Entrevista

Pilar Rahola: "La corrección política de la extrema izquierda se ha convertido en una grave forma de censura"

La periodista y escritora catalana habla de su novela histórica ‘Cornèlius, l’almogàver’, Premi Prudenci Bertrana, pero también de los ataques sufridos por sus opiniones sobre Oriente Próximo

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Pilar Rahola, la pasada semana en Barcelona.

Pilar Rahola, la pasada semana en Barcelona. / JORDI COTRINA

Anna Abella

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Barcelona
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Tras ‘Ocell d’aire i de foc’, la periodista, escritora y tertuliana Pilar Rahola (Barcelona, 1958), opinadora de EL PERIÓDICO, ha vuelto a la novela histórica con ‘Cornèlius, l’almogàver’ (Columna, en catalán en Destino), ambientada en el siglo XIII, con la que ha ganado el Premi Prudenci Bertrana. Hace escasos días, activistas propalestinos le lanzaron pintura roja mientras daba una conferencia en La Garriga a causa de sus opiniones sobre Oriente Próximo y su apoyo a Israel en la guerra de Gaza.

Ha contado que su protagonista, Cornèlius, nació de un sueño.

Sí, estaba con ‘Ocell d’aire i de foc’, una novela que escribí muy torturada, porque es el final de los maquis, la muerte de Quico Sabaté, leí muchos testimonios de torturados por la Brigada Político Social... Me dolió demasiado acercarme a mi época y necesitaba irme más lejos. Y soñé con el nombre de Cornèlius Papapoulus y vi que debía ser el personaje de una novela. No lo encontré en Google. El nombre era griego o chipriota, y si quería vincularlo a la historia de Catalunya debía ir a la expansión mediterránea y a los almogávares. 

El joven Cornèlius vive situaciones un tanto cómicas, y sexuales.  

Le puse una vis cómica. Es un niño muy bien dotado sexualmente, algo que de jovencito le permite sobrevivir. También le acosa un monje. Es un personaje pequeñito que vive grandes momentos y conoce grandes personajes. Quise que naciera en Famagusta, en Chipre: lugar donde coronaban los reyes de Jerusalén, estratégico para los almogávares y paso de las cruzadas, donde estaba la base de los templarios. Y descubrí que Ramon Llull estuvo allí haciendo uno de sus libros, pidiendo al rey de Chipre que le permitiera ir a predicar a Babilonia y encontrándose con Jacques de Molay, el último gran maestro templario al que luego quemaron, para intentar que el papa Clemente les financiara otra cruzada. Y con los almogávares conoce a Roger de Flor. La única ficción es el encuentro de Ramon Llull con Dante. No hay pruebas pero es probable que se conocieran. 

"Estoy contra los salafistas y su ideología opresora, no contra el islam"

¿Qué papel jugaron los almogávares? 

Los almogávares forman parte de un momento de la historia de Catalunya muy potente en términos de diplomacia y expansión comercial por el Mediterráneo y los Consulados de Mar. Fueron un gran ejército, la infantería más reconocida y temida de Europa durante dos siglos. El grueso eran catalanes, valencianos y algunos aragoneses, eran gente del campo que cuando tenían hambre entraban en tierras de los sarracenos a robar y matar. Jaume I se dio cuenta de esa estructura organizada con cabecillas podía serle útil y los alquiló para ir a conquistar Mallorca como ejército profesional al servicio de la Corona catalana. Tuvieron un papel geopolítico si hablamos de Constantinopla y la guerra entre Roma y Bizancio, de la expansión de los mamelucos por Anatolia que Roger de Flor [su líder] frenó.

Tenían fama de mercenarios salvajes. 

Hablamos de un ejército victorioso y a la vez cruel y brutal, pero no más que otros. El ‘matadegolla’ formaba parte de la lógica de la guerra. Aunque es verdad que cuando matan a traición a su caudillo victorioso, Roger de Flor, al que habían declarado césar y cuyo poder temía el emperador bizantino, los almogávares añaden un elemento de crueldad y durante dos años masacran las tierras que consideran traidoras. Son dos años de pura e implacable venganza catalana. Sin Roger de Flor acaban siendo un ejército de asesinos. 

"Si debates sobre el islam eres islamófobo. Si debates sobre la inmigración, eres xenófobo. Si dices que el conflicto de Oriente Próximo es más complicado, eres una sionista. Si defiendes a los cristianos, eres facha"

¿Hay ideología en sus novelas? 

No planteo mis novelas en términos ideológicos. Aquí no hay mirada feminista del mundo ni gloriosa de los almogávares, que retrato también en su aspecto más sangriento. Reproduzco un momento histórico con personajes ficcionados que viven la historia desde la perspectiva emocional, con sus grandezas, miserias, miedos, esperanzas… La única aportación ideológica es hacer novelas de momentos históricos catalanes, porque la historia de Catalunya es muy poco conocida. 

Dedica la novela a 'cada generación de catalanes que ha luchado y resistido'. ¿Quería recordar antiguas victorias para olvidar el actual desencanto independentista? 

No la situé en época de gesta heroica ahora que hemos tenido una gesta fallida. Puede que inconscientemente hiciera una ‘liaison’ pero no era la intención. Sí era una época en que los catalanes decidíamos sobre nuestro destino, pero la épica almogávar tiene difícil comparativa con el momento actual. El único elemento que enlazaría es la resiliencia. Eran supervivientes natos, gente desarrapada que acaba siendo el ejército más poderoso de Europa. Y nosotros hoy somos unos desarrapados bastante tocados que pese a todo mantenemos cierta voluntad de resiliencia, la voluntad de persistir, de no desaparecer. Catalunya es una nación que debió desaparecer en el siglo XIX porque habíamos perdido las instituciones y nuestros derechos constitucionales, el idioma estaba fuera de escena, la represión fue muy fuerte en los siglos XVIII y XIX y en el XX tuvimos las dictaduras de Primo de Rivera y Franco. Y la resiliencia de todas las generaciones de catalanes hizo que no desapareciera. Mis padres, mis abuelos y mis bisabuelos tuvieron que defender la lengua. 

"La resiliencia es lo que une a los almogávares con los independentistas de hoy"

Hace poco decía en X: "Sé lo que es el fascismo. Mi familia sufrió la violencia del fascismo de derechas y de izquierdas (…) Ante la intolerancia, la palabra libre”. 

En ‘El carrer de l’embut’ expliqué la historia de mi abuelo Manel, republicano y catalanista al que se llevó un pelotón de la FAI en Cadaqués. Mataron a los demás pero él logró escapar herido porque se desmayó en la calle del Embudo de noche y no lo vieron. Eran las matanzas del 37. Y mi tío abuelo, Carles Rahola, murió en la primera condena a muerte firmada por Franco. Siempre me educaron en posiciones civilizadas de centro, ni de extrema izquierda ni de extrema derecha. Desde que tengo vida pública no he parado de sufrir escarnios, escraches, amenazas… He tenido protección policial por mis opiniones, fueran sobre Catalunya, por tema islámico por dos libros que publiqué, donde defiendo a las mujeres musulmanas que luchan contra el velo y la opresión, que son las Nelson Mandela del siglo XXI, y por el tema de Israel, que me ha traído bastantes dolores de cabeza.  

El último hace pocos días, cuando le lanzaron pintura roja en una conferencia y la acusaron de ‘sionista’. Dijo: ‘Nunca me callarán’. 

El ataque a una persona por sus opiniones intenta destruir el debate y acaba destruyendo la libertad. La única manera de defendernos es movernos en el territorio de la palabra. El tema de Oriente Medio es muy complejo, y cuando veo cómo se reduce a la mínima expresión para criminalizar a unos y exaltar a otros me rebelo y eso me convierte en lo peor. A mí, que unos ‘xitxarel·los’ iletrados me tiren pintura me da igual. Me lavé la cara, pedí un suéter y di mi conferencia, porque tenía un compromiso con gente que quería escucharme. Si esos jóvenes, en vez de tirarme la pintura, me hubieran dicho 'queremos un debate contigo', yo encantada. Pero si lo que quieren es silenciarme no se saldrán nunca con la suya. 

"Si quieren silenciarme no se saldrán con la suya"

Esa agresión generó una fuerte reacción en las redes.  

Yo no siempre tengo razón, pero me hago preguntas. La gente que me quiere callar solo tiene respuestas. Yo estoy contra los salafistas y su ideología opresora, no contra el islam. El problema no está en esos exaltados con la pintura sino en las voces muy de izquierda, progres y muy ‘viva la libertad’ que aplauden estos actos en internet. La ola de odio que estoy viviendo en internet por boca de los grandes gurús de la izquierda me parece más preocupante que la pintura. 

¿La sociedad española y catalana se ha vuelto más intransigente?

En los últimos años, la libertad de expresión ha restringido mucho los límites y ha sufrido la presión de los dos bandos. La extrema derecha siempre está en contra e intenta vulnerarla, pero no tenemos tan claro que la corrección política también se ha convertido en una forma de censura muy grave. De repente, la extrema izquierda ha empezado a imponer unos tabús y unos temas que no puedes tocar ni debatir. Si debates sobre el islam eres islamófobo. Si debates sobre la inmigración, eres xenófobo. Si dices que el conflicto de Oriente Próximo es más complicado, eres una sionista. Si defiendes a los cristianos, eres facha. Me preocupa. Yo he demostrado que puedes diferenciar entre la lucha por la libertad de los musulmanes, que tiene derecho a su fe, su identidad y a vivir en democracia, y la lucha contra una ideología totalitaria que los oprime y cuya derivada yihadista los mata. Y esta diferencia crucial no la podemos debatir en Catalunya ni España. La red viraliza los ataques. No se puede debatir sobre Israel. O dices que son genocidas o no hay debate, solo ataques, y estigmatización. Yo no me escondo. Pero tengo amigos judíos que esconden las kipás porque tienen miedo. En Barcelona, en el siglo XXI. Y es culpa de la izquierda, no de la derecha. Gente de la izquierda catalana ha pedido que me escupan por la calle y dicho que es una vergüenza que me den un premio literario… Cada agresión me refuerza. Y les amenazo con que seguiré hablando. 

Y quiero añadir algo. Reivindico el derecho al librepensamiento. Vivimos en un mundo lleno de consignas y pancartas, no de debates. Hay que hacerse preguntas. ¿Netanyahu lo hace todo bien? No. ¿Hamás es una hermanita de la caridad? No. ¿Todas las víctimas son civiles? No. ¿Es un genocidio? No. ¿Qué es? Una guerra, cruenta y terrible. ¿Entre Israel y Palestina? No, con Irán. Y tienes a Hamás y la ‘yihad’ y a Hezbolá y tú con un país pequeñísimo con un ejército no profesional, todo es muy difícil. Estoy harta del reduccionismo en un tema tan complejo. ¿Han muerto civiles? Seguro. ¿La gente sufre? Seguro. ¿Los palestinos tiene derecho a un Estado? Evidentemente. ¿Es culpa de Israel que no lo tengan? No. Quizá las responsabilidades están muy repartidas.