Crítica de 'Daaaaaalí!': de lo idiota a lo sublime

Homenaje a uno de los pioneros del surrealismo por parte de uno de los grandes exponentes actuales del movimiento, el nuevo trabajo de Quentin Dupieux derrocha sensatez a través de su renuncia a convertir la vida de Salvador Dalí en un ‘biopic’ al uso y, a la vez, hace gala de orgullosa estupidez a la hora de interpretar el mito y la mística que la envuelven. La película usa hasta a cinco actores distintos para retratar al personaje, pero no con ánimo de capturar una personalidad poliédrica a la manera de ‘I’m Not There’ (2007), antibiopic de Bob Dylan dirigido por Todd Haynes; aquí, todos esos ‘alter ego’ encarnan una misma personificación del pintor, el narcisista sociópata y autoparódico, y Dupieux los intercambia entre sí de forma constante y arbitraria, en ocasiones dentro de una misma escena.

Estructurada a la manera de una matrioska, compuesta de sueños que trancurren dentro de sueños y películas contenidas en otras películas, ‘Daaaaaalí’ nos muestra al artista enfrentado a situaciones cada vez más idiotas y vez más divertidas, y atrapado en una realidad en la que el tiempo y el espacio se deforman como los relojes derretidos en ‘La persistencia de la memoria’ (1931). Y entretanto, mientras propone ese y otros guiños tanto a la iconografía del pintor como al cine de su cómplice Luis Buñuel, baila con irresistible soltura sobre ese territorio genuinamente daliniano en el que el arte sesudo convive con el disparate autoconsciente.