Nueva película, 'Al otro barrio'
Quim Gutiérrez: "Se dice que ya no se puede hablar de nada, pero igual habría que pensar antes de decir según qué cosas"
El punto de partida de la película 'Al otro barrio', protagonizada por el actor Quim Gutiérrez (Barcelona, 1981), es el morrocotudo lío en el que se mete el director de una exitosa agencia de comunicación situada en una lujosa zona del centro de Madrid tras incurrir en el pecado capital de la avaricia. O, en otras palabras, el duro castigo que recibe un tal Andrés por intentar engañar a Hacienda: una multa millonaria y la obligación de trasladar sus oficinas a Los Caños, el barrio marginal que constaba como sede fiscal de su empresa por una cuestión de interés. Una vez allí, tanto Andrés como su equipo se enfrentarán a varias situaciones que no les dejan otra opción que sacudirse los prejuicios xenófobos, racistas y clasistas.
“Me gustaría pensar que no soy especialmente prejuicioso”, comenta Gutiérrez, al que el filme 'AzulOscuroCasiNegro' (2006) convirtió en estrella nacional. “Y si lo soy, practico como ejercicio la aceptación del zasca diario, que consiste en recordar cuántas veces emito un juicio equivocado sobre alguien de entrada y al rato me doy cuenta de que no era cierto. Por ejemplo, en una reunión social alguien te puede parecer arisco de primeras, y puede que hasta te suscite cierto rechazo o desinterés, pero veinte minutos más tarde coincides con esa persona en un apartado más íntimo y, de pronto, ves que esa pose arisca era simplemente timidez mal llevada. Y de pronto empiezas a hablar con alguien con quien ves que tienes afinidad y con quien incluso podrías entablar una relación de amistad. A esto le llamo yo un zasca. Cada día me esfuerzo por recordar cuántos hay y por darme cuenta de que probablemente haya muchos más”.
-Andrés, su personaje en Al otro barrio, es una víctima de su codicia. ¿Qué importancia tiene el dinero en su vida?
-Me gusta que digas eso, porque yo estoy comentando que Andrés es víctima de su talento, lo cual podría ser parecido. Se trata de alguien extremadamente seductor en lo verbal, muy hábil vendiendo. Y como es tan bueno vendiendo llega un punto en que ya no sabe si lo que vende resuena con él o no. El ejercicio consiste en vender lo que sea. ¿Que si el dinero es importante para mí? Por mi trabajo, he tenido muchos vaivenes económicos. Lo mío ha sido y sigue siendo cualquier cosa menos la estabilidad.
-Y eso que ha pasado años encadenando proyectos.
-Es verdad. Afortunadamente soy un privilegiado en ese sentido. Somos muy pocos los que podemos elegir. Aquí tienes que hacer tus números de una forma muy distinta a como los hace una persona que tiene una nómina. Y esa sensación de "Vale, me han llamado, pero… ¿me volverán a llamar?" hace que tengas una relación bastante sana con el dinero. Al final, tanto tú, como el que trabaja en banca y cobra un sueldo, estáis igual de expuestos a quedaros un día en el paro, a sufrir una pérdida trágica en vuestra vida o a padecer una enfermedad terminal. Hay determinados mecanismos que nos hacen sentir seguros y en realidad vivimos en la misma zozobra todos. Aunque a nosotros, los actores, nos alquilan, nos pagan para hacer un personaje, y luego eso se acaba y no sabes cuándo va a volver. Y tú eres tu empresa.
"A mí me sienta bien hacer aquello que se debe hacer. Y luego ya me da igual si otro señor estafa, aunque me pueda cabrear. Si me toca pagar impuestos, prefiero tomármelo como algo positivo"
-¿Hacienda somos todos?
-Aquí no voy a recurrir al cliché catalán, porque la peli va justamente de romper eso, pero es cierto que soy muy cuadrado para esto. Porque además eso no es ni catalán. A mí me sienta bien hacer aquello que se debe hacer. Y luego ya me da igual si de pronto hay otro señor que estafa, aunque evidentemente me puede cabrear. Si a mí me toca pagar impuestos, prefiero tomármelo como algo positivo.
-¿Nunca se le pasó entonces por la cabeza hacer como esos artistas que trasladan su domicilio fiscal fuera de España para evadir impuestos?
-Si puedo hacer algo más legal que lo legal, eso será lo que escoja hacer. Pero no porque piense que me pueden pillar, sino porque me gusta. En ese sentido, Andrés y yo somos muy distintos. Yo no encuentro ningún placer en saltarme la norma solo por el hecho de saltármela. También te digo que, para otras cosas, ser así de recto resulta complicado. Estaría bien saltarse las normas en temas que no impliquen un delito y con cosas con las que no hagas daño. Y en realidad hago muchos ejercicios para intentar ir más en esa dirección. Pero es verdad que en el tema económico soy muy aplicado.
-No sé si le llama la atención que precisamente sean algunos de esos estafadores los que van por ahí dando más lecciones de patriotismo.
-Ya… Sí. La Seguridad Social funciona muy bien aquí, y me gusta pensar que yo también contribuyo a eso. Me gusta creer que con mis impuestos, no ya mi abuela, que va muy bien, las abuelas de otros que tienen menos suerte que yo pueden ir mejor también. Y ya hablando en general, creo en eso de expresar las opiniones de manera relajada. Me parece un ejercicio interesante eso de pensar que hoy estamos aquí pero que no sabemos cuáles serán nuestras circunstancias ni qué nos obligarán a hacer dentro de un tiempo. Y aquello que pensamos que hoy es así, mañana podría ser de otra forma. Esto es aplicable a ciertas cosas que plantea la película. Al leer el guion me dieron miedo algunos chistes que se hacían. Pensaba que algunos de ellos podían ofender.
-Muchos se quejan de que hoy en día todo ofende.
-Pero es que creo que hasta cierto punto es comprensible. Muchos de los que pertenecen, pertenecemos, al grupo de los privilegiados no se han planteado nunca qué siente uno al verse ofendido por su condición, su clase social o su raza. Se dice ‘Es que no se puede hablar de nada ya’. Bueno, es que igual habría que pensar antes de decir según qué cosas. Y creo que ese estar pensando no está mal.
-¿Se suele morder mucho la lengua usted en las entrevistas?
-Voy con cuidado. Opino de forma poco apasionada sobre las cosas que de verdad me importan. El otro día, en una rueda de prensa, un periodista hizo una pregunta sobre un tema importante, pero detecté que lo que menos le importaba era el tema. Lo que realmente le importaba era que tu declaración fuera lo suficientemente jugosa. Hay que distinguir cuándo estás entrando en el juego de cuándo estás opinando sobre cosas que de verdad te importan. Pienso que, en entrevistas de promoción, el apasionamiento no es bueno [risas].
-¿Ha llegado a sentirse encasillado en el género de la comedia?
-He interpretado muchas veces al pusilánime encantador, que es un personaje al que le tengo mucho cariño pero que se me agotó de tanto usarlo. Ahora no me hace tanta gracia encarnar a ese personaje. Como te decía antes, ahora que tengo la suerte de poder elegir, prefiero hacer otro tipo de cosas. Y de hecho este personaje que hago en Al otro barrio me lleva a una cosa que no tiene nada que ver con aquello.
"Podría haber ganado mucho más dinero, pero a partir de cierto momento rechacé muchísimos trabajos de comedia que no me interesaban"
-Ya ha comentado alguna vez que le gustaría hacer más dramas.
-Sí, tantos dramas como sea posible. De hecho, repasando el trabajo realizado en los últimos dos años, diré que estoy muy contento de la posición de la que gozo ahora mismo, porque me están ofreciendo cosas de tonos muy distintos. Eso es lo que ansiaba desde el principio. Inevitablemente, cuando haces algo que funciona, resulta muy tentador volver a ofrecerte exactamente lo mismo. Soy exigente con mi carrera, incluso con estrecheces económicas. Podría haber ganado mucho más dinero, pero a partir de cierto momento rechacé muchísimos trabajos de comedia que iban en una dirección que a mí no me interesaba. No creo que esto sea arrogancia, sino que más bien tiene que ver con un tema de honestidad personal, de ser consciente de que no vas a ser feliz ni te lo vas a pasar bien haciendo eso. Y como soy muy ahorrador, he podido permitirme el lujo de pasar épocas sin rodar. Al haber empezado pronto en esto, he visto muchos ejemplos de actores a los que no me gustaría parecerme. He visto a mucha gente muy frustrada, amargada, descontenta y con pocas opciones de salir de ahí. Yo me prometí que, si un día tenía opciones, las jugaría a mi favor. Por respeto a los que no las tienen y por mí mismo, porque no quiero ser un actor infeliz. Quiero ser una persona alegre, capaz de alegrar a aquellos con los que está rodando. Sé que esto suena muy happy, pero siempre se trabaja mejor y se es más creativo en un clima de trabajo favorecedor.
-Una vez me comentó que no se considera una persona especialmente guapa, pero que sí le hacía ilusión ver su nombre en la lista de tipos más sexis del país. ¿Qué tal se ve hoy en pantalla?
-Creo que mucho mejor conforme van pasando los años. Hablando estrictamente del tema físico, pienso que con los años te toleras más y te ves mejor. Yo al menos no tengo ningún problema con lo de verme. De hecho, a mí me sirve verme en las pantallitas del combo de rodaje. Ahí veo, por ejemplo, si lo que creo que estoy haciendo a nivel interpretativo coincide con lo que se ha rodado... También es una cuestión de madurez emocional.
-Y luego está el tema de la madurez física, que en el caso de los hombres resulta menos cuestionada que en el de las mujeres.
-Sí, la madurez del hombre es infinitamente mejor aceptada que la de la mujer. Queda mucho terreno por recorrer todavía. Y en este sentido creo que hemos blanqueado mucho el tema del bótox y el retoquito. Seguro que alguno pensará ahora ‘Mira, otro hombre opinando sobre el aspecto de los demás’. De entrada digo que cada uno puede hacer lo que quiera, aunque pienso que eso no es beneficioso para nadie. Además, para estas cosas me gusta remitir a la ciencia. Está demostrado que nuestro cerebro registra cientos de veces por minuto qué está pasando en nuestra cara, qué gestos hacemos... para saber dónde tiene que colocarse en términos emocionales. Cuando tú bloqueas con bótox tu capacidad de reír, y por tanto tu sonrisa es de un rango menor, tu cerebro detecta menos esa emoción. Estamos bloqueando algo que modifica nuestro estado emocional. No es una tontería. Me parece muy salvaje que personas de veinte años pidan un aumento de pecho. Entiendo que esto tiene que ver con mucho tiempo de presión social en una dirección de la que somos responsables, y así hay que considerarlo, pero creo que ese no es el camino.
"He tenido hijos para estar muy presente en sus vidas, y además aprendo muchísimo de ello"
-Ahora que acaba de ser padre por segunda vez, ¿bajará un poco el ritmo de trabajo?
-Aunque no lo piensas conscientemente, la paternidad es otro elemento a tener en cuenta a la hora de tomar decisiones. No es que diga ‘Voy a bajar el ritmo porque tengo niños’, pero creo que sí va a ocurrir. Hay determinadas variables que son menos compatibles, sobre todo, con el tipo de paternidad que a mí me gustaría ejercer. He tenido hijos para estar muy presente en sus vidas, y además aprendo muchísimo de ello. Y también soy muchísimo mejor persona gracias a los encajes que ha tenido que hacer mi cabeza para poder tener a mis hijos.
-¿Y qué cosas le gustaría transmitirles?
-Me gustaría que fueran disfrutones. Y con esto me refiero a que sean capaces de disfrutar de las cosas, que sean niños alegres. Pero no alegres por fuera y tristes por dentro: quiero que sean capaces de disfrutar de aquello que tienen. De hecho, creo que esa es una de las habilidades que tengo y de las que más orgulloso estoy. Disfruto mucho tanto de las cosas lujosas y espectaculares que me ha ofrecido este trabajo como de algo tan mundano como puede ser plantar un árbol. Y pienso que eso es casi un superpoder.
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