lo veo convencido de que es posible “dar un servicio público y hacerlo atractivo para que interese a mucha gente”.
Él es un entusiasta y un intenso currante, capaz de compaginar durante décadas sus trabajos en prensa y radio con la escritura de una treintena de libros: sobre los Stones, AC/DC o Janis Joplin (y también, catalanófilo como es, del volumen titulado ‘17 Falsos mitos sobre Catalunya en España. 14 Casos de catalanofobia delirante’). Hay quien ve en él a una esperanza blanca del rock clásico y el metal frente a otras formas musicales. Esta ya es otra guerra, y queda lejos. Mariano me habla de abrir encuadres, no de avivar sectarismos. Y aunque el ente público sea un dinosaurio de ‘tempos’ tranquilos, “él que no empuja, nada consigue”, me dice. Mucha suerte.
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