FESTIVAL DE OTOÑO
Lorena Nogal, la niña que quería bailar sevillanas y logró el Premio Nacional de Danza
La bailarina estrena en España junto a su compañía La Veronal la obra 'Totentanz – Morgen ist die Frage' en el Museo Reina Sofía, una obra sobre la muerte y la fragilidad de la vida

La bailarina Lorena Nogal, Premio Nacional de Danza en la modalidad de Interpretación, en Madrid. / Alba Vigaray
Lorena Nogal (Barcelona, 1984), Premio Nacional de Danza 2024 en la categoría de Interpretación, dice que de niña era "eléctrica" y que sólo quería aprender a bailar sevillanas. Su madre la llevó a una escuela de danza española de barrio y poco a poco la vida le puso en el camino de la danza contemporánea. El reconocimiento le llega en un momento sólido de su carrera, como parte de La Veronal -de la que forma parte desde su fundación en 2005-. La compañía, con sede en Barcelona, en la que Nogal, como todos sus componentes, además de bailar es cocreadora de las coreografías, es una de las más singulares y de mayor proyección nacional, por haber sido capaz de desarrollar un lenguaje corporal único, basado en la distorsión del movimiento, y por unas creaciones en las que se superponen planos y se combinan lenguajes artísticos y que se caracterizan por un ritmo frenético.
Después de estrenarla en la Triennale de Milán, la compañía trae a Madrid su más reciente creación, Totentanz – Morgen ist die Frage, una pieza que se adapta al espacio en el que es representada en la que se reflexiona sobre la muerte, la fragilidad de la vida y cómo se aborda esta cuestión culturalmente. La harán sábado 9 y domingo 10 en el Museo Reina Sofía en dos sesiones diarias (a las 13h y a las 18h) como parte de la programación del Festival de Otoño, coproductores de la obra.
Con motivo de este estreno y del Premio Nacional, que se le ha entregado "por su incuestionable dominio técnico y su capacidad expresiva, que la convierten en una de las intérpretes de mayor influencia e impacto cultural", atiende a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA en el mismo Reina Sofía en el que pronto estará bailando.
Pregunta: ¿Cómo recibió la llamada con la noticia del Premio Nacional?
La recibí en Milán. Estábamos a punto de estrenar la nueva pieza y yo estaba calentando, muy tranquila y me llamó el ministro. Fue una emoción muy grande, no me lo esperaba y me quedé un poco shockeada, pero yo creo que mi cuerpo de repente se relajó de la tensión del estreno. Empecé a llorar, fue muy bonito. Marcos [Morau, director de La Veronal] y yo nos abrazamos... Fue una celebración conjunta, con la compañía.
P: Una de las características de las obras de La Veronal es que todo el tiempo están pasando muchas cosas. ¿Cómo se trabaja eso desde el cuerpo?
Trabajamos con mucha información, yo siempre pienso que la concepción de los espectáculos de La Verona a nivel corporal es como un trabajo de relojero, como de artesanía. Se cuida cada detalle, cada gesto, cada impulso... Es un trabajo de precisión. Al final tiene algo también de ritualístico, pero también es un ejercicio de gimnasia cerebral para llegar a ese método y a esa cosa virtuosa. Marcos siempre el imaginario de cada una de las creaciones lo tiene muy claro, y las cápsulas o las escenas de movimiento son como una película. Él lo visualiza de manera muy directa, y a partir de ahí crea el discurso con el movimiento. Es verdad que muchas veces el movimiento acaba de afianzar una idea o te cambia la idea para llevarte a otro lado, pero cuadra. Pero sí trabajamos siempre desde un lugar concreto para poder también profundizar más, porque al final el movimiento es una capa más de los espectáculos de Marcos, igual que el vestuario, la concepción de la música o si hay elementos escénicos.
P: ¿Cómo ha sido la trayectoria de La Veronal? Es una compañía con un lenguaje corporal muy, muy definido y muy único, ¿ha sido difícil llegar a él?
Yo creo que la compañía ha crecido con ese lenguaje. Siempre ha habido esta cosa específica de la distorsión del cuerpo, de no permitirle un movimiento orgánico, sino buscar direcciones opuestas que creen tensión. Al final hemos ido creando códigos o patrones de lenguaje y descubriendo que la disociación del movimiento es algo que ayuda muchísimo a distorsionar y a que el espectador tenga una percepción distinta, que parezca que el cuerpo está como dividiéndose en bloques. Ha sido una construcción de años, de búsqueda, de mucha sala de ensayo y de poner mucho foco en el cuerpo.
P: ¿Y cómo se relaciona eso con la técnica de danza, con los conocimientos adquiridos digamos en vuestra formación reglada?
Bueno, todos tenemos una sólida carrera en lo físico, en llevar al extremo el cuerpo y buscar los caminos no recorridos o menos habituales, pero además todos estamos muy formados en diferentes disciplinas dancísticas. Se ha generado un lenguaje común poco a poco y esto obviamente ha tenido un recorrido desde los primeros espectáculos hasta ahora. A mí me parece muy bonito que al principio dedicamos tiempo a analizar el cuerpo, a entenderlo, a decidir lo que nos gusta y de qué manera podíamos construir algo y después sentir la necesidad de romper todo aquello que habíamos construido nosotros mismos. De alguna manera, sentir que estábamos atados a unos lugares y necesitábamos salir y poder también ser capaces de generar esa salida del laberinto.
P: Uno de sus trabajos más recientes ha sido como coreógrafa, junto a Marcos Morau, en Afanador, la nueva obra del Ballet Nacional. ¿Cómo ha sido ese acercamiento a la danza española?
Fue un reto muy grande, pero a la vez un descubrimiento, porque hemos podido comprobar cómo lenguajes aparentemente tan distintos tienen nexos muy comunes que hacen que sea orgánico el encuentro. Por ponerte un ejemplo, nosotros en La Veronal siempre hemos trabajado con muchos elementos escénicos como el abanico. Lo habíamos usado de otra manera, con otro prisma, pero estaba ahí. También trabajamos mucho con el ritmo en el cuerpo, la distorsión, o el soniquete, como dicen ellos y ha sido un lugar de encuentro. Creo que Marcos supo encontrar una conexión maravillosa donde él pudo sentirse cómodo. Al final ha salido una pieza de una poética preciosa. Y la generosidad de los bailarines ha sido maravillosa, su apertura, no tener miedo a enfrentarse a otros códigos y jugar con el cuerpo, porque nosotros hacemos cosas que no son orgánicas. Tienes que prestarle mucha más atención porque no es donde va el cuerpo de manera natural. Para nosotros también un regalo verlos como disfrutar también de esa búsqueda.
P: Antes de eso ya tenía usted relación con la danza española y el flamenco. Ha trabajado junto a Paula Comitre en Alegorías (El límite y sus mapas)...
Sí, siempre, instintivamente, me ha llamado la atención. No sé decir qué exactamente, pero hay algo a nivel formal, a nivel de imaginarios o a nivel de vestuarios... Hay ahí una cosa como muy onírica también que me gusta, pero a la vez muy terrenal, como una fuerza que nace de abajo, de la esencia y un poco del grito también. El flamenco tiene algo de grito para mí. Siempre me ha interesado a nivel personal, así que cuando a Paula [Comitre] le dieron la oportunidad de presentar Alegorías en el Teatro Teatro Nacional de la Danza de Chaillot, en París, una coproducción con la Bienal de Flamenco de Sevilla y se me acercó y me dijo que había seguido mi carrera y le gustaba mi trabajo, me encantó poder entrar ahí, porque me ha permitido conocer un poquito más desde dentro ese flamenco más tradicional. También he visto que tengo muchísimo desconocimiento. Desde la danza contemporánea a veces se tienen muchas ideas equivocadas y a la inversa, obviamente. Ahora hay mucha gente que hibrida caminos y Alegorías es un ejemplo, pero bueno, porque había también esta mirada curiosa. Yo disfruté muchísimo todo ese proceso creativo y me enseñó mucho.
P: El Premio Nacional de Danza le llega el año en el que cumple 40. Si mira hacia atrás, ¿qué es lo que ve?
Pues eso es lo que más me ha sorprendido, que cuando miras hacia atrás no miras a diez años antes, sino que te vas a la niña que eres, a la pregunta: ¿de dónde nació esto? Durante la carrera no tienes tiempo para parar o cuestionarte, van saliendo las cosas y vas a capítulos. Yo de niña era eléctrica. Era muy nerviosa, y de ahí nace todo. Yo lo que quería era bailar sevillanas y claro, mi madre lo vio genial para gestionar toda esa energía desbordante que yo tenía. Me llevó a una escuela de barrio y empecé a hacer clases de danza española. Pero allí me recomendaron que hiciese ballet para adquirir técnica. Después, por mis condiciones físicas, me invitaron a probar el contemporáneo y a prepararme para hacer las pruebas de acceso del Institut del Teatre. Hoy en día, con la perspectiva que tengo de la edad me impresiona que mi madre nunca me cuestionase, que me apoyase tanto. Hace poco lo hablaba con ella y me contó que hubo un episodio en el que yo estaba desbordada porque iba al cole por la mañana y al Institut del Teatre hasta las diez de la noche y después tenía que hacer las tareas. Me pusieron una profesora de refuerzo. Y mi madre entonces me dijo: "Lorena, si ves que no puedes, podemos dejar la danza". Se ve que yo paré de hacer lo que estaba haciendo y le contesté: "mamá, la danza es mi vida". Hoy pienso que no sabría tanto esa niña, pero sí que tenía una intuición fuerte, que ahora es una realidad.
P: Y ahora, tantos años después y tras haber desarrollado toda una carrera de casi 20 años con La Veronal quiere empezar también un proyecto personal, ¿cómo es eso?
Pues por un lado está Hotel Col·lectiu Escènic, que es un proyecto junto a un grupo de amigos que nos formamos juntos en el Institut del Teatre que teníamos la necesidad de poner sobre la mesa como intérpretes qué necesidades teníamos nosotros, porque muchas veces es el creador el que elige a los intérpretes como herramienta, para construir el discurso de su pieza, pero los bailarines también tenemos necesidades de trabajar con creadores distintos. Este colectivo nació así y somos cinco intérpretes y creadoras. Invitamos a diferentes creadores de todo tipo, desde artes visuales a gente de cine, etc a que nos dirijan. Este año tenemos una pieza que hemos interpretado en el área metropolitana de Barcelona pero que espero que podamos hacer en otros puntos de España.
P: Y además he leído que quiere hacer un solo de gran formato, ¿qué es eso?
Pues yo soy una persona insegura, aunque sienta que cada vez tengo más herramientas como creadora. Siento la necesidad de hacer algo propio, de proyectarme de otra manera, así que hice un solo de pequeño formato que ha funcionado muy bien. Y hace tiempo que me he dispuesto como hacer un solo de gran formato también, también como un homenaje a todo lo que he ido recogiendo todos estos años. Me gustaría investigar por ahí a ver qué pasa, pero no hay nada en lo concreto todavía. He echado tentáculos que espero que se materialicen pronto.
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