Crítica de teatro
Un diamante escénico para cortar lo previsible: llega a La Villarroel un famoso caso de denuncia falsa en el entorno LGTBI+
La Villarroel recupera una pieza basada en la denuncia falsa de un joven de Malasaña de 2021 por una agresión en grupo que nunca tuvo lugar. Terreno pantanoso que de entrada plantea dudas: ¿por qué poner el foco sobre un caso inventado?

Dafnis Balduz (izquierda) y Albert Salazar en 'Pols de diamant'. / Sergi Panizo


Manuel Pérez i Muñoz
Manuel Pérez i MuñozPeriodista.
El reestreno no podía ser más oportuno. Mientras se juzga el asesinato de Samuel Luiz como crimen homófobo, la Villarroel recupera para su ciclo Off una pieza basada en otro célebre episodio del mismo verano de 2021, la denuncia falsa de un joven de Malasaña por una agresión en grupo que nunca tuvo lugar. Terreno pantanoso que de entrada plantea dudas: ¿por qué poner el foco sobre un caso inventado inscrito en esa cifra ridícula -nos advierten en el prólogo- de solo el 0,0083% de los procedimientos por violencia? Un enfoque arriesgado para intentar llegar a preguntas más incisivas de las habituales en el teatro militante asociado a las causas justas.
'Pols de diamant' catapultó a su autor, Pau Coya, hasta el premio Revelación de la crítica. En su manera de escribir se aventuran múltiples influencias, 'mainstream' deconstruido y una audacia que se agradece en tiempos de corrección política. El texto opta por alejarse del teatro documental para construir una ficción cuyo personaje principal está salpicado de aristas y contradicciones complejas. También es intrincada la estructura de la obra, narración discontinua que salta de un tema a otro con una agilidad pegadiza. En su parte inicial, encontramos los ecos de 'Smiley', de Guillem Clua, comedia romántica pop de costumbrismo 'queer'. Poco a poco, se van desplegando capas de sustancia que abrazan desde el thriller policiaco al melodrama psicológico, y por el camino críticas afiladas al discurso simplista de los medios, a la toxicidad de las redes sociales, a la prostitución consentida y, en última instancia, hacia la violencia estructural que existe, también, en el universo gay. El trayecto hacia una hipótesis de la denuncia falsa es tortuoso y lleno de trampas.
La escenografía mínima recicla elementos del montaje con el que se comparte cartel. En consecuencia, la iluminación de Daniel Gener juega un papel crucial para saltar entre espacios dispares, de la discoteca a la sala de interrogatorios. La dirección del prolífico Nelson Valente se multiplica en recursos y consigue coser los saltos cronológicos con pulso cinematográfico de acción. Albert Salazar, que nos deslumbró con su energía en 'A.K.A'., implosiona aquí en un protagonista complejísimo que borda con una templanza pocas veces vista en intérpretes jóvenes. Dafnis Balduz, por su lado, pone su demostrada solvencia al servicio de un cóctel de personajes variado y bien resuelto. Una química excelente tanto en el dúo de actores como el resto de piezas. Una propuesta sencilla en su formato, fresco y accesible, pero al mismo tiempo intrincado y voluptuoso en ideas.
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